Elecciones en EEUU 2020
Trump se atrinchera en el Despacho Oval
Biden suma una mayoría de 50% de los votos pero Trump con un 47% ha logrado seis millones más que en 2016 y se siente legitimado. Así pasa lo que podrían ser sus últimos días en la Casa Blanca
Desde que se cerraron las urnas el 3N, el presidente de Estados Unidos y candidato a la reelección Donald Trump sólo ha hecho dos intervenciones públicas. En la primera, la noche electoral, Trump declaró que «esto es una vergüenza para nuestro país. Francamente, ganamos esta elección». El mandatario señaló sin pruebas que se estaba ante «un gran fraude en esta nación e iremos al Tribunal Supremo». Para estupor de los estadounidenses, Trump terminó su mensaje con un «queremos que todas las votaciones se detengan».
Durante las siguientes 48 horas, ha estado dirigiéndose a los suyos a través de Twitter, insistiendo en la idea de que existen «votos ilegales». Cada vez que sus mensajes son capciosos, la red social bloquea el contenido de sus tuits. Un paseo por su historial, deja entrever una media de un tuit de cada dos censurados por la normativa contra la desinformación impuestas por Twitter. De ahí que el presidente decidiera ayer dirigirse a los medios. «A las 18:30, conferencia de prensa», escribió en Twitter sin ser vetado esta vez.
Trump, con visible mala cara, comenzó su alocución yendo al grano: «Me gustaría dar una actualización al pueblo americano sobre nuestros esfuerzos por proteger la integridad de nuestras muy importantes elecciones de 2020». El comandante en jefe de EE UU señaló que: «Si se cuentan los votos legales, gano fácilmente. Si se cuentan los votos ilegales, pueden tratar de robarnos la elección».
Su discurso siguió en esa línea durante 15 minutos. Trump lanzaba graves acusaciones sin aportar ninguna prueba. No obstante, cuando comenzó a decir que «como ahora todo el mundo reconoce, las encuestas han supuesto una interferencia electoral" o que “en algunos de los recuentos de votos no les han permitido que sus observadores lo sigan”, varias cadenas de televisión interrumpieron la transmisión del presidente. Hasta Fox News, la emisora favorita del republicano, cortó después de que el mandatario hablase de un «sistema corrupto». Fueron palabras mayores y según las fuentes de la cadena «no hemos visto nada que podamos calificar de fraude flagrante o intento de aprovechamiento del sistema. En Fox News no hemos visto esas pruebas».
También el diario «The New York Post», uno de los pocos que publicó las filtraciones sobre el hijo de Joe Biden, rompió ayer con el magnate después de las declaraciones que socavan el sistema democrático. «Un abatido Trump hace informaciones infundadas de fraude electoral en un discurso en la Casa Blanca», titularon.
Ante el avance de Biden en los Estados clave, Trump parece resistirse a aceptar la realidad. El demócrata ha obtenido más del 50,5% de los votos, pero él ha logrado seis millones de papeletas más a pesar de su controvertida legislatura. Trump se siente legitimado para seguir en el poder y de ahí deriva el problema que amenaza con convertirse en una crisis constitucional.
«Perder el apoyo de los medios conservadores le va a dificultar aferrarse al poder», explica Justin W. Holmes, profesor de Políticas de la Universidad de Northern Iowa. Para Holmes, que Trump llegue a reconocer su derrota va a tomar su tiempo. «Se pasó un año clamando que las elecciones de 2016 fueron amañadas en su contra, ya que perdió el voto popular. Y ha estado señalando durante meses (a menudo explícitamente) que no aceptaría perder la Casa Blanca. Toda su marca se basa en ganar, por lo que esto supone un gran golpe», añade Holmes.
El escritor Tom Corley, especializado en grandes fortunas y en cómo hacerse rico, recuerda a LA RAZÓN los hábitos del presidente: habla unas seis horas al día por teléfono (cinco por trabajo y una únicamente con familiares). Se levanta a las 5 de la mañana y se acuesta –con calzoncillos y camiseta– a la 1. Cada día trabaja unas 16 horas. No suele desayunar, pero ocasionalmente toma huevos con bacon. Pasa menos de una hora viendo televisión de entretenimiento, «Trump se decanta más por programas informativos como Fox News, Fox Business y Morning Joe». Unos programas que ya no comparten el enroque del mandatario.
Y es que parece que los Trump se han quedado solos en esta guerra contra el sistema democrático. Su hijo Eric Trump, al frente de los negocios del magnate junto a su hermano Donald Jr., ha lanzado una campaña «para ayudar a frenar las irregularidades y el fraude. Dinos qué estás viendo, informa de un caso». Sin embargo, más allá de la familia, apenas hay voces conservadoras que salgan en defensa de Trump. Es más, Donald Jr. dio un discurso frente a sus acólitos para criticar a los miembros del partido del elefante, una suerte de «derechita cobarde» a la estadounidense. «Sin columna vertebral, el Partido Republicano se ha ido, y cualquiera que no pelee debería irse con él», indicó.
Pat Toomey, el senador republicano de Pensilvania –uno de los Estados bisagra en los que el recuento está siendo de infarto–, señaló a la cadena ABC que las declaraciones de Trump le parecieron «perturbadoras». «Hizo unas graves acusaciones sin aportar ninguna prueba. Claro que habrá alguna irregularidad y se han tomado malas decisiones en Pensilvania y Filadelfia, pero para ser directo: no estoy al corriente de ningún fraude importante, de ningún delito... Y si los hubiera iremos a juicio y se lo dejaremos al Tribunal Supremo, pero por el momento no hay pruebas». Toomey aconsejó que hay que esperar, que será un proceso largo, no obstante la mayoría de los trabajadores del Estado lo están haciendo con integridad. «He votado por Trump, le he respaldado, pero quiero que el próximo presidente sea la persona que ha ganado legítimamente el Colegio Electoral y aceptaré a cualquiera que lo sea. Así es como se debe abordar esto».
El senador Mitch McConnell, líder de la mayoría republicana en el Senado y que acaba de ser reelegido en Kentucky, aseveró que la transición sería tranquila. En la misma línea, Bryan Lanza, estratega republicano y miembro del equipo de transición de Trump en 2016, indicó a este periódico que si Trump pierde y el Supremo así lo estipula, «se irá». Lanza también tranquilizó sobre el aspecto desmejorado y la voz rota de Trump. «Está agotado. Hizo 17 mítines de campaña en tres días, está cansado», reconoce.
«Si hay algo que Estados Unidos ha hecho bien a lo largo de la historia son las transiciones », asevera el profesor Holmes. Dicho esto, no se atreve a afirmar que Trump acepte la derrota y dé un paso atrás. Eso sí, aunque no abandonase el Despacho Oval, «el 20 de enero, a mediodía, deja de ser el presidente», contextualiza. «En ese momento, incluso si está de cuclillas en la Casa Blanca, ya no es presidente. Lo importante es cómo responderá el resto del Gobierno. Si alguien continúa reconociéndolo como presidente, tendremos la mayor crisis constitucional desde la guerra civil», advierte Holmes.
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