Elecciones en Israel

Dos periodistas para desbancar a Netanyahu en las urnas

El presentador Yair Lapid y la líder de los laboristas, Merav Michaeli piden hoy un cambio

Dos carteles electorales con el líder del Likud, el "premier" Benjamin Netanyahu, y el líder de la oposicón Yair Lapid, en Ramat Gan, Israel
Dos carteles electorales con el líder del Likud, el "premier" Benjamin Netanyahu, y el líder de la oposicón Yair Lapid, en Ramat Gan, IsraelOded Balilty

El hipotético bloque que podría reemplazar a Benjamin Netanyahu tras las cuartas elecciones en Israel agrupa una extensa amalgama de facciones con marcadas distancias ideológicas. Desde férreos defensores de los asentamientos judíos en Cisjordania o políticas económicas neoliberales; a pacifistas que se alzan como única voz en contra de la ocupación y defienden medidas socialdemócratas, el matrimonio homosexual o la separación de religión y estado.

En el centro del abanico se encuentra Yair Lapid. El líder de Yesh Atid –que se asoció con el Azul y Blanco de Benny Gantz en las tres pasadas rondas-, rompió con el ex comandante en jefe deeEl jército israelí cuando supo de su voluntad de entrar en el “gobierno de unidad”. Así, este popular ex periodista y presentador televisivo pasó de facto a ser líder de la oposición, y en la previa a la jornada electoral de hoy, se mantenía en una sólida segunda plaza en las encuestas, rozando los 20 escaños (en una Knesset de 120, que naturalmente obliga a formar coaliciones).

Lapid fue ministro de finanzas bajo las órdenes de Netanyahu en 2013. Desde 2009, “Bibi” mantuvo la “tradición” de añadir siempre a alguna facción de centroizquierda para equilibrar sus gobiernos, y a la vez debilitar a sus contrincantes. En los últimos compases de campaña, el líder del Likud ha centrado sus últimos dardos sobre él, consciente de que es la única figura con capacidad real de desbancarle.

Pero el líder de Yesh Atid, que en las últimas tres campañas reiteró que el actual “premier” supone un riesgo para la democracia israelí y la vigencia del sistema judicial, rehuyó entrar al barro. Ahora centra su mensaje en devolver la calma a Israel. En la campaña, aparcó los extenuantes debates sobre los hipotéticos socios que elegiría, y asegura que cambiar al inquilino de la residencia oficial en la calle Balfour es “una emergencia nacional, y haré todo lo que esté en mis manos para lograr el objetivo”.

Asegura que esto va más allá de su innegable ambición de ser primer ministro. De fracasar en el cometido, cree que “Bibi” convertirá al estado judío en “una democracia iliberal, a medio camino entre Hungría y Turquía”. Y que en caso de mantener el poder, aprobará la ley para cancelar sus inculpaciones judiciales.

Desde su fundación en 2012, Yesh Atid es la única formación centrista de Israel que ha logrado mantener el tirón. Lapid fue acusado en el pasado de excesivo personalismo y falta de democracia interna –no convocan primarias para las listas-, pero argumenta que su partido es el único con la infraestructura y base suficiente para liderar la alternativa. “Todo depende de lo grande que seamos como partido, y no estoy obsesionado con cuál será mi posición”, afirmó recientemente al “Times of Israel”.

En cuestiones relativas al conflicto palestino israelí –que apenas ocupa espacio en los debates-, mantiene un complicado balance: está a favor de la solución de dos estados, pero en materia de seguridad “soy un halcón, porque no creo en las teorías del fin del conflicto. No dividiremos Jerusalén, porque es nuestra capital, ni aceptaremos el derecho a retorno de los (refugiados) palestinos”.

Al rescate del laborismo israelí

La única mujer al frente de un partido es Merav Michaeli, la nueva líder del laborista Avodá. Hace dos meses asumió las riendas de un partido en coma, tras la polémica decisión de su ex líder de entrar al gobierno de Netanyahu y Gantz. También periodista y reconocida activista feminista, su enérgico y renovador discurso impulsó el latido del laborismo, que pasó de cero a seis escaños en los sondeos. En la victoria del asesinado Itzhak Rabin en 1992, Avodá ganó 44.

Michaeli reivindica al legado histórico de la formación que fundó y lideró los treinta primeros años del estado judío, pero reconoce la urgencia de reparar los fracasos de las últimas dos décadas, que lo condenaron hasta la práctica irrelevancia. Por ello, urge al votante clásico de centroizquierda a “volver a casa”.

“¡No aceptamos más ni la violencia política, ni la violencia contra las mujeres!”, exclamó anoche en un debate televisivo. La tarde anterior, dos seguidoras de Michaeli fueron agredidas por simpatizantes del Likud durante un acto de campaña en un popular mercado en Tel Aviv. Alega que Avodá debe volver a ser un partido de gobierno: “que levantemos la cabeza, no aceptemos la incitación, y que se invierta en reparar la sociedad y los servicios sociales”. Y defiende que las especulaciones sobre baja participación son otro bulo orquestado por Netanyahu para ganar. “Salid a votad, está en nuestras manos”, reclamó.