Crisis migratoria

Mohamed VI arma a la migración

Quiere que España acepte la ocupación del Sáhara Occidental por Marruecos

Ambiente en la ciudad de Ceuta en los días posteriores al asalto a la vaya
Ambiente en la ciudad de Ceuta en los días posteriores al asalto a la vayaAlberto R. RoldánLa Razón

Llegaron por centenares, nadando alrededor de la valla fronteriza que protege la ciudad española de Ceuta, o cruzando la playa durante la marea baja bajo la mirada permisiva de los guardias fronterizos marroquíes, que normalmente los detendrían. En 36 horas esta semana, 8.000 aspirantes a migrantes descendieron sobre Ceuta, un enclave de 85.000 personas. Para las autoridades españolas, hacer frente a esta afluencia fue un dolor de cabeza humanitario inmediato. Y la militarización de la migración en Marruecos también pone al Gobierno de Pedro Sánchez, el primer ministro de España, en un aprieto a largo plazo.

España, claramente sacudida y sorprendida, desplegó 3.000 efectivos con vehículos blindados de la guarnición de Ceuta y envió 200 refuerzos policiales. El propio Sánchez voló a la ciudad, prometiendo defender su “integridad territorial”. Los funcionarios españoles recuerdan la “Marcha Verde” de 1975, cuando Hasan II, entonces rey de Marruecos, movilizó a 350.000 civiles para ocupar el Sáhara Occidental, al sur, cuando España abandonó su colonia.

Aunque Marruecos reclama Ceuta y Melilla, otro enclave español, el objetivo de la incursión de esta semana fue más limitado. El Gobierno está furioso porque España admitió recientemente a Brahim Ghali, el líder del Polisario, un grupo que ha luchado por la independencia del Sáhara Occidental desde la época colonial, para recibir tratamiento contra el covid-19. España no informó a Marruecos de una acción que dice que fue puramente humanitaria. “Las acciones tienen consecuencias”, dijo la embajadora de Marruecos en Madrid esta semana.

Habiendo expresado su punto de vista, Marruecos volvió a cerrar la frontera con Ceuta el 18 de mayo. España ha devuelto a la mayoría de los migrantes, pero, según el derecho internacional, no puede deportar fácilmente a unos 1.500 menores no acompañados. Los funcionarios españoles subrayan que Marruecos es un socio con el que valoran los estrechos vínculos y la cooperación. Han tenido cuidado de no avivar más enfrentamientos. Pero es poco probable que esta semana marque el final de meses de creciente tensión.

El actual rey de Marruecos, Mohamed VI, se sintió empoderado por la decisión en diciembre de Donald Trump, entonces presidente de Estados Unidos, de romper el consenso internacional y reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental a cambio de su reconocimiento de Israel. Marruecos quiere que España haga lo mismo. Eso es difícil por dos razones. Como antigua potencia colonial, España siente la responsabilidad de apoyar las resoluciones de Naciones Unidas que exigen que Marruecos y el Polisario negocien. De hecho, casi no hay posibilidad de que se resuelva la disputa. El control marroquí es una realidad. El Polisario tiene solo el 20% del Sáhara Occidental, en lo profundo del interior del desierto. La segunda razón es que España depende de Argelia, el principal patrocinador del Polisario, para un tercio de sus importaciones de gas natural.

Sin embargo, Marruecos es un socio vital para España, especialmente en el control de la migración y el terrorismo. “Dicen que te ayudamos en temas que son existenciales para ti y yo tengo un problema existencial [Sáhara Occidental] y tú no ayudas en absoluto”, explica José Ignacio Torreblanca, del “think tank” Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR).

¿Se arriesga el rey a exagerar? Su reconocimiento de Israel es impopular en casa. Seguramente no fue una coincidencia que la operación de Ceuta se produjera cuando Israel atacaba Gaza. La pandemia ha interrumpido años de crecimiento económico constante. Muchos marroquíes más jóvenes, mejor educados que sus padres y con parientes en Europa, están ansiosos por irse. Su Gobierno, cuya comprensión de la política española es mejor que al revés, sabe que enviar menores no acompañados a Ceuta es una gran ayuda para Vox, un partido nacionalista de extrema derecha que sería un vecino hostil.

La Unión Europea, que es una fuente importante de comercio y ayuda para Marruecos, se apresuró a respaldar a España esta semana. Después de la crisis siria, el resto de Europa comprende que la migración descontrolada es un “enorme factor potencial de desestabilización política, especialmente cuando se utiliza como arma”, asegura Torreblanca. Pero eso no ha impedido que el gobernante de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, utilice a los migrantes de esa manera. En el otro extremo del Mediterráneo, el rey Mohamed VI puede pensar que puede seguir haciendo lo mismo.

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