EEUU

Biden mantiene la apuesta por las sanciones contra el castrismo y apunta ahora a la Policía cubana

El presidente de Estados Unidos advierte de más castigos si no hay “cambios drásticos” en la isla, pero no encuentra cómo devolver internet a los cubanos

"Libertad para Cuba": Una de las últimas protestas frente a la Casa Blanca
"Libertad para Cuba": Una de las últimas protestas frente a la Casa BlancaJacquelyn MartinAP

La Administración Biden sigue apretando las tuercas sobre el régimen de Cuba. El viernes aprobó nuevas sanciones, esta vez sobre la Policía Nacional Revolucionaria de Cuba; su director general, Óscar Alejandro Callejas; y su segundo al mando, Eddy Manuel Sierra Arias. El Departamento del Tesoro los incluyó en la lista de sancionados de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, por sus siglas en inglés), por lo que sus activos en Estados Unidos, si los tienen, quedarán congelados y no podrán pisar suelo estadounidense.

Es la segunda medida contra La Habana en poco más de una semana. El pasado 22 de julio, el gobierno estadounidense adoptó otra similar contra el general Álvaro López Miera, ministro de las Fuerzas Armadas de Cuba, y las temidas “Avispas Negras”, uno de los cuerpos policiales encargados de la represión de las protestas sociales en la isla.

El ministro de Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, condenó las nuevas sanciones. “Estas medidas arbitrarias se suman a la desinformación y agresión para justificar el bloqueo inhumano contra Cuba”, publicó en Twitter.

Biden prosigue así con su respuesta paulatina a la ola de detenciones y abusos desencadenada en Cuba tras las protestas masivas del 11 de julio, cuando miles de cubanos se echaron a las calles al grito de “libertad” y “abajo la dictadura” para reclamar mejores condiciones de vida y el fin del castrismo.

Biden se reunió el viernes en Washington con un grupo de exiliados y activistas cubanos y prometió que llegarán más sanciones si no se producen “cambios drásticos” en el proceder del régimen. El presidente, consciente de la importancia de este asunto para el electorado de Florida, les dijo a sus invitados: “Quiero que los cubano-americanos sepan que todos en esta mesa y yo mismo vemos su dolor, oímos sus voces, oímos los gritos de libertad que llegan de la isla”.

Pero de momento no hay indicios de que las cosas vayan a cambiar en Cuba, donde el coronavirus sigue desbocado, aparentemente haciendo estragos también entre la envejecida cúpula militar, y han empezado a arribar los barcos con ayuda humanitaria enviados por los aliados México y Bolivia para paliar la terrible situación humanitaria en el país y apuntalar al gobierno de Miguel Díaz-Canel.

En Washington, el equipo de Biden sigue buscando la manera de aliviar el sufrimiento de la población sin que ello implique darle oxígeno al régimen. Pese a que muchos en la isla se ilusionaron cuando el presidente anunció que buscaría la manera de restablecer internet, bloqueado por el gobierno para impedir la convocatoria de nuevas protestas, sigue en duda que vaya a ser posible.

En una llamada con periodistas, un alto funcionario estadounidense admitió que será “difícil”, ya que tanto los satélites como el envío de globos con repetidores de señal, posibilidad que se había barajado, podrían ser neutralizados por el Gobierno cubano. “No hay una solución mágica. Si hubiera algo que se pudiera hacer fácilmente, ya se habría hecho”, dijo.

Washington también sopesa si permitir de nuevo el envío de remesas a la isla, interrumpido de facto desde que el Gobierno de Donald Trump sancionara a Fincimex, la empresa controlada por los militares cubanos que manejaba la recepción de los fondos, pero el asunto es peliagudo y Biden no se ha pronunciado definitivamente.

El presidente no quiere que el dinero que los cubanos de Estados Unidos envían para ayudar a sus familiares en la isla acabe engordando las arcas del régimen, justo la posibilidad que pone los pelos de punta a muchos exiliados en Miami, pero el monopolio estatal de los servicios financieros en Cuba hace imposible enviar dinero allí sin pasar por las instancias oficiales.