Farsa electoral

Los nicaragüenses dan la espalda a Ortega con una escasa afluencia a las urnas

La UE y EE UU no reconocerán las elecciones presidenciales y asfixiarán al régimen sandinista cortando la ayuda económica

Votantes en un colegio electoral de la capital de Nicaragua, Managua
Votantes en un colegio electoral de la capital de Nicaragua, ManaguaJorge TorresEFE

«Los centros de votación están vacíos. Las únicas personas que están acudiendo son los fanáticos del régimen. He pasado por tres Juntas Receptoras de Votos en tres escuelas de populosos barrios de la capital como son El Riguero, Máximo Jerez y Andrés Castro. Lucen desiertos. Después fui a dos escuelas más. Votantes a cuenta gotas. Muy pocos son jóvenes. En las redes circulan fotos de rostros desencajados a la espera de votantes». El periodista nicaragüense Fernando Espinoza, nombre ficticio para mantener su seguridad, cuenta a LA RAZÓN que el régimen no ha logrado su gran objetivo: conseguir imágenes de filas frente a las urnas.

«La gente está siguiendo la petición de la oposición de quedarse en casa para evidenciar la farsa electoral de Ortega». Pese a las 21 detenciones y «decenas de hostigamientos» desde el viernes hasta la madrugada del domingo, «Managua está como un domingo normal y no como un domingo electoral».

Las elecciones presidenciales en Nicaragua, marcadas por el encarcelamiento o exilio de siete candidatos y las 318 muertes «por la opresión» desde 2018, suponen un paso más en el autoritarismo impuesto por el presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo. La candidata presidencial exiliada, María Asunción Moreno, destaca a LA RAZÓN el modelo autoritario del Gobierno nicaragüense: «Está siguiendo los dos peores ejemplos de la región: Cuba y Venezuela». Moreno crítica «las vergonzosas abstenciones de Argentina y México» en las condenas y sanciones a Nicaragua de la Organización de Estados Americanos (OEA): «El principio de no intervención no es válido ante la violación de todas las libertades en Nicaragua».

Nicaragua es el ejemplo más evidente del aumento del modelo autoritario en la región. El puño de hierro del régimen Ortega-Murillo está provocando un incremento de las sanciones de la UE, EE UU y la OEA. El Alto Representante, Josep Borrell, calificó los comicios como «elecciones fake».

Espinoza resalta que «se están aislando voluntariamente y conscientemente. Ellos confían en el flujo de dinero que les viene de Venezuela. O asumen que les van a seguir lloviendo créditos del Bando Mundial u otras instituciones». El periodista apunta que «es uno de los puntos más polémicos de los organismos internacionales. EE UU ha exigido respuestas: ¿Cómo es posible que le otorguen 400 millones de dólares de ayuda para la pandemia estando el país en estas condiciones?».

La UE, EE UU y la OEA no reconocen las elecciones y exigen «la libertad de los presos políticos». El ministro de Exteriores, Denis Moncada, afirmó ayer: «No vamos a intimidarnos con sus sanciones, con sus amenazas de desconocimiento de elecciones».

Espinoza recuerda los domingos electorales antes del regreso de Ortega al poder en 2007: «Había filas de 500 metros. Igual ocurrió cuando gano Ortega en las elecciones de 2006. Desde entonces, nunca más se ha visto». Al cierre de esta edición, el régimen no había logrado las ansiadas filas en los centros de votación. «El Gobierno eliminó 1.500 centros de votación desde 2016 pese al aumento de población. No hay filas».

Mientras se abrían las urnas en Managua, los nicaragüenses exiliados en Costa Rica se manifestaron en San José para reclamar «el fin de la dictadura». Los rostros de las decenas de estudiantes asesinados por la Policía y los paramilitares en 2018 eran recordados en la Plaza de la Merced. Pese a que sus mascarillas les tapan casi toda la cara, muchos no quieren responder al compañero de La Prensa, medio nicaragüense perseguido por el orteguismo: «Sus familias están dentro. Hay mucho temor», explica Espinoza. El Gobierno levantó el sábado la prohibición de vender alcohol el fin de semana de elecciones para no favorecer la estrategia de la oposición de vaciar las calles: «La Policía llamó desesperada a un amigo el sábado para que abriera su bar».

Berta Valle y Victoria Cárdenas, esposas de los candidatos encarcelados Félix Madariaga y Juan Sebastián Chamorro, acudieron a la marcha de exiliados en Washington. La oposición organizó marchas por la democracia en 50 ciudades de 20 países, entre ellas Madrid y Roma. El 68% ha reconocido que votaría a cualquiera de los candidatos encarcelados o en el exilio. «No me sorprendería que anunciarán un 90% de participación», remarca Espinoza.

El aislamiento del régimen amenaza con provocar escasez de productos en los próximos meses: «La gente está temerosa de que se repita la falta de alimentos de los años 80. La gente dice: ¿qué hago? Tengo que salir del país».