Cumbre de Madrid

La Alianza blindará su flanco oriental con más de 300.000 efectivos

Turquía, Suecia y Finlandia celebran una reunión para intentar desbloquear el proceso de adhesión de los dos países nórdicos

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg
El secretario general de la OTAN, Jens StoltenbergOLIVIER HOSLETAgencia EFE

Los países pertenecientes al antiguo yugo soviético han vuelto a sentir el aliento de Moscú más cerca que nunca, debido a la guerra en Ucrania. Por eso, si Vladimir Putin pretendía alejar lo más posible las tropas de la OTAN de sus fronteras está consiguiendo todo lo contrario. En vísperas de la cumbre que comenzará este miércoles en Madrid y con los primeros contactos bilaterales durante el martes, el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg ha anunciado que la organización militar aumentará su presencia en el Este de Europa y desplegará más tropas hasta superar los 300.000 efectivos en los países más cercanos a los dominios de Vladimir Putin. Tras la anexión ilegal de la península de Crimea en 2014, el número de efectivos ha ido aumentando progresivamente en los últimos años. Actualmente, 40.000 soldados están bajo el mando directo de la organización militar.

No sólo se trata de números sino también de conceptos. La Alianza tiene previsto actualizar su modus operandi para mantener a unidades “preposicionadas” y en alerta. Listas para intervenir ante amenazas de países en concreto y con el material  militar preparado para ser utilizado en situaciones de urgencia, con el fin de evitar desplazamientos de última hora de equipamiento pesado que haga difícil reaccionar con la suficiente premura.

Estas tropas participarán en maniobras militares con los países anfitriones con el objetivo de conocer bien el terreno que pisan. La OTAN calcula que al final del año, los aliados habrán gastado 350.000 millones de dólares extra desde 2014, cuándo Washington y Bruselas empezaron a ver las orejas al lobo.

“Todo esto, constituye la mayor reforma de nuestra disuasión colectiva desde la Guerra Fría”, ha proclamado este lunes el político noruego antes de desplazarse a Madrid y comenzar los primeros contactos diplomáticos antes de la celebración de una cumbre que tendrá una agenda apretadísima.

Antes de la invasión de Ucrania, la OTAN tenía desplegados cuatro batallones en los países bálticos y Polonia que ahora se han duplicado hasta ocho e incluyen a Eslovaquia, Bulgaria y Rumanía. Algunos de ellos podrían pasar a convertirse en brigadas, aunque el político noruego no ha querido dar demasiados detalles sobre qué batallones serán reforzados y cuáles no. Por el momento, se sabe que Alemania quiere ampliar sus efectivos en Lituania con este doble modelo de presencia permanente y lista para actuar. El objetivo reside en llegar a los 5.000 efectivos, lo que se conoce como una brigada. Actualmente tan sólo Polonia cuenta con este número de tropas aliadas en su territorio.

Se espera que durante la cita que comienza en Madrid, los 30 aliados de la OTAN redacten  un nuevo documento que sustituya al concepto estratégico aprobado en 2010 en la cumbre de Lisboa. A diferencia de lo que pasó entonces, cuándo Rusia era todavía un aliado con el que poder llegar a acuerdos y todavía no se había producido la anexión de Crimea ( incluso el presidente Dimitri Medveded participó en el encuentro) se espera que el nuevo texto defina a Moscú como  “la mayor amenaza directa y significativa para la seguridad de la Alianza”.

A pesar de que desde 2014, la OTAN siempre había abierto la puerta a seguir dialogando con Moscú y de algunos intentos de negociación infructuosos durante la contienda,  todo indica que esta puerta se ha cerrado. Al menos, por el momento. “El diálogo significativo en el que hemos trabajado durante todos estos años no está sobre la mesa, simplemente por el comportamiento de Rusia. Ha elegido la confrontación en vez de el diálogo. Lo lamento pero por supuesto debemos responder a esa realidad”,  ha asegurado Stoltenberg.

Durante esta  cumbre se aprobará un plan de apoyo a Ucrania que incluirá la seguridad de las comunicaciones, sistemas antidrones y combustible además de continuar con el envío de armamento pesado.

Aunque la guerra en Ucrania y la crisis alimentaria ocasionada por el bloqueo de los puertos del Mar Negro centrarán todos los esfuerzos de la reunión, los aliados también seguirán mostrando su compromiso con la lucha contra el terrorismo y la influencia de China en el vecindario sur. Además también se dará luz verde a un fondo de mil millones de euros para invertir en nuevos tecnologías

Aunque la cita en Madrid quiere convertirse en una oda a la unidad y la fortaleza del  vínculo transatlántico después de la crisis que supuso la retirada de Afganistán, es evidente que la rosa contiene espinas. Durante esta jornada de lunes han continuado los contactos para poder desbloquear las negociaciones de acceso a la OTAN de Finlandia y Suecia, que se siguen enfrentando al veto turco ya que Ankara considera que estos países no hacen lo suficiente para luchar contra el terrorismo separatista kurdo.

Este martes en Madrid se producirá un encuentro de los líderes de los tres países después de que este lunes se reunieran en Bruselas funcionarios de las tres delegaciones y las conversaciones que tuvieron lugar  elpasado domingo. A pesar de la prudencia –Stoltenberg no ha querido hablar de plazo concretos- es evidente de que la Alianza está trabajando contrarreloj para que fumata blanca se produzca con Madrid como escenario y que la división no desluzca la cita. Resulta evidente que cualquier retraso en el proceso de ampliación de la Alianza suponer una pequeña victoria para Putin.

Aunque el secretario general de la OTAN ha calificado las preocupaciones turcas como “legítimas” también ha recordado en presencia de la primera ministra sueca, Magdalena Andersson, los esfuerzos realizados por Suecia en las últimas semanas: cambios en la legislación, investigaciones  policiales contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y la posibilidad de acabar aceptando las extradiciones reclamadas por Turquía. Unos cambios que de momento no cuentan con el visto bueno definitivo del mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, que está aprovechando al regla de la unanimidad que rige el proceso de adhesión para subsanar lo que el país considera una afrenta.