Guerra en Ucrania

Un ex legionario español, herido en combate en Jersón: «Me rodeó una nube negra y roja; parecía el infierno»

Juan, tirador de elite, comandaba un batallón del Ejército ucraniano que fue alcanzado por artillería rusa

El pasado 18 de julio la artillería rusa alcanzó el batallón que comandaba un ex legionario español en la región de Jersón. Dos de sus hombres murieron y él resultó herido de gravedad. Pasó cinco días en la UCI de un hospital militar de Ucrania, donde ahora se recupera de las secuelas y donde esta mañana ha recibido la visita inesperada del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski: “Me ha dado las gracias cuarenta veces por venir a combatir por su país”.

En declaraciones a LA RAZÓN, este tirador selecto español explica cómo fue el ataque. “Estábamos en un colegio abandonado aguantando la posición al lado de un río. En la otra orilla estaban los rusos y nuestra misión era impedir que cruzaran. Los bombardeos eran diarios; cuando trataban de avanzar, los disparábamos”.

Juan recuerda que ese día había caído artillería dos veces “a unos 300 metros del colegio”. “No le hice mucho caso porque estaba protegido por el edificio, así que me puse a pensar qué iba a desayunar. La mala suerte fue que el tercer pepinazo se coló por una de las ventanas; impactó a unos 20 metros de mí. Lo vi todo a cámara lenta. Me rodeó una nube de humo rojo y negro y olía muchísimo a pólvora. Parecía que estaba en el infierno. Miré la mano derecha y la tenía destrozada, también me faltaba media pierna derecha”.

La foto con el ex legionario la tomó el propio Zelenski
La foto con el ex legionario la tomó el propio ZelenskiLa RazónLa Razón

Cuenta Juan que lo primero que hizo de forma instintiva fue mover los dedos del pie a ver si le respondían. Luego cayó al suelo y comenzó a sangrar fuertemente. “Gracias a Dios mis compañeros reaccionaron rápido. Me hicieron dos torniquetes, uno a la altura de la axila y otro en la pierna. La mayor preocupación que tenía en la cabeza era si me iban a tener que amputar algo. Creo que no tenía miedo de morir, lo que no quería bajo ningún concepto era quedarme incapacitado”.

“Sigo vivo”

Envuelto en una alfombra, lograron llevar a Juan al primer puesto de socorro, que estaba a 40 minutos. “El trayecto fue espantoso. Tenía muchísimo dolor y perdía la conciencia a ratos. Los compañeros me daban golpecitos en la cara y gritaban mi nombre para que no me durmiera. ¡Don´t sleep, don´t sleep!, me decían”. Cuando comprobaron la seriedad de las heridas decidieron trasladarlo a un hospital militar, donde permaneció inconsciente unos cinco días. “He perdido varias falanges de tres dedos de la mano derecha, el pulgar entero y parte del muslo de la pierna derecha. Tengo tres costillas rotas, hígado y riñón dañados, el cuerpo lleno de agujeros de metralla donde me cabe una canica... Pero sigo vivo”.

Rastro de sangre de las heridas de Juan
Rastro de sangre de las heridas de JuanLa RazónLa Razón

Antes de la visita de Zelenski, este ex legionario del Tercio Gran Capitán llevaba casi un mes contratado por el Ejército de Ucrania con el grado de teniente. Fue el 6 de julio, el día que cumplía 43 años. Antes del ataque ya le había sido concedida una condecoración al mérito militar que ahora quizá le imponga el propio presidente. “Le he preguntado por mi medalla y me ha dicho que si hace falta viene él a ponérmela en persona. Se ha reído mucho conmigo. Le he dicho que tengo ganas de volver al frente y me ha respondido que me recupere, que me necesita vivo. Aún me funciona el dedo para disparar”.

LA RAZÓN publicó el pasado 10 de abril una conversación con este tirador de elite español cuando apenas llevaba un mes en suelo ucraniano. Juan ya contaba con que la posibilidad de resultar muerto en acción era “en torno al 50%”. Ahora no sabe qué será de él, aunque asegura que no paran de ofrecerle ayuda diversas personalidades ucranianas desde que resultó herido. Aún le quedan varias operaciones por delante y, por el momento, vice pegado a una máquina que trata de regenerarle los tejidos de la pierna que ha estado muy cerca de perder. “No sé qué pasará, mi contrato es hasta final de guerra. Me podrían licenciar o jubilar, pero yo he visto a gente mutilada en el campo de batalla. Podría quedarme de instructor. Hasta que no salga del hospital no sabré nada”, explica a este periódico. Sus hombres, los que él mismo entrenó para que entraran en combate, siguen luchando sobre el terreno.

Así quedó el edificio en el que se encontraba el tirador español
Así quedó el edificio en el que se encontraba el tirador españolLa RazónLa Razón