Campaña

Bolsonaro promete un Brasil más social y Lula se modera

El ex líder sindical reforzará su agenda religiosa y su perfil dialogante mientras que el actual presidente le asocia con “la corrupción y el narcotráfico”

Jair Bolsonaro con su esposa Michelle en un acto de campaña
Jair Bolsonaro con su esposa Michelle en un acto de campañaEraldo PeresAgencia AP

El anuncio del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de condonar a las familias más pobres el 90% de su deuda con el banco público Caixa Económica Federal, un plan que Bolsonaro pretende que beneficie a cuatro millones de personas con prioridad para las mujeres, evidencia su intento de atraer a los brasileños con menos recursos económicos y el voto femenino. El mandatario ultraconservador de 67 años intenta revertir el apoyo mayoritario entre las mujeres y las personas con rentas más bajas al expresidenteLula da Silva(2003-2010), favorito en los sondeos de cara a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 30 de octubre.

Bolsonaro y Lula perfilan sus estrategias de campaña tras acaparar el 93,6% de los votos con especial atención al 20,9% de abstención en la primera vuelta, la más alta desde 1998 y similar a 2018. Bolsonaro ha calcado una de las propuestas de Lula que un 70% de los brasileños con préstamos todavía por pagar.

El presidente brasileño ha protagonizado una inesperada remontada logrando dar un vuelco a los sondeos, que le situaban diez puntos por debajo de Lula, y mantiene sus esperanzas de ser reelegido el 30 de octubre. El estrecho margen en el primer turno entre el 48,4% de Lula, 57,2 millones de votos, frente al 43,2% de Bolsonaro, quién obtuvo el respaldo de 51,07 millones de brasileños el pasado domingo superando las previsiones de las encuestas, anticipan tres intensas semanas de campaña en la que se disputará la Presidencia de Brasil “voto a voto”, explica a LA RAZÓN el catedrático de Ciencia Política de la Universidad Estatal de Campinas, André Kaysel.

El académico subraya el ambiente polarizado “con rupturas en muchas familias e iglesias evangélicas”. La diferencia de votos entre los dos candidatos más apoyados en primera vuelta es la más pequeña desde el regreso de la democracia a Brasil en 1985, solo 5,2 puntos porcentuales. Lula obtiene el respaldo del 64% de las personas con ingresos más bajos frente al 29% que apoya a Bolsonaro. Un 53% de mujeres se decantan por Lula frente al 40% que pretende votar a Bolsonaro el próximo 30 de octubre.

Mientras Bolsonaro trata de pescar votos en los sectores sociales donde Lula es más apoyado como mujeres y jóvenes, el ex líder sindicalista de 76 años persigue el voto evangélico. Los 65 millones de fieles evangélicos en Brasil, el 31% de los 213 millones de brasileños, muestran una predilección por Bolsonaro con el 61% de intención de voto frente al 31% de Lula, según la encuesta publicada el jueves de Ipec. Lula reforzará su agenda religiosa y su perfil dialogante mientras Bolsonaro le asocia con “la corrupción y el narcotráfico”. La imagen del expresidente de Brasil, quién terminó su Presidencia en 2010 con un 80% de aprobación, se ha visto perjudicada por la condena de 12 años de cárcel a Lula, anulada por el Supremo debido a la falta de imparcialidad del juez Sergio Moro, nombrado por Bolsonaro ministro de Justicia tras encarcelar a Lula.

“Muchos brasileños mantienen un mal recuerdo de Lula, al que asocian con la corrupción”, explica el catedrático de Ciencia Política en la Universidad Federal de Rio de Janeiro, Fabricio Pereira. Los 57,2 millones de electores que optaron por Lula parecen valorar más los buenos resultados de sus políticas sociales que sacaron de la pobreza a unos 30 millones de brasileños, impulsadas por entorno económico favorable muy diferente al actual, sobre los casos de corrupción en el Partido de los Trabajadores (PT), especialmente por el triplex de Guarajá por el que Lula está acusado de aceptar sobornos en forma de reformas de un lujoso apartamento.

El ex fiscal del caso Lavo Jato, Deltan Dallagnol explicaba en junio que “el Supremo no exoneró a Lula”: “No dijo que no había pruebas. No entró en el fondo del asunto. Tres tribunales en primera, segunda y tercera instancia, jueces independientes más las fiscalías entendieron que había pruebas contundentes de corrupción y lavado de dinero”. La abogada Silvana Batini, explicaba a la BBC que “desde el punto de visto legal las demandas de Lula desparecieron”: “Si no hay una sentencia definitiva sobre su culpabilidad, prevalece la presunción de inocencia. En el campo político, corresponde a cada votante hacer su juicio sobre Lula”. Bolsonaro continuará su estrategia de asociar a Lula con “la corrupción y el narcotráfico”.

Con vistas al balotaje, Lula trata de mostrar un perfil moderado que aplaque los temores que Bolsonaro despierta sobre un nuevo gobierno del líder del PT. Pereira destaca “la personalidad dialogante y negociadora de Lula” que le ha permitido armar un frente amplio de diez partidos con sectores de centro-derecha. “Lula se ha ido haciendo más moderado a medida que avanzaba la campaña”, resalta el catedrático desde Río de Janeiro. “Lula es así. Tiene el reto de conjugar las peticiones de una parte del empresariado que le ha mostrado su apoyo y las demandas ecologistas de sectores de la izquierda”. La deforestación del Amazonas alcanzó un récord el primer semestre del año.

Un gobierno de Lula “volcará”, sostiene Bolsonaro, ante la mayoría de derechas en la Cámara de Diputados, donde el Partido Liberal (PL) de Bolsonaro es la primera fuerza con 98 diputados: “El Congreso que surgió el domingo es menos rojos y más verde-amarillo, más de centro derecha con proyectos que van a llevar a Brasil al primer mundo de verdad”, defendía Bolsonaro en el Palacio de la Alvorada en una reunión con bloques oficialistas y nuevos parlamentarios.

Lula deberá negociar con grupos políticos conservadores cercanos a Bolsonaro si quiere sacar adelante su prometida reforma fiscal, la protección de la Amazonía y otras leyes a las que se ha comprometido. Kaysel subraya que la segunda vuelta “es una nueva elección con nuevas alianzas”: “Bolsonaro intentará poner en valor su proyecto económico neoliberal, agitar el fantasma del anti-comunismo y defender la familia tradicional”.

Bolsonaro se ha comprometido a construir un Brasil más social. El presidente brasileño ha prometido que intentará evitar la privatización de la empresa pública de extracción Mina Gerais y acelerar la producción de minerales como niobio y grafeno: “Yo soy privatista, pero algunas cosas tienen que quedar en el Estado”. Bolsonaro considera que la subida de la Bolsa de Valores y la caída del dólar el lunes “fue un mensaje del mercado financiero como aprobación a la segunda vuelta” porque “Brasil no va a entrar en el tren de la izquierda de América Latina” en los gobiernos de México, Chile, Colombia, Honduras, Perú, Bolivia y Argentina.

Más allá de la búsqueda del voto de las mujeres, de clases populares, Bolsonaro se apoya en los gobernadores para lograr la reelección tras las victorias de sus candidatos en los tres estados más poblados y ricos. Los candidatos de Bolsonaro fueron elegidos gobernadores de Río de Janeiro y Mina Gerais en primera vuelta, mientras que en Sao Paulo el aspirante del Partido Liberal (PL) de Bolsonaro, Tarcisio de Freitas, quedó en primer lugar y se enfrentará en segunda vuelta al candidato del PT Fernando Haddad, derrotado en 2018 por Bolsonaro.

El histórico duelo entre Lula y Bolsonaro decidirá el futuro político de Brasil para los próximos cuatro años. Tras la sorpresa del resultado de Bolsonaro en primera vuelta, Lula se mantiene como favorito con el 51% de intención de voto por el 43% de Bolsonaro, según una encuesta publicada el jueves de Ipec. Solo un 8% de la población asegura que todavía podría cambiar su voto. Un 40% del electorado no votaría nunca a Lula, mientras que un 50% jamás daría su voto a Bolsonaro. “La violencia política y las peleas entre simpatizantes de Lula y Bolsonaro muestran un aumento muy preocupante”, apunta Pereira tras una campaña electoral en la que dos seguidores de Lula y un simpatizante de Bolsonaro ha sido asesinados por discusiones sobre las elecciones o motivos políticos.

La aparición del voto oculto a Bolsonaro reflejó el error de las encuestas de la primera vuelta. La falta de confianza en las empresas demoscópicas por parte de los seguidores de Bolsonaro y su reticencia a responder con sinceridad es una de las causas que pueden explicar el error de los sondeos. En las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2020, los buenos resultados de Donald Trump pese a su derrota reflejaron un fenómeno similar al ocurrido en la primera vuelta con el voto a Bolsonaro. “Estamos estudiando por qué las encuestas no vieron el voto oculto a Bolsonaro”, subraya Pereira desde Rio de Janeiro.

Más allá de la posibilidad de que haya un gran número de personas que vote a Bolsonaro y no lo confiese al encuestador, los analistas sostienen que Bolsonaro se ha podido ver beneficiado del voto útil de electores de otros candidatos conservadores que se pasaron a Bolsonaro los últimos días por su rechazo a Lula. La ausencia de un censo más moderno es otro de los factores que pueden haber influido para no haber sabido detectar que el apoyo a Bolsonaro era mayor de lo que reflejaban las encuestas. El gigante sudamericano de 213 millones de habitantes realizó en 2010 su último censo. Bolsonaro ha animado a sus seguidores a “no responder más encuestas”.

Lula ha recibido el apoyo de la tercera candidata más votada en la primera vuelta, Simone Tebet del Movimiento Democrático Brasileño (MDB) con el 4,6% de los votos. La senadora de centro-derecha ha mostrado su apoyo a Lula y pedirá el voto contra Bolsonaro “en defensa de la democracia”: “Mi apoyo a Lula no es por adhesión. Mi apoyo es por un Brasil que sueño ser de todos, inclusivo, generoso, sin hambre y sin miseria. Con educación y salud de calidad”, escribía el miércoles después de que su partido diera libertad a cargos y afiliados para respaldar a Lula o Bolsonaro.

El cuarto candidato más votado, Ciro Gomes con 3,08%, también dio su apoyo a Lula a regañadientes tras insistir durante la campaña que el ex presidente brasileño “se dejó corromper”. Gomes anunció este martes que “respeta” la decisión del Partido Democrático Socialista de respaldar al ex líder sindicalista del metal. Sin nombrar a Lula, Gomes lamentaba en un vídeo publicado en sus redes sociales que “a los brasileños les queden dos opciones insatisfactorias” y aseguró que no formará parte “de ningún gobierno que salga de las elecciones”.

Lula y Bolsonaro pelean por recoger los 4,9 millones de votos a Tebet y los 3,5 millones de votos a Gomes, además de tratar de movilizar a los 29,9 millones de brasileños que no acudieron a votar. Kaysel explica que el apoyo de Tebet y Gomes a Lula “no conlleva” que sus votantes decidan apoyar al ex presidente brasileño en la segunda vuelta: “Los votantes de Tebet y Gomes son muy reacios a votar tanto a Lula como a Bolsonaro. Todo está abierto.” Solo el 6,4% de los votantes de la primera vuelta no votaron a Lula ni a Bolsonaro. Kaysel subraya que “queda poco pastel electoral por repartir”: “Ya en la primera vuelta, muchos brasileños no votaron a su candidato favorito para decantarse por Lula o Bolsonaro”.

Ante este escaso 6,4% de votantes que no apoyaron a Lula o Bolsonaro en primera vuelta, el académico sostiene que “Bolsonaro tiene muy difícil conseguir aumentar tanto sus votos como para recortar la diferencia de 5 millones de votos con Lula” en la segunda vuelta el 30 de octubre. “A día de hoy, la opción más probable es una victoria de Lula por escaso margen en segunda vuelta”. Kaysel advierte desde Campinas que “este resultado, un triunfo ajustado de Lula, es el peor desde el punto de vista de la amenaza de golpe de Bolsonaro”: “Existe un serio riesgo de que Bolsonaro que llame a sus seguidores a salir a las calles o realizar algún tipo de movimiento para atrincherarse en el poder alegando fraude”. Brasil se encamina a una incierta segunda vuelta. “No está para nada garantizado que Lula gane. La dinámica de la campaña será decisiva para el resultado”, explica el catedrático.

Ante los recelos hacia Lula de una parte de la sociedad brasileña, el líder del PT intenta potenciar su imagen moderada y su perfil negociador. El ex presidente brasileño ha recibido el respaldo este jueves de un grupo de economistas ortodoxos que siempre fueron críticos con su política de expansión del gasto. En línea con su campaña, Lula reaccionaba el jueves intentando rebajar la crispación: “En este instante hay que recuperar una palabra mágica llamada democracia”. La intensa polarización desde hace meses en Brasil fue la raíz del asesinato de dos seguidores de Lula y un simpatizante de Bolsonaro durante la campaña. Los ataques de Bolsonaro a “los petistas”, seguidores del PT, las mujeres, el colectivo LGTBI y las minorías en la multicultural sociedad brasileña han alimentado la crispación política en Brasil. “La radicalidad de su discurso en cuatro años de Presidencia ha llegado a los hogares y la calle”, explica Kaysel.

La errática gestión de la pandemia de Bolsonaro, sus choques con las instituciones y sus amenazas de no aceptar los resultados han llevado a Brasil a sus elecciones más polarizadas desde el regreso de la democracia en 1985. Bolsonaro ha admitido que “muchos votos” a Lula demostraron una “voluntad de cambio por parte de la población” afectada por el aumento de los precios de la cesta de la compra con una inflación del 7,9% anual, el desempleo del 8,9% y la inseguridad en un país que ha multiplicado por cinco la tenencia de armas durante el mandato de Bolsonaro. Pese a que Lula se quedó solo dos puntos de la victoria en primera vuelta, el buen resultado de Bolsonaro multiplica las esperanzas del presidente brasileño de ser reelegido en una incierta segunda vuelta el 30 de octubre.

Tras una errática gestión económica, Bolsonaro insiste en poner en valor la recuperación económica de Brasil en los últimos meses: “Brasil despegó, pero si cambian el piloto ahora, en medio de un vuelo, harán caer el avión”, defendía Bolsonaro rodeado de líderes católicos y evangelistas de la extrema derecha.

El histórico duelo entre Lula y Bolsonaro marcará el futuro de Brasil mientras las grandes preocupaciones de sus 213 millones de habitantes se centran en el desempleo del 8,9%, los duros efectos de la inflación del 7,9% anual, la violencia y el hambre que afecta a 33 millones de brasileños que viven en extrema pobreza con ingresos de 105 reales (20 euros) al mes y a 63 millones de personas que sobreviven con unos 500 reales (98 euros), recoge el Centro de Estudios Sociales de la Fundación Getullo Vargas. La pandemia de covid-19 fue uno de los mayores desafíos de Bolsonaro en sus cuatro años de mandato. Ante las críticas por calificar de “gripecita” el virus, Bolsonaro ha defendido su protección de la economía mientras sus opositores le reprochan que la lentitud en la compra de vacunas costó millones de vida. La pandemia ha provocado en Brasil 680.000 en Brasil y 34,7 millones de personas contagiados, apunta la Universidad John Hopkins.

La errática gestión de la pandemia de Bolsonaro, sus choques con las instituciones y sus amenazas de no aceptar los resultados han llevado a Brasil a sus elecciones más polarizadas desde el regreso de la democracia en 1985. Bolsonaro, quién ha defendido la dictadura militar brasileña entre 1964 y 1985, ha vuelto a suscitar una gran polémica en redes por criticar a los estados de la región del noreste, la más pobre de Brasil donde Lula ganó con más del 65% de votos, alegando que la victoria de Lula se debe al “analfabetismo mayor” en esa región. Bolsonaro ha remarcado que la región más pobre de Brasil lleva “20 años gobernada por la izquierda”.

Kaysel concluye que “la extrema derecha se consolida en Brasil”: “Bolsonaro ha demostrado un gran poder de movilización. El discurso extremista de Bolsonaro sigue dominando al sector conservador de la sociedad brasileña” Kaysel subraya una de las claves de las tres intensas semanas de campaña que decidirán si Brasil sigue apostando por la senda ultraconservadora de Bolsonaro o vuelve a confiar en un gobierno enfocado en lo social del considerado por muchos el mejor presidente de la historia de Brasil: “Lula debe hacer valer más los buenos resultados de sus políticas sociales que el mal recuerdo de la corrupción durante sus años de gobierno”.