Geopolítica

Xi pretende reforzar su prestigio internacional y demostrar que Pekín no está aislada entre las autocracias del mundo.

El presidente chino acapara el protagonismo de la decimoquinta cumbre de los Brics en Suráfrica y su presencia cimienta los lazos estratégicos de Pekín con el continente negro

Chinese President Xi Jinping observes a guard of honour during a state visit at Union Building in Pretoria, South Africa, Tuesday, Aug. 22, 2023. Chinese President Xi Jinping has arrived for a state visit in South Africa where the two countries are expected to strengthen ties ahead of the BRICS summit starting in Johannesburg on Tuesday. (AP Photo/Themba Hadebe)
El presidente Xi Jinping en la recepción de los Brics en SudáfricaASSOCIATED PRESSAgencia AP

El presidente chino, Xi Jinping,acapara el protagonismo en la 15ª cumbre de los BRICS que se celebra a partir de este martes hasta el jueves en Johannesburgo, una reunión que se presenta repleta de intrigas diplomáticas y ambiciones económicas. Su visita promete una dinámica interacción de movimientos geopolíticos, ya que le seguirá inmediatamente una importante gira de Estado a Sudáfrica, que cimentará aún más los lazos estratégicos de Pekín en el continente africano. El actual conflicto de Rusia en Ucrania, las turbulencias económicas de Sudáfrica y la intensificación de la rivalidad entre los gigantes asiáticos, China e India, confieren a esta reunión un marcado carácter de urgencia.

La guerra de poderes en Ucrania, apoyada por Estados Unidos y la OTAN, ha impulsado especialmente el acercamiento de los BRICS como bloque económico y político. Estos países están avanzando a pasos agigantados para convertirse en una fuerza sólida. Pero el bloque, unido en su resentimiento contra la hegemonía financiera estadounidense, también representa un sentimiento común entre los del Sur Global: su rencor por el dominio y la arrogancia de Occidente.

Así pues, Xi ha aterrizado con el objetivo de reforzar la influencia de Pekín entre las naciones en desarrollo y emergentes. Se trata de un esfuerzo estratégico trascendental en medio de la feroz competencia entre Washington y Pekín en aras de la supremacía tecnológica y económica.

El mandatario chino ya visitó Sudáfrica en 2018 con el objetivo de mejorar los lazos bilaterales diplomáticos y económicos. En esta ocasión, se trata de su segundo viaje internacional este año, una trayectoria muy distinta respecto a su época de diplomacia global omnipresente anterior a la pandemia. De hecho, su única visita al extranjero en 2023 fue en marzo, cuando se reunió con su "querido amigo" Vladimir Putin en Moscú. Un encuentro que puso de relieve su alineada postura estratégica frente a Washington, así como su visión compartida de un nuevo orden mundial de ruptura con el dominio occidental. Y ahora, a medida que los “amigos” luchan contra el aislamiento geopolítico de las potencias occidentales, se hace evidente su giro hacia el fomento de los lazos económicos en los países en vías de desarrollo.

Para Xi, esta conferencia constituye una excelente oportunidad para debatir cómo convertir un club de naciones que representan una cuarta parte de la economía mundial, en una fuerza geopolítica capaz de desafiar el dominio del mundo desarrollado.

Los países miembros de este bloque -Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica- representan en conjunto más del 40% de la población mundial y, más allá de su demografía, comparten una aspiración común por un mundo multipolar y un papel más amplio en la configuración de los asuntos mundiales.

Expansión

A la cumbre de Sudáfrica se ha invitado a un total de 69 países, incluidos todos los Estados africanos, y se espera que la política de expansión ocupe un lugar destacado en el orden del día. Entre los Estados que han mostrado interés en unirse al grupo, ya sea formal o informalmente, se encuentran Argelia, Arabia Saudí, Argentina y Etiopía. No obstante, la participación del presidente ruso, Vladimir Putin, sobre quien pesa una orden de detención internacional por presuntos crímenes de guerra en Ucrania, se realizará por vídeo en lugar de asistir en persona.

El bloque ha recorrido un largo camino desde principios de siglo. Como señala Bank of America en un informe publicado el 11 de agosto, el producto interior bruto combinado de los países del Brics como porcentaje de la producción mundial superó al del Grupo de las siete economías avanzadas en 2021, en términos de paridad de poder adquisitivo. Para 2028, se espera que estas naciones representen el 33,6% de la producción mundial, frente al 27% del G7.

Además, el bloque está unido en su resentimiento contra la hegemonía financiera estadounidense, un rencor que se intensificó tras las medidas de Washington para castigar a Rusia por su invasión de Ucrania. De hecho, uno de los grandes temas de conversación en el encuentro se centrará en la enorme influencia del dólar estadounidense en la coyuntura financiera global y su deseo de destronarlo. No obstante, la propia China ha mostrado poco interés en asumir el dólar estadounidense como divisa mundial de elección, lo que requeriría la plena convertibilidad del yuan y una cuenta de capital abierta. Y es que, actualmente Pekín tiene suficientes problemas para restablecer la confianza en su vulnerable economía y sus mercados como para preocuparse por los riesgos de liberalizar sus mercados financieros.

Tensiones China e India

Por otra parte, la escalada del conflicto entre Estados Unidos y China ha puesto de manifiesto las diferentes prioridades estratégicas de los miembros del bloque. No sólo dificulta a Brasil y a otros miembros del grupo Mercosur de naciones sudamericanas la consecución de un acuerdo comercial con la Unión Europea, sino que exacerba las tensiones entre China e India en un momento en que esta última está impulsando la cooperación en materia de defensa con Estados Unidos.

Durante su estancia en Sudáfrica, Xi colaborará con su homólogo sudafricano, Cyril Ramaphosa, para copresidir el Diálogo de Líderes China-África, forjando conexiones y diálogos que podrían remodelar el panorama geoestratégico. El propio Xi definió la relación sino africana como”una alianza forjada con el enfoque adecuado desafía a la distancia, más sólida que el pegamento y más robusta que el metal y la roca". De hecho, ha sido el mayor socio comercial del gigante asiático en la región durante 13 años consecutivos y uno de los principales receptores de inversión china.

China persigue cuatro intereses estratégicos fundamentales en África, de acuerdo con la corporación RAND. En primer lugar, aspira a acceder a los recursos naturales, en particular al petróleo y al gas. Para garantizar el suministro futuro, China está invirtiendo fuertemente en los sectores petrolíferos de países como Sudán, Angola y Nigeria. Estas inversiones podrían facilitar sus esfuerzos por reestructurar su propia economía, alejándose de las industrias intensivas en mano de obra, especialmente a medida que aumentan los costes laborales en el gigante asiático. En tercer lugar, China reclama legitimidad política. La mayoría de los gobiernos africanos expresan su apoyo a la política de "una sola China", un requisito previo para atraer la ayuda y la inversión de este país. Por último, Pekín ha procurado desempeñar un papel más constructivo como contribuyente a la estabilidad de la región, en parte para mitigar las amenazas a sus intereses económicos relacionadas con la seguridad.

En África, sus gobiernos esperan que el país asiático les proporcione reconocimiento político y contribuya a su desarrollo económico a través de la ayuda, la inversión, el desarrollo de infraestructuras y el comercio. Algunos africanos aspiran a imitar el rápido desarrollo económico de China y creen que sus naciones pueden beneficiarse de su reciente experiencia para salir de la pobreza.

No obstante, algunos africanos se muestran críticos con el compromiso chino. Sindicatos, grupos de la sociedad civil y otros segmentos de la sociedad africana critican a las empresas chinas por las malas condiciones laborales, las prácticas medioambientales insostenibles y el desplazamiento de puestos de trabajo. En algunos países, el resentimiento por las prácticas comerciales chinas ha desembocado en protestas populares y violencia contra empresarios y emigrantes chinos.