Terrorismo

La amenaza terrorista se expande a Benín: "Hasta ahora parece que no se han tomado muy en serio el terrorismo yihadista"

Los ataques se multiplican en 2025, en la zona próxima a la frontera portuguesa

Malí.- Malí confirma la detención de un supuesto "alto cargo" de la rama de Estado Islámico en el Sahel
Militares malienses en BamakoEuropa Press

El terrorismo islámico que aterra a las poblaciones del Sahel experimenta un proceso de continuo crecimiento. Tras hacerse evidente, en función de los datos objetivos de que se disponen, que las juntas militares de Mali, Níger y Burkina Faso no están siendo capaces de hacer frente a la amenaza, los terroristas cuentan con la libertad de extender su campo de acción. Es un hecho. El fracaso de los militares en el Sahel, más allá del aspecto ideológico que representan, se hace patente en este hecho. Y Benín es el primer país en sufrir esta debacle.

Un acontecimiento reciente sacudió a la nación africana el 17 de abril de este año. Una doble emboscada contra militares benineses en el norte del país se saldó con al menos 54 militares asesinados y puso de manifiesto la degradación de la situación de seguridad en el país. El ataque del mes pasado se suma a otros enfrentamientos registrados en los pasados meses de enero y febrero, donde destaca también un ataque ocurrido en Karimamba. En este caso, una fuerza de 200 terroristas del grupo conocido como JNIM acabó con la vida de entre 28 y 36 soldados benineses. Los números se acumulan en este pequeño país cuyo PIB es 83 veces inferior al español y cuya capacidad de respuesta, como es evidente, puede considerarse en extremo limitada ante un enemigo que ya ha arrasado con tres países de la región.

Una de las zonas más castigadas es el Parque Nacional de Pendjari, ubicado junto a la frontera burkinesa y muy próximo al lugar donde fueron asesinados en Burkina Faso los periodistas españoles David Beriain y Roberto Fraile. LA RAZÓN ha contactado con Pilar Rangel, profesora de Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales en la Universidad de Málaga, para conocer los motivos que empujan a que sea este Parque Nacional el centro de los ataques. La profesora señala que “las razones por las que se producen estos tipos de incursiones en esta zona es porque la configuración geográfica dificulta la toma del parque, es una zona donde pueden estar escondidos. En la época de lluvias el acceso es imposible por tierra y por aire. Y es una zona que ellos tienen bastante bien controlada. Luego nos encontramos otro problema, que es la falta de presencia del Estado en esta zona”. Rangel especifica que, entre 2019 (momento en que comenzaron los ataques) hasta 2024, unos 120 soldados benineses han sido asesinados en el parque.

El JNIM es el actor principal en este drama. Su presencia se extiende a lo largo de la zona centro y norte de Mali, igual que ocupa importantes zonas en el sur de Burkina Faso, cerca de las zonas fronterizas de Togo y de Níger. De hecho, pocos días después del ataque del 17 de abril, Ousmane Dicko, hermano de Jaafar Dicko, que es el líder de la célula burkinesa del JNIM, publicó un sonado vídeo donde justificaba lo sucedido en los presuntos crímenes cometidos por las fuerzas armadas burkinesas contra la población musulmana, en especial contra las poblaciones peul que habitan en el norte del país.

La inclusión de los fulani (peul) en su discurso sigue una lógica ya observada en Mali y en Burkina Faso. Los peul conforman una etnia de 40 millones de personas con una tradición pastoril y nómada y que ocupa amplias zonas en media docena de países de África Occidental. En Nigeria, los fulani, también de religión musulmana, son protagonistas de los virulentos enfrentamientos entre pastores y agricultores (a veces malinterpretados como enfrentamientos entre musulmanes y cristianos); en Mali y Burkina Faso configuran un porcentaje importante de la fuerza de combate de los grupos terroristas. Todo ello, entre otras razones, por el trato desigual que denuncian recibir por parte de los diferentes gobiernos involucrados. En definitiva, Dicko explicaba que los ataques contra el norte de Benín se debían interpretar como una forma de proteger a los peul (fulani), pero debe entenderse que estas afirmaciones se tratarían antes de una forma de propaganda para atraer a sus filas a sujetos peul benineses.

Dicko también advertía que Senegal ha pasado a considerarse como un objetivo legítimo para el JNIM, en este caso como respuesta a las patrullas conjuntas de senegaleses y malienses que participan en Mali en la lucha antiterrorista. Asimismo, la decisión del gobierno de Guinea Conakry de prohibir el pastoreo (a los peul) en las zonas de pasto tradicionales se considera una razón suficiente para mantener la presión sobre este país africano. Como puede verse, el JNIM tiene interés en expandir sus acciones a lo largo del litoral africano, que es una posibilidad que lleva valorándose desde el inicio de la década.

El peligro es real. Es letal. Rangel especifica que “el JNIM publicó imágenes del ataque [del 17 de abril] y de todo el material capturado (drones, morteros, ametralladoras, rifles, munición) cuyo origen es chino. Es un problema porque no son solo los daños que causan, sino también es una forma de armarse que tienen los grupos terroristas”. Y la respuesta del gobierno beninés hasta el momento, de todos modos, no ha sido satisfactoria.

En 2022 se lanzó la Operación Mirador, dirigida a combatir la insurgencia terrorista y que contó desde el inicio con un fuerte despliegue de tropas. La operación sigue en curso a día de hoy y sus resultados han sido, cuanto menos, escasos, pese a contar con el apoyo ocasional de Europa. Por ejemplo, en marzo de este año, la UE entregó a Benín un avión de vigilancia Cessna Caravan C208B; asimismo, en diciembre de 2023 se lanzó la Iniciativa de Seguridad y Defensa de la UE en el Golfo de Guinea, que tiene como objetivo apoyar a los países costeros de África Occidental, incluidos Benín, Ghana, Togo y Costa de Marfil, en el fortalecimiento de sus fuerzas de seguridad y defensa para hacer frente a las amenazas terroristas en sus regiones septentrionales.

En este punto, la profesora Rangel indica que “Benín debería repasar su estrategia militar a la hora de luchar contra los grupos terroristas y lo que sería la frontera con Burkina Faso. Hasta ahora parece que no se han tomado muy en serio el terrorismo yihadista o no tienen capacidades suficientes para poder enfrentarlo”. La seguridad de Benín, pero también la estabilidad del golfo de Guinea, está en juego.