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Tokayev, de delfín del primer presidente kazajo a líder con nombre propio

El presidente de Kazajistán vence en las elecciones anticipadas con el 81,31% de los votos tras apartar a la vieja élite e impulsar amplias reformas

El presidente Kassym-Jomart Tokayev, en la imagen con Vladimir Putin, mantiene un difícil equlibrio diplomático entre Occidente y Rusia
El presidente Kassym-Jomart Tokayev, en la imagen con Vladimir Putin, mantiene un difícil equlibrio diplomático entre Occidente y RusiaDPA vía Europa PressDPA vía Europa Press

Kasim-Yomart Tokayevfue hace tres años el delfín del primer presidente de Kazajistán, Nursultan Nazarbayev, llamado a liderar la transición tras 30 años de poder del entonces considerado “padre de la nación”, pero para muchos fue un líder en la sombra. Hoy se ha deshecho de esa etiqueta al apartar a la vieja élite de las estructuras estatales y al impulsar amplias reformas.

Expresidente del Senado (2013-2019), ex primer ministro (1999-2002) y exministro de Exteriores (1994-1999) antes de convertirse en presidente de la mayor república centroasiática y de la economía más grande de la región, Tokayev ganó las elecciones presidenciales anticipadas del domingo con el 81,31 % de los votos, casi once puntos más que en 2019, según los datos preliminares.

El presidente de Kazajistán propuso adelantar los comicios presidenciales y convocar elecciones legislativas anticipadas en la primera mitad de 2023, con el argumento de que estos dos poderes necesitaban un “nuevo mandato de confianza pública”.

Antes, modificó la Constitución para aumentar de cinco a siete años el mandato presidencial sin posibilidad de reelección.

El mandatario, de 69 años, que es un hombre de mundo que se formó en Moscú, aprendió chino en Pekín y trabajó en altos cargos en la ONU, asumió el poder hace tres años con el “deber sagrado de seguir la senda marcada por el primer presidente”.

Era una muestra de lealtad y de continuidad del legado de Nazarbayev, que presumió de ser aperturista y reformador de un país que entonces ocupaba el puesto 144 en el Índice de Democracia de “The Economist”. El año pasado, esa nación había subido al puesto 128, si bien aún sigue en el rango de los Estados autoritarios.

Tokayev prometió llevar a cabo las reformas sin apresuramientos, de manera consecuente y meditada, a sabiendas de que no solo tenía que reducir las atribuciones presidenciales a favor de un parlamento más fuerte, sino también modernizar la vida socioeconómica del país, donde la sociedad se quejó del reparto desigual de las riquezas nacionales -crudo, gas o uranio- y demandaba más libertades.

“No necesitamos tumultos y cataclismos. Conocemos muy bien la historia de la Unión Soviética”, dijo en su momento.

Pese a las reformas acometidas en los últimos años por el presidente, en enero pasado estallaron violentas protestas, alentadas por el descontento social con la corrupción y la élite de la nación, en la que la familia de Nazarbayev tenía una gran influencia y vastos intereses económicos y políticos.

Esas protestas, que estallaron inicialmente por la duplicación del precio del gas licuado, se transformaron en disturbios que provocaron 240 muertos y cerca de 4.600 heridos.

Tokáyev tomó la decisión de reprimir los disturbios entre denuncias de un intento de golpe de Estado. Recurrió incluso a la postsoviética alianza militar Organización del Tratado de Seguridad COlectiva (OTSC) liderada por Rusia para calmar las aguas.

El mandatario entendió la señal de la sociedad y la necesidad de distanciarse de Nazarbayev. Desalojó de importantes cargos económicos y políticos a su antecesor y a sus familiares.

En junio pasado reformó la Constitución en el primer referéndum en 27 años. Más del 77% de los kazajos apoyaron la transición de un Estado “superpresidencial” a uno presidencial con un Parlamento más fuerte.

Algunas de las enmiendas limitaban además el poder de su antecesor y prohibieron que los familiares más cercanos al jefe de Estado ocupen cargos políticos y de liderazgo en el sector cuasi público.

Tokayev también introdujo cambios que hacen más fácil registrar un partido político y establecen una cuota del 30% para mujeres y jóvenes en la composición de las listas de partidos, pero el politólogo Dimash Alzhanov, considera que la reforma Constitucional no cambia el antiguo sistema político. “Hay una imagen de reformas, pero los problemas persisten”, dice.

No obstante, Tokayev ha conseguido emerger como una figura independiente. El primer presidente fue apartado del partido oficialista, perdió el estatus de presidente vitalicio en el Consejo de Seguridad Nacional y la mención de “padre de la nación” o Elbasi desapareció de la Constitución.

En septiembre decidió además devolver el nombre de Astaná a la capital del país, que había pasado en 2019 a denominarse Nursultán, en honor de Nazarbayev.

“Sin duda, la imagen de Tokayev se vio afectada inicialmente por el hecho de que Nazarbayev lo nombrara para el puesto más alto. Éste mantenía en sus manos los puestos clave. Pero ocurrieron los eventos de enero y Tokayev se convirtió en el beneficiario de la situación, habiendo logrado asumir poderes importantes”, indica Alzhanov.

“Después de enero, comenzó a ser percibido como una persona que determina la política exterior y gestiona el acceso a ciertos recursos”, recalcó.

Equilibrios en política exterior

En política exterior, el mandatario ha procurado mantener un difícil equilibrio entre Occidente y la estrecha relación que su país mantiene con China y Rusia, una tarea complicada en medio de la guerra rusa en Ucrania.

Su antecesor logró llevarse bien con todas las grandes potencias y pese a la buena relación con el presidente ruso, Vladimir Putin, nunca reconoció la anexión rusa de la península ucraniana de Crimea.

Tokayev ha adoptado la misma postura. Recientemente dijo a Putin que no reconocerá la independencia de las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk, después anexionadas por Rusia junto a las regiones de Zaporiyia y Jersón.