Descontento en la órbita rusa
Kazajistán se queda sin revolución
No hay manifestantes en las calles del país asiático las reivindicaciones de los ciudadanos han sido aplastadas con una represión sangrienta y el presidente Tokayev, con la ayuda de Putin, sigue en el poder.
En 2019, cuando el primer presidente de Kazajstán, Nursultan Nazarbayev, anunció su renuncia después de estar en el poder durante 30 años, hubo entusiasmo por la inminencia del cambio. La elección de Tokayev, leal a Nazarbayev, solo aumentó el descontento público. El encarecimiento del combustible fue el punto de inflexión y la medida sacó a las calles a miles de kazajos, empezaron a reunirse pacíficamente en las plazas públicas, pero las protestas se tornaron violentas rápidamente. Los saqueos a comercios y los incendios en edificios oficiales, se saldaron con 164 fallecidos y 10.000 detenidos, según cifras del gobierno.
Liderados por Rusia, y a través de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), hasta 2.000 soldados rusos fueron enviados para apagar las protestas. Después de una semana desde que se declararon por terminadas las manifestaciones, el gran reto de Tokayev es conseguir la estabilidad política y social.
La salida de Karim Masimov como jefe del Comité de Seguridad Nacional, la agencia de inteligencia nacional o KNB, fue un cambio importante en la escena política. Tokayev busca asegurarse la lealtad del sector militar y los servicios de inteligencia. Durante años, Masimov fue un hombre de confianza en la cúpula gobernante y es un leal acérrimo a Nazarbayev. La antigua élite, heredada desde la Unión Soviética y afianzada posteriormente en la presidencia de Nazarbayev, sigue ocupando puestos en el Gobierno y altos cargos en empresas estatales de sectores estratégicos. Cuando las protestas estallaron y los manifestantes empezaron a exigir cambios, Tokayev destituyó al Gobierno al completo y despojó al exdirigente Nursultán Nazarbayev del puesto de presidente del Consejo de Seguridad.
La eliminación simultánea de Nazarbayev y Masimov, es un acto reflejo de Tokayev, el presidente alberga dudas sobre la lealtad del equipo de gobierno. Elegido personalmente por Nazarbayev para sustituirlo, se enfrentó a su llegada a constantes conflictos entre la antigua y la nueva Administración. Tokayev ganó las elecciones en 2019 y se encontró a un expresidente que no se había jubilado y seguía ejerciendo influencia. Tokayev se enfrenta a un escenario hostil del que puede salir reforzado, pero antes debe demostrar que es lo suficientemente fuerte para mantener el control social, formar un nuevo Gobierno y tranquilizar a las élites en medio del caos que se desarrolla a su alrededor.
Espacio post-soviético
Con la caída de la Unión Soviética surgen quince estados independientes, federados desde 1922 en un espacio único en el mundo. El camino hacia la libertad de los países satélite de la URSS, hace treinta años, no estuvo acompañado por Moscú. Lejos de tener una relación respetuosa con sus vecinos, el Kremlin ve en crisis como la de Kazajistán un espacio para aumentar su influencia en la región.
Kazajistán es el país más próspero de Asia Central. El idioma ruso (ahora universalmente hablando) llegó con la conquista colonial rusa, a partir del siglo XVIII. A principios del período soviético, los kazajos sufrieron una serie de transformaciones dictadas por Moscú, incluida la colectivización de la agricultura. En la actualidad, el país explota con éxito la undécima reserva de petróleo más grande del mundo y es el principal exportador mundial de uranio. La independencia económica venida de la riqueza energética le ha permitido mantener con Moscú una relación amistosa, pero alejada de cualquier dominio. Los expertos coinciden en que la ayuda de Putin a Tokayev para sofocar las manifestaciones podría volver a aproximar a las dos potencias.
Treinta años después, muchas de las ex repúblicas soviéticas siguen desconfiando de Rusia. Los gobiernos actuales, heredados de la época soviética, siguen controlando la política y la economía, y aunque el camino es irreversible, estos pequeños países son conscientes de que Moscú puede llegar a ser su único aliado.
Las tensiones continúan en la región con el despliegue ruso en la frontera ucraniana, con la invasión de Ucrania en 2014 y la anexión de la península de Crimea, así como la breve ocupación de Georgia en 2008. De igual manera que Francia y Reino Unido, ex potencias coloniales de África, ejercieron cierto grado de control después de su retirada, Rusia sigue ejerciendo hoy, en mayor o menor medida, cierta influencia, ya sea económica, política o militar en casi todos estos jóvenes Estados.
La ira de los ciudadanos con los sistemas autoritarios que no han logrado mejorar la calidad de vida ha ido en aumento en los últimos años. En las calles de Kazajistán no quedan manifestantes, pero el descontento demostró a los líderes déspotas de la región que el control que mantienen es sumamente frágil y puede ser descompuesto en cualquier momento como se vio también en Bielorrusia.
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