Desinformación y bulos
La estafa de “Baoer Kechatie” el supuesto soldado checheno creado por Inteligencia Artificial que timó a miles de chinos
El "tiktoker" chino fabricó el rostro del militar ruso con un software con el que logró atraer a 400.000 seguidores a los que después vendía productos soviéticos
Un creador de contenidos ha cautivado durante meses a cientos de miles de seguidores en Douyin, la versión china de TikTok, ofreciéndoles en tiempo real supuestos reportajes bélicos desde el corazón del conflicto entre Rusia y Ucrania. Luciendo una espesa barba y la cabeza rapada, el farsante asumió el seudónimo de “Baoer Kechatie” afirmando ser un soldado de las fuerzas especiales de Chechenia, destinado en el frente ucraniano
“A mis espaldas tengo una central nuclear ucraniana. Acabamos de conquistar este lugar y hemos capturado peces gordos, como un consultor estadounidense". El TikToker hacía afirmaciones descabelladas como esta en sus vídeos, sosteniendo que era un soldado checheno desplegado en combate y que incluso había derrotado a marines estadounidenses y conseguido una pistola M1911 de uno de ellos. Llegó a grabarse delante de una limusina blanca afirmando que era uno de los vehículos oficiales del presidente Volodimir Zelenski, que su brigada había tomado.
El nombre de la cuenta rinde homenaje a Paul Korchagin, protagonista de la novela soviética "Cómo se templó el acero", que luchó en la guerra civil rusa y vivió en Ucrania. Con una chaqueta de aspecto militar y, en ocasiones, una gorra con una estrella roja del Partido Comunista Chino, Baoer Kechatie alardeaba de haber ayudado a tomar territorio en Ucrania.
A pesar de la inverosimilitud de su testimonio, fácilmente desmontable por su marcado acento chino, su cuenta no dejó de atraer a más seguidores, hasta 400.000, que aplaudían su "valentía". Como broche final y con el auge de su popularidad, el supuesto soldado tiktoker enlazaba en cada vídeo un link que llevaba a una tienda de comercio electrónico donde vendía productos rusos, desde vodka hasta miel.
Al final, todo lo que contaba era tan burdo que sus propios seguidores acabaron descubriendo la estafa tirando de la dirección IP de la cuenta : Baoer Kechatie era el seudónimo utilizado por un chino de la provincia central de Henan que se había fabricado un nuevo rostro con el software “deepfake”: un sistema que, potenciado por inteligencia artificial, puede reproducir o clonar, a partir de imágenes y vídeos reales, la cara y la voz de una persona.
Los escenarios de sus montajes se grababan en China. Todo era una estafa para vender productos importados de Rusia -había vendido al menos 210 artículos- haciéndose pasar por un guerrero que luchó junto a las tropas del Kremlin, que cae simpático a la corriente más nacionalista que se mueve por las redes sociales chinas y devora toda la propaganda de Moscú.
En respuesta, Douyin ha suspendido indefinidamente la cuenta, alegando que su propietario estaba difundiendo desinformación. Desde entonces, este ha eliminado todos los videoclips y ha cambiado su nombre por el de Wang Kangmei, o "resistiendo a Estados Unidos".
Desinformación
Las plataformas de redes sociales de todo el mundo están librando sus propias batallas contra las noticias falsas y la desinformación relacionadas con la invasión rusa de Ucrania. Las empresas sociales chinas no son una excepción, con creadores de contenidos que adoptan identidades extranjeras para forrarse en Internet. De Douyin a Weibo, de WeChat a Bilibili, se han apresurado a eliminar cuentas que difunden desinformación y hacen comentarios belicistas y chistes vulgares, con el telón de fondo de la confusa posición de China sobre la guerra.
A principios de año, el máximo organismo de vigilancia de Internet en China publicó una nueva normativa para controlar lo que denominó "tecnologías de síntesis profunda", en referencia a la IA utilizada para generar texto, imágenes y vídeos.
La regulación exige ahora a las plataformas relacionadas que establezcan un sistema de verificación del nombre real de los usuarios antes de que puedan acceder al servicio. Mientras tanto, los proveedores de contenidos deben obtener el consentimiento por separado de los usuarios si su servicio incluye funciones que editen su información biométrica, como su rostro y su voz, y tienen prohibido difundir información falsa.
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