
Defensa
China tiene un superdron furtivo que cambia la guerra en el mar
China presenta la nueva joya de su aviación militar, el GJ-11, el primer dron de combate furtivo del mundo diseñado para operar desde portaaviones y que puede ejecutar misiones complejas de forma totalmente autónoma

La idea de un caza de combate escoltado por drones autónomos, capaces de atacar objetivos de forma coordinada, ya no es cosa de ciencia ficción. En China, esta visión está tomando forma con el GJ-11, un aparato no tripulado que representa un salto en la doctrina aérea moderna. Desarrollado por el conglomerado estatal AVIC, este dron furtivo ha sido concebido desde el principio para operar como una extensión de la fuerza de los aviones tripulados, abriendo un nuevo capítulo en la guerra naval.
De hecho, su función más destacada es la de actuar como «fiel compañero de ala». En 2022 ya se realizaron pruebas de esta simbiosis tecnológica junto a un caza de quinta generación J-20, demostrando su capacidad para integrarse en operaciones complejas. El GJ-11 es capaz de operar de forma independiente en todas las fases de una misión, desde el despegue hasta el aterrizaje, gracias al uso de inteligencia artificial para gestionar las tareas más exigentes en el campo de batalla. Esta sinergia entre plataformas tripuladas y no tripuladas se enmarca en una estrategia más amplia de Pekín para modernizar su fuerza aérea, un esfuerzo que también se refleja en el desarrollo de nuevos aviones de combate diseñados para competir directamente con los cazas estadounidenses.
En este sentido, todo en su diseño delata su vocación naval. Un detalle revelador son las bisagras visibles en sus alas, una solución técnica indispensable para plegarlas y así facilitar su almacenamiento en los hangares de los buques. Por ello, se especula con que su destino sean los nuevos portaaviones de la Armada asiática, el Sichuan y el Fujian, tal y como han publicado en Interesting Engineering, buques preparados para operar con aeronaves de última generación. Este enfoque en el poder naval no es un hecho aislado, ya que el país asiático también está desarrollando otras plataformas avanzadas como el temido submarino inteligente 'Tiburón Fantasma', demostrando una inversión integral en su flota.
Un depredador furtivo con 2.000 kilos de armamento
Este aparato no tripulado, con 10 metros de largo y 14 de envergadura, basa su poder ofensivo en dos bodegas de armas internas que le permiten transportar hasta 2.000 kilogramos de armamento. Esta configuración es crucial, ya que al no llevar las armas en soportes externos, mantiene un perfil limpio que le ayuda a pasar desapercibido ante los sistemas de defensa enemigos.
Asimismo, su rendimiento operativo es notable. Impulsado por un motor turbofán, el GJ-11 puede alcanzar una velocidad máxima de 1.111 kilómetros por hora y cuenta con un radio de combate que supera los 1.500 kilómetros, lo que le otorga un alcance considerable. Su diseño está completamente optimizado para minimizar su detección por radar, empleando una configuración de ala volante, una toma de aire en la parte superior del fuselaje y un recubrimiento especial con materiales que absorben las ondas electromagnéticas.
Por otro lado, aunque su presentación oficial tuvo lugar en 2019, el GJ-11 es en realidad un proyecto de largo recorrido conocido como 'Sharp Sword', cuyo primer prototipo alzó el vuelo en 2013. Su eventual incorporación a la flota china supondría un avance cualitativo evidente en la capacidad de Pekín para proyectar su fuerza, especialmente en el tenso escenario geopolítico de la región del Indo-Pacífico.
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