Asia

Un misil norcoreano hace saltar las alarmas en Japón

Es el último lanzamiento desde que Pyongyang probara en marzo su misil de mayor alcance

Una vez más, en la norteña isla japonesa de Hokkaido sonaron sirenas atronadoras. Y es que, Corea del Norte efectuó el jueves otro lanzamiento de un misil balístico intercontinental, pero en esta ocasión y según sus vecinos más rápido y difícil de detectar. Como consecuencia, Japón instó brevemente a los residentes de la isla septentrional a refugiarse, precavidos y vigilantes ante la evolución de las provocativas amenazas de pruebas balísticas norcoreanas.

El proyectil fue lanzado en ángulo elevado desde las proximidades de la capital norcoreana, Pyongyang, y tras un vuelo de 1.000 kilómetros, cayó finalmente en aguas entre la península coreana y Japón, según informó el Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur.

Durante una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad Nacional de Seúl, las autoridades subrayaron la necesidad de estrechar la cooperación en materia de seguridad a tres bandas con Washington y Tokio. El primer ministro japonés, Fumio Kishida, celebró una reunión de su Consejo de Seguridad Nacional para analizar el lanzamiento y la respuesta nipona. Asimismo, Washington, Tokio y Seúl mantuvieron una conversación telefónica en la que pidieron una “respuesta internacional decidida y unida” a las continuas provocaciones y mayores esfuerzos para frenar la financiación ilícita norcoreana de su programa armamentístico.

Es frecuente que el reino ermitaño lance misiles de prueba hacia las aguas internacionales entre la península coreana y Japón, utilizando trayectorias elevadas para evitar a los países vecinos. Corea del Sur y Japón no suelen emitir órdenes de evacuación a menos que determinen que un arma norcoreana sobrevuela en su dirección.

El ministro japonés de Defensa, Yasukazu Hamada, dijo a la prensa que el proyectil disparado no alcanzó la zona económica exclusiva de Japón. A pesar de todo, las autoridades japonesas instaron a la población de la isla de Hokkaido, situada más al norte, a buscar refugio y suspendieron temporalmente los servicios de tren, autobús y metro. Las comunidades locales también activaron sirenas de alerta a través de altavoces comunitarios, instando a la gente a que evacuara.

Posteriormente, el Gobierno retiró su alerta de misiles, alegando que no había ninguna posibilidad de que éstos aterrizaran en las cercanías. El secretario jefe del Gabinete, Hirokazu Matsuno, declaró a la prensa que la alarma se basaba en la primera evaluación del Ministerio de Defensa japonés sobre la trayectoria del misil y que se trataba de una medida “apropiada” para dar prioridad a la seguridad de la población.

Se trata del último lanzamiento desde que el 16 de marzo Pyongyang probó su misil balístico intercontinental Hwasong-17, el de mayor alcance y propulsado por combustible líquido. Además, a finales de marzo, el Norte presentó un nuevo tipo de ojiva nuclear, lo que hace temer que pueda realizar su primer ensayo atómico en más de cinco años. Expertos extranjeros debaten si ha logrado desarrollar cabezas lo suficientemente pequeñas y ligeras como para instalarlas en sus misiles más avanzados.

Los norcoreanos han lanzado un centenar de misiles desde principios de 2022, muchos de ellos con capacidad nuclear, lo que sitúa a los territorios de Estados Unidos, Corea del Sur o Japón a corta distancia. Esta avalancha de pruebas se debe en gran medida a los simulacros militares que han estado llevando a cabo sus adversarios y que Norcorea considera un ensayo de invasión.

Cabe destacar que el pasado lunes, Kim Jong-un revisó los planes de ataque de su país y prometió mejorar su arsenal nuclear de forma más “práctica y ofensiva”. La agencia coreana de noticias KCNA informó de que Kim y los miembros de la comisión militar analizaron la situación de seguridad en la península coreana “en la que los imperialistas estadounidenses y los traidores títeres (surcoreanos) son cada vez más indisimulados en sus maniobras para una guerra de agresión” y discutieron la preparación de las acciones militares propuestas que su enemigo no tiene forma de contrarrestar.

Los ejércitos de EE.UU. y Corea del Sur realizaron el mes pasado sus mayores ejercicios de campo en años y, por separado, llevaron a cabo ejercicios conjuntos navales y aéreos en los que participaron un grupo de ataque de portaaviones de EE.UU. y bombarderos estadounidenses con capacidad nuclear. La agencia norcoreana aseguró que estos ejercicios simulaban una guerra total contra Corea del Norte y amenazaban con ocupar Pyongyang y decapitar a sus dirigentes.

No obstante, los funcionarios surcoreanos y estadounidenses afirman que sus simulacros son de naturaleza defensiva y que se organizaron para responder a las crecientes intimidaciones norcoreanas. De hecho, algunos observadores afirman que el país utiliza los ejercicios militares de sus rivales como pretexto para modernizar su arsenal armamentístico y presionar a sus enemigos para que hagan concesiones, como el levantamiento de las sanciones económicas.

Este último incidente se produjo mientras las autoridades surcoreanas afirmaban que el Norte no respondía a las llamadas surcoreanas realizadas a través de las líneas directas militares y de enlace intercoreanas por quinto día consecutivo. Según funcionarios del Sur, el país cortó las comunicaciones después de que la semana pasada se le instara a dejar de utilizar sin permiso los activos surcoreanos que quedaban en un parque industrial conjunto, ahora clausurado, en la ciudad fronteriza de Kaesong, en el norte de Corea.

Las líneas directas militares en pausa son especialmente preocupantes en un momento de tensiones crecientes, ya que están pensadas para evitar enfrentamientos accidentales a lo largo de las fronteras marítimas de los rivales.

Algunos analistas afirman que los debates entre los líderes mundiales en las reuniones del Grupo de los Siete, que se celebrarán en Japón en mayo, podrían ser cruciales para mantener la presión diplomática sobre Corea del Norte. China y Rusia, miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, han bloqueado el endurecimiento de las sanciones a el país en los últimos meses, subrayando una división profundizada por la guerra de Rusia contra Ucrania.