Reino Unido
Dawn Sturgess, la víctima «invisible» envenenada por el Kremlin
La mujer de 44 años, madre de cuatro hijos, se roció «inconscientemente» con un frasco de perfume encontrado por su pareja sin saber que este contenía novichok
El envenenamiento de Sergei Skripal, exespía ruso, en la localidad inglesa de Salisbury en 2018, tuvo un gran impacto internacional. Moscú quiso acabar con la vida de uno de los protagonistas del mayor intercambio de espías desde la Guerra Fría. Tras entrar en contacto con el agente tóxico novichok, tanto Skripal, como su hija y un agente de policía lograron sobrevivir. Pero Dawn Sturgess, una mujer de 44 años, madre de tres hijos, no tuvo tanta suerte. El fallecimiento de esta ciudadana anónima apenas se mencionó en la prensa. Pero la pesquisa pública que arrancó este lunes en Salisbury determinará ahora si la británica fue una víctima de un «enfrentamiento cruzado» en un «intento de asesinato internacional». El Kremlin siempre ha mantenido que no tiene nada que ver.
La investigación intentará esclarecer las circunstancias que rodearon el inesperado fallecimiento de Sturgess en la localidad de Amesbury el 8 de julio de 2018, al rociarse «inconscientemente» con un frasco de perfume encontrado por su pareja sin saber que este contenía novichok, una sustancia altamente tóxica. Ese componente químico se había empleado solo cuatro meses antes en la vecina localidad de Salisbury por miembros de los servicios de inteligencia de Rusia para envenenar a Skripal (exmiembro del Servicio de Inteligencia militar rusa, GRU, por sus siglas) y su hija Yulia, quienes sobrevivieron tras entrar en contacto con la sustancia que los agresores impregnaron el pomo de la puerta de su vivienda.
En el arranque de las pesquisas, el presidente de la investigación, Anthony Hughes, afirmó este lunes que la muerte de Sturgess «atrajo mucha menos atención» que el intento de envenenamiento a los Skripal e indicó que esta «continúa siendo una investigación sobre la repentina muerte de una persona totalmente privada». Por su parte, el asesor Andrew O’Connor, parte de la investigación, destacó que la víctima «vivió una vida totalmente apartada de la política y las relaciones internacionales» y se vio «atrapada en un fuego cruzado» que derivó en una muerte cuyas circunstancias fueron «extraordinarias, únicas, de hecho».
Cuando la mujer se aplicó el veneno «inconscientemente» en su propia piel, «no tenía ninguna constancia del peligro mortal que afrontaba, ya que el líquido altamente tóxico se había camuflado, cuidadosa y deliberadamente, dentro de un frasco de perfume». «Es más, la evidencia sugerirá que el frasco, que contenía suficiente veneno como para matar a miles de personas, debió haber sido dejado en algún lugar público creando el riesgo obvio de que alguien lo encontrara y se lo llevara», dijo. Quienes lo dejaron, «mostraron un indecente desprecio por la vida humana», señaló O’Connor. Apuntó asimismo que «no es posible investigar de manera adecuada la muerte de Dwan sin entender antes las circunstancias del intento de envenenamiento de los Skripal».
La pesquisa planteará, entre otras cuestiones, si el novichok que mató a la mujer fue el mismo tipo de elemento químico que envenenó el exespía, su hija y un policía formaba parte de un mismo lote; y se cuestionará si Reino Unido adoptó «los pasos adecuados para proteger a los Skripal del ataque y al público en general de daños colaterales». O’Connor dijo, además, que se tratará de esclarecer si es posible que «se cometieran errores» a la hora de proteger a los Skripal «que indirectamente contribuyeron a la muerte de Dawn».
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