Defensa

Las discrepancias entre Francia y Alemania amenazan con empañar el impulso militar de von der Leyen

Berlín y París discrepan sobre el envío de tropas y misiles de largo alcance a Ucrania y cómo sufragar el gasto en Defensa

An SPZ Marder tank drives across the site during the "Allied Spirit 24" military exercise, in Hohenfels, Germany, Saturday March 16, 2024. The action took place on the media day of the U.S. Army's military exercise together with the NATO allies with around 6500 participants. (Daniel Vogl/dpa via AP)
Maniobras militares de la OTAN en Hohenfels (Alemania)ASSOCIATED PRESSAgencia AP

Nadie duda de que el previsible segundo mandato de Ursula von der Leyen al frente de la Comisión Europea, tras las elecciones europeas del mes de junio, estará centrado en la política de Defensa y la necesidad de dar un gran salto adelante para que los europeos garanticen su propia seguridad. Las elecciones estadounidenses de noviembre están a la vuelta de la esquina y, con ello, la posibilidad de que Donald Trump vuelva a la Casa Blanca y amenace con dejar a la intemperie a los europeos ante un ataque ruso, si no gastan más en Defensa.

Aunque durante los últimos años de guerra en Ucrania, la UE ha roto muchos tabúes en este campo, hay viejas heridas que se reabren. Si durante el primer mandato de Trump, Francia y Alemania ya mantuvieron serias diferencias sobre hasta dónde debía llegar la «autonomía estratégica europea», un concepto que en Berlín causaba algún sarpullido, las últimas semanas han sido especialmente tensas entre el motor franco-alemán, en un momento delicado de la contienda. Si bien ambos mandatarios trataron el viernes de exhibir unidad en la reunión en Berlín junto al primer ministro polaco, Donald Tusk.

Las declaraciones del presidente francés, Emmanuel Macron, sobre la posibilidad de acabar enviando tropas al terreno en la guerra con Ucrania, enfurecieron a la Cancillería alemana, que cree que el inquilino del Elíseo está jugando con fuego al abrir la puerta a un enfrentamiento directo Rusia- OTAN y una tercera guerra mundial con un potencia que posee el botón nuclear. Aunque este es un sentir generalizado entre el resto de los miembros de la Alianza, Scholz echó más leña al fuego al revelar que Reino Unido y Francia tienen personal en Ucrania para controlar el uso de los misiles de largo alcance «Storm Shadow» y «Scalp», y de ahí la oposición de Berlín a proveer a Kyiv con misiles «Taurus», también de largo alcance y con el potencial de alcanzar a Rusia, si no cuentan con agentes que los manejen sobre el terreno y conozcan su funcionamiento.

Unas revelaciones que han enfadado a Francia y Reino Unido. Las tensiones han ido «in crescendo» después de que se haya interceptado una conversación privada de altos mandos militares alemanes sobre el envío de misiles, lo que ha puesto en la picota la seguridad de la inteligencia alemana.

Lo cierto es que llueve sobre mojado. Francia y Alemania llevan meses peleándose sobre la ampliación de 5.000 millones de euros del Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, el instrumento fuera del presupuesto comunitario, pero con dinero común, con el que los Estados europeos están sufragando el apoyo a Ucrania. Alemania, que es el país que hasta ahora está haciendo el mayor esfuerzo para proveer de armas al país invadido, cree que hay Estados que están aprovechando esta herramienta para enviar su viejo armamento y sufragar, con dinero comunitario, la modernización de su ejército. Además, considerando que es le mayor contribuyente, cree que todas sus aportaciones bilaterales deberían ser descontadas de este fondo común. Por su parte, Francia presiona para primar las compras a empresas europeas. Aunque otros países comparten este enfoque, creen que ahora no hay tiempo que perder y que es necesario garantizar armas independientemente de su lugar de procedencia.

A estas discrepancias, se une lo que puede convertirse en el gran dilema de cara a la próxima legislatura: cómo sufragar una nueva economía de guerra, en un momento en el que vuelven a entrar en vigor las normas fiscales europeas, tras años en los que Bruselas ha permitido inyectar dinero público sin cortapisas para luchar contra los estragos económicos de la pandemia. La Comisión Europea propone destinar, por el momento, 1.500 millones de euros del presupuesto europeo de los años años 2025-2027, como palanca para atraer el capital público y privado, en un plan para incentivar compras conjuntas de armas. Pero estas cantidades parecen ridículas ya que el propio comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, estima que será necesario un fondo de 100.000 millones de euros.

Hay varias propuestas sobre la mesa, pero en ninguna hay todavía un consenso claro. El documento presentado la pasada semana pide un cambio en el mandato del Banco Europeo de Inversiones (BEI), que otorga préstamos blandos con los Estados europeos como avalistas, para que pueda financiar armas y municiones. Ahora mismo su mandato, tan sólo le permite la financiación de bienes de doble uso civil y militar como los drones. Francia lleva tiempo defendiendo este paso del BEI para financiar armas. Aunque en un principio Berlín se opuso, poco a poco ha comenzado a cambiar su postura. Para cambiar el mandato de la entidad crediticia, se necesita el apoyo de 14 países que representen al menos el 50% del capital suscrito del banco según el peso del PIB. Esto significa que el apoyo de Berlín resulta determinante.

París, sin embargo, quiere ir mucho más allá y no se conforma con hacer cambios en el BEI. El Elíseo apoya también una nueva emisión de deuda conjunta, tal y como sucedió con la pandemia, para que los eurobonos puedan destinarse a comprar armas, pero Berlín ha vuelo a proferir uno de sus famosos "nein".