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Nigeria

Elecciones en Nigeria: Un 4% de los nigerianos eligen a su próximo presidente

El candidato de All Progressives Congress se alza con un apoyo paupérrimo que demuestra la ineficacia del proceso electoral nigeriano

La democracia nigeriana ha vuelto a decepcionar. Tras un enrevesado proceso electoral, cuatro días después de las votaciones, a las cuatro y veinte de la madrugada del miércoles, el Centro Nacional de Coalición anunció a una población somnolienta que el senador Bola Tinubu, candidato del APC, ha ganado las elecciones presidenciales con un 37% de los votos. Tinubu, que ejerció como gobernador de Lagos entre 1999 y 2009, sustituirá así al presidente saliente Muhammadu Buhari, que también pertenece al APC.

Continúa la racha ganadora de un partido que no pierde unos comicios presidenciales desde 2015, mientras la marea iniciada por el candidato independiente Peter Obi (Partido Laboralista) se enfrenta a un punto y seguido que se retomará con las elecciones gubernamentales del próximo 11 de marzo. Mientras los seguidores del APC celebran en las calles de Lagos y Abuja la victoria de su candidato, decenas de millones de nigerianos se muestran abatidos. Entre quienes fruncen el ceño se encuentra Toby, un jubilado de etnia Yoruba que votó a Obi: "No es justo robarles a los jóvenes su futuro. Les dijimos que si estudiaban tendrían un buen futuro, estudiaron y ahora, mira, ¿qué futuro?". Opina que "el APC ha robado las elecciones", y como él piensan tantos entrevistados a pie de calle que esperaron hasta el último momento para conocer el futuro del país en los próximos cuatro años. Quienes se alegran de la victoria de Tinubu, por otro lado, consideran que la victoria del APC se trata de "una esperanza renovada" en un país con una tasa de desempleo desbordante, una situación de inseguridad endémica y una creciente escisión social en el plano político, étnico y religioso.

Números subjetivos

En su primer discurso como presidente electo, Tinubu afirmó que "Nigeria es un gigante en África y los nigerianos deberían estar orgullosos de esto", invitando al resto de candidatos a participar en "un proceso de unión". Pese a no haber sido la opción preferida de la juventud, ha querido centrar en ella sus palabras, prometiendo "acabar con la cultura de las manifestaciones universitarias para prestar una especial atención al sistema educativo" y ofreciendo alternativas económicas a los más jóvenes. A sabiendas de que el 43% de la población del país tiene menos de 14 años, el próximo jefe de Estado no tiene otra alternativa que centrar sus esfuerzos en ellos.

El proceso ha sido de todo menos correcto. Mientras los observadores de la Unión Africana no mostraron signos de preocupación por la concatenación de irregularidades cometidas, más contundente fue el informe presentado por los observadores de la Unión Europea. En él se lamentaron por "la falta de transparencia" y la falla operativa de la logística electoral que redujeron la confianza en el proceso. Barry Andrews, jefe de la misión de observadores de la UE, agradeció a los ciudadanos que hubieran ejercido su derecho a voto, "especialmente a la juventud", pero también recordó el "ambiente volátil" que se vive hoy en Nigeria. Siguió recitando las trabas ocurridas en los comicios: la escasa planificación a la hora de repartir las tarjetas de votante, la falta de participación de mujeres y jóvenes, la escasez de efectivo, los episodios violentos durante la jornada electoral…

Los números hablan por sí mismos. A falta de un censo fiable, Nigeria cuenta con 220 millones de habitantes, 94 de los cuales obtuvieron su acreditación de voto en las semanas anteriores a los comicios. De estos, únicamente 24 millones ejercieron finalmente su derecho a introducir la papeleta, y 8.7 millones lo hicieron en favor de Tinubu. La baja participación no es sino un reflejo del descontento que domina a los nigerianos en lo que respecta a su sistema democrático. Y, si bien Bola Tinubu ha ganado el 37% de los votos, únicamente el 3,9% de la población total de Nigeria ha apoyado su candidatura en las urnas. Kunle, un mecánico afiliado al APC de Lagos, afirmaba el miércoles por la mañana junto a su taller que "el pueblo ha hablado" en estas elecciones, pero uno no puede más que preguntarse a qué demonios se refería.

Una crisis social durmiente

Las dos máximas preocupaciones en lo que concierne al ganador son su edad y su proximidad a la comunidad musulmana. Tinubu tiene 70 años y los rumores sobre su estado de salud están a la orden del día en Nigeria. Tanto, que hace meses tuvo que aparecer en un vídeo ejercitándose en una bicicleta estática para desmentir los rumores de su muerte. El presidente saliente también sufría de mala salud, lo que le ha llevado a pasar la mayor parte de su segundo mandato siendo atendido en hospitales ingleses. Otro presidente enfermo preocupa en Nigeria. Su candidatura con un vicepresidente musulmán, siendo él mismo musulmán, ha roto además con el esquema no escrito de la política nigeriana, que dice que las candidaturas tengan un presidente musulmán (o cristiano) y un vicepresidente de la religión contraria. Teniendo en cuenta que un 45% de la población nigeriana practica el cristianismo, y que los ataques violentos contra esta religión alcanzaron una máxima en el 2022, cabe la duda de qué situación aguarda a los cristianos del país.

Dentro de la falta de transparencia, las carencias logísticas y los abusos cometidos por grupos armados en algunas localidades rurales, cabe a destacar un factor positivo dentro de lo sucedido. Este sería la responsabilidad con la que se ha comportado la población nigeriana durante los comicios, pese a la evidente tensión que se mascaba en las calles. Doce horas después de anunciarse los resultados, todavía no han sucedido protestas a destacar en ninguna de las principales ciudades. Los nigerianos votaron en un clima de inseguridad, precariedad y miedo, en un momento crítico para la economía callejera debido a la escasez de efectivo en circulación desde hace dos semanas. Las muertes ocurridas durante la jornada electoral se redujeron a menos de media docena de hombres armados abatidos por la policía cuando procuraron robar las papeletas de varios colegios electorales, a la que una población que ha dado muestras de una enorme paciencia y responsabilidad ha hecho todos los esfuerzos posibles para mantener su confianza en el sistema.

La democracia de Nigeria ha vuelto a defraudar, no así los propios nigerianos, que vuelven a demostrar que no son otra cosa que víctimas de corrupción política que hoy se prolongará cuatro años más. Sólo les queda esperar sentados a las elecciones de 2027 y volver a soñar en el tiempo que queda.

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