Precampaña francesa

El imparable giro a la derecha de Francia

En una campaña electoral marcada por la seguridad, ningún candidato de la izquierda repunta en los sondeos

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SondeosAntonio Cruz

A las puertas de la cafetería Cuatre chemins, en pleno centro de Champigny-sur-Marne, Marcel y Francis, dos jubilados que frecuentan el lugar desde hace lustros, comentan los altercados del mitin del ultraderechista Éric Zemmour del pasado 5 de diciembre a pocos kilómetros de allí, en Villepinte. Dicen que no lo votarán, pero entienden parte del diagnóstico del malestar francés que ha hecho emerger la figura del polemista. «Hay mucha inseguridad», dice Francis recordando que a pocos metros de donde estamos, una comisaría policial fue salvajemente vandalizada por un grupo de 40 individuos hace poco más de un año con tiros de mortero. Una escena que bien podría salir de un “western” o de la guerra en Siria, pero que se dio en este suburbio popular del cinturón obrero del este de París. Un histórico feudo comunista desde 1950 que, sin embargo, ha virado a la derecha tras las últimas municipales celebradas tras la pandemia.

Ahora Champigny está dirigida por Laurent Jeanne, uno de los colaboradores más fieles a Valérie Pécresse, presidenta de la región parisina y candidata de la derecha al Elíseo en abril de 2022. El viraje de Champigny a la derecha se ha ido reproduciendo en otros municipios de este cinturón rojo de París y, en la mayoría de los casos, la seguridad ha sido el elemento base que promete ser decisivo en la próxima contienda electoral y por cuya hegemonía pelea todo el espectro de la derecha gala: desde las posiciones centristas del presidente Emmanuel Macron con guiños a la mano dura al final de su quinquenio, hasta la ultraderecha de Marine Le Pen o Zemmour pasando por las diferentes corrientes de Los Republicanos, ahora unidas en la candidatura de Pécresse.

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El eje sobre el que gravita esta campaña se sitúa a la derecha y hay varias razones que ayudan a entender por qué. «La izquierda es responsable de esta derechización al haber abandonado completamente temas como la seguridad y dejando a la derecha el monopolio», sostiene para LA RAZÓN el politólogo y experto en gestión política Olivier Urrutia. Cuenta Urrutia que hubo un tiempo en el que socialistas y comunistas respondían con sus programas y propuestas a cuestiones como la seguridad o la migración, cosa que hoy no pasa con una izquierda incómoda con estas cuestiones y que no logra establecer las suyas, como el ecologismo o la justicia social, en el centro del debate político. Y esto tiene un reflejo nítido en los sondeos. La suma de la intención de voto de todas las izquierdas juntas (socialistas, ecologistas, izquierda radical, comunistas y otras pequeñas formaciones) apenas llega a igualar a Macron con un 24%. Por no hablar de datos partido por partido, en especial del 3% de Anne Hidalgo que convierte a los socialistas en una formación irrelevante.

Violencia entre bandas

La crisis sanitaria ha estado marcada en Francia por varios episodios de violencia relacionados con el tráfico de drogas, las redes tuvieron que recomponerse durante los confinamientos y la muerte de varios adolescentes ha reavivado la preocupación por las bandas juveniles. Macron, a quien pocos le niegan su condición de buen estratega y observador, relevó hace año y medio a su ministro del Interior colocando al frente a Gérald Darmanin, un próximo a Nicolas Sarkozy con fama de mano dura. También ha visitado en estos últimos meses algunos barrios sensibles como La Mosson en Montepellier, un «barrio de reconquista republicana», como se denomina a las zonas especialmente afectadas por la delincuencia y el tráfico de drogas en los que, desde 2018, el Gobierno despliega una mayor presencia policial.

El tráfico de drogas es «la matriz económica de la violencia. Erradicarla se ha convertido en la madre de las batallas, ya que la droga fuerza ciertas redes separatistas», según Macron, en una doctrina que ha ido desplegando en sus últimos desplazamientos, el último y más comentado este verano a Marsella, símbolo del problema.

El presidente, aunque todavía sin oficializar su candidatura e intentando agotar los tiempos con su imagen de hombre de Estado, ya está en plena campaña, presentándose en el terreno de la cuestión que podría ser decisiva para revalidar el Elíseo en primavera.

La irrupción de Pécresse en el tablero electoral, sin embargo, representa una inesperada contrariedad para el presidente francés, que, según un sondeo, perdería en una segunda vuelta frente a la candidata de LR, con la que tiene más puntos en común que con los ultras Le Pen o Zemmour. El «yo o el caso» con ella no le serviría.

«La derecha está mucho más movilizada», constata en BFMTV Bernard Sananes, el director de Elabe, que esta semana apuntaba dos tendencias: una estabilidad en el liderazgo y popularidad de Macron y una irrupción con fuerza de Pécresse. La izquierda, de momento, ni está ni se la espera.