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Las deportaciones forzosas: ”Os venís con nosotros a Rusia o en Mariupol vais a morir todos”

El Kremlin confirma que un millón de ucranianos se refugian en su país y otros 2,75 millones han pedido ser “evacuados”. Los trasladados denuncian palizas

Una mujer ucraniana hace cola con su bebé para recibir ayuda humanitaria
Una mujer ucraniana hace cola con su bebé para recibir ayuda humanitariaAlexander ZemlianichenkoAgencia AP

Rusia afirma que ha trasladado a un millón de ucranianos a Rusia desde el inicio de la invasión, mientras 2,75 millones más han pedido ser “evacuados”. Los testigos cuentan una historia muy diferente. Una historia de falta de opciones, subyugación y abandono.

Cuando la suegra y otros familiares de Mijael Balakirsky escucharon de los vecinos que se llevaría a cabo una evacuación a la ciudad ucraniana de Zaporiyia, no tuvieron dudas: debían huir. Era imposible quedarse en su casa en el centro de Mariupol. La comida se estaba acabando, no había agua, electricidad ni gas, y un tanque ruso había estado disparando desde su patio durante varios días.

Cuando llegaron a los buses, tras un arriesgado viaje por la urbe medio destruida, se encontraron con una mala noticia. Los autobuses sólo podían llevarlos a Rusia. Los soldados rusos aseveraron: “O venís con nosotros o vais a morir todos en esta ciudad”. Los ucranianos, tras tantos días de asedio ruso, estaban agotados. Ante la desesperación, la mujer de 80 años con sus dos nietos, de 1 y 5 años respectivamente, no tuvieron más remedio que aceptar tal “oferta”.

Hay muchas historias similares o incluso más duras. Los rusos ordenaron a Artem y su grupo a salir del sótano donde se habían estado escondiendo de las bombas durante 40 días y dirigirse a los autobuses “rusos”. Ir a Rusia era la única opción de escapar del “infierno en la tierra” para la abuela y tío de Julia.

Los privaron deliberadamente de la alternativa: los rusos dejaron de admitir en la ciudad a los conductores voluntarios que habían sacado a miles de personas de Mariupol a otras ciudades ucranianas.

Como me explica Kseniia, voluntaria de la organización “Pomogaem Uechat” (“Ayudamos a evacuar”), según conversaciones con abogados, “tales acciones podrían considerarse un secuestro”, incluso si los rusos prometen a la gente hambrienta y asustada alimentarlos y ponerlos a salvo.

Al preguntarle si han identificado qué planea hacer Rusia con los ucranianos, su colega Naturiko dice emocionada: “Creo que solo los psiquiatras pueden dar la respuesta sobre lo que los rusos tienen en sus cabezas”. Para ella, es una historia muy personal. Tenía 11 años cuando Rusia invadió Georgia en 2008. Desde el primer día de la guerra, ella y sus colegas han estado ayudando a los ucranianos a evacuar, sin ayuda de grandes organizaciones internacionales y con riesgos para sus voluntarios en Rusia.

Después de cruzar la frontera, muchos ucranianos hacen todo lo posible para salir de Rusia. Dado que no pueden regresar a Ucrania, la mayoría viaja a Estonia y otros países bálticos vía San Petersburgo. Así hicieron Artem y la suegra de Mijael con su familia. Les ayudó mucho el hecho de que tenían parientes y conocidos, tanto en Rusia como en el extranjero. Pasar días en trenes y autobuses en el enorme país requiere dinero y esfuerzo.

Los que tienen poco apoyo son llevados hacia puntos de alojamiento temporal sin que se les dé opciones. Miles recurren a “Pomogaem Uechat” y otras organizaciones que recaudan fondos de filántropos, recopilan información sobre opciones de transporte y ayudan a los ucranianos psicológica y económicamente.

La voluntaria María asegura que “Los ucranianos nos escriben desde puntos de alojamiento en toda la parte europea de Rusia. Recientemente, recibimos un mensaje incluso desde Vladivostok, no tan lejos de Japón. El principal problema es la falta de información. A menudo ni siquiera tienen acceso a internet o consejo independiente, no conocen sus derechos en Rusia”.

“También hay que entender que estos ucranianos lo han perdido casi todo. Entre ellos hay mucha gente mayor, niños… ¿Cuál será su nivel de vida? A menudo no tienen documentación ni dinero. Los bebés nacidos durante la guerra no tienen certificados de nacimiento, no pueden salir de Rusia. Las tarjetas bancarias ucranianas no funcionan y es muy difícil cambiar efectivo por rublos. Dependen mucho de los rusos”.

Julia dice que su tío y su abuela, de 83 años, han estado en Kazán durante varias semanas. Están alimentados y tienen un techo sobre sus cabezas. Sin embargo, todavía no han recibido la asistencia prometida de 10.000 rublos (poco más de 100 euros). Se les privó de sus pasaportes ucranianos a cambio de un refugio temporal de tres meses. Si primero les trajeron la ropa, ahora ya no reciben ayuda humanitaria. Su abuela quiere regresar a Ucrania, pero los rusos le dijeron que era imposible hasta que terminara la guerra.

Otra ucraniana, Nastya, salió de la parte recientemente ocupada de Donetsk hacia el sur de Rusia, “porque ya no podía soportar los sonidos de las explosiones”. El Ejército ruso está transformando otras ciudades de la región en la nueva Mariupol. Me escribe que nadie les ayuda gratis en Rusia: “Todo hay que pagarlo”. Ya ha rechazado ofertas para obtener la ciudadanía rusa y no quiere vivir en Rusia. Indica que los ucranianos son “tratados muy mal”.

María de “Pomogaem Uechat” también se preocupa, “No sabemos cómo el hecho de que sean ucranianos afectará el destino de estas personas. Por ahora, todo el mundo mira Mariupol. ¿Pero qué pasará más tarde? ¿Especialmente con los hombres?”. Después de todo, Rusia está en guerra con los ucranianos.

El diario británico “Inews” ha tenido acceso a documentos del Gobierno ruso que aseguran que casi 100.000 ucranianos serán reasentados en rincones remotos de Rusia, a miles de kilómetros de sus hogares, en Siberia y más allá del Círculo Polar Ártico. Los hijos de los deportados, que han presenciado tanta muerte, ya asisten a escuelas rusas. Les imparten lecciones en las que convencen a los niños de que Rusia no está matando, sino liberando a los ciudadanos en Mariupol. Una diputada rusa ha anunciado cursos de idioma ruso en verano para los niños sacados de Ucrania, porque “no lo hablan bastante bien” para estudiar en Rusia.

No hay que olvidar, además, el aspecto psicológico de estar en el país que destruyó tu hogar. Artem, como muchos otros, fue ayudado por un familiar ruso. Fue difícil porque estaba retransmitiendo propaganda de la televisión rusa. “Parece que los rusos simplemente están celosos de nosotros”, manifiesta Artem. “No habría ningún lugar mejor para mí que Mariupol, que se había desarrollado tan rápidamente en los últimos años. Comparadas con él, las ciudades rusas, incluso las más grandes como San Petersburgo, parecen pálidas”.

Asimismo, hay otro grupo de ucranianos que caen en manos de los rusos. Todos los ucranianos son repetidamente sometidos a la así llamada “filtración” al salir de su asentamiento en Ucrania, en cada puesto de control y en campos especiales. El problema no es solo que la gente pase días en condiciones incómodas, en el mejor de los casos, como Artem, en las sillas del cine y con alimentos básicos.

Todo el mundo, especialmente los hombres, es interrogado, a veces durante horas. Les revisan los teléfonos, los mensajes de las redes sociales, preguntan sobre sus actitudes hacia Putin, los vínculos con el Ejército o la Policía ucranianos. Les desvisten en busca de tatuajes “nacionalistas” y, según un interlocutor, incluso dan palizas. Todavía hay muy poca información sobre el destino de los que no pasan la “filtración”, pero se teme que miles hayan sido detenidos, golpeados y torturados.

Con el tiempo, se sabrá más al respecto. Por ahora, muchos están demasiado cansados, deprimidos o asustados de perder incluso lo que les ofrecen los rusos, que ya parece mucho después de lo vivido en las ciudades bombardeadas. Cientos de miles de ucranianos necesitan urgentemente asistencia psicológica, financiera y legal, la cual no pueden obtener del Estado que destruyó sus hogares y ahora les quiere privar de su patria.