Análisis

“Entregar Leopard es enviar una clara señal a Rusia de que Occidente apoya a Ucrania”

El investigador del German Marshall Fund, Markus Ziener, asegura que Alemania ha demostrado que no hace la vista gorda en las necesidades militares y Moscú es consciente de que Kyiv saldrá reforzado

Escalada inevitable y riesgo imprevisible
Escalada inevitable y riesgo imprevisibleMichael SohnAgencia AP

Markus Ziener, investigador principal del German Marshall Fund y profesor de periodismo en la Universidad de Ciencias Aplicadas, en Berlín, asegura que la decisión de enviar carros de combate Leopard a Ucrania significa que Kyiv “saldrá reforzada militarmente y que los planes rusos para una posible nueva ofensiva encontrarán una dura resistencia”.

¿Cuál puede ser la reacción de Rusia ante la entrega de tanques Leopard y Abrams a Ucrania?

Entregar Leopard a Ucrania es enviar una clara señal a Rusia de que Occidente no cejará en su apoyo a Ucrania. El número de tanquesLeopard en este momento no es lo que realmente importa. Lo que es más crucial es que Alemania está cruzando ahora algo que muchos habían definido a menudo como una «línea roja». Demuestra que, finalmente, Alemania no hace la vista gorda ante las necesidades militares. Para Rusia, esta decisión significa que Ucrania saldrá reforzada militarmente y que los planes rusos para una posible nueva ofensiva encontrarán una dura resistencia.

Rusia cree que el verdadero objetivo occidental es que Ucrania ataque Crimea con armamento pesado de la OTAN. ¿Está usted de acuerdo?

Rusia establece una cierta narrativa que describe a la OTAN como expansionista y hostil a Rusia. Esto incluye pintar escenarios de guerra que implican a Crimea. Esto forma parte de la propaganda de Moscú para justificar la invasión de Ucrania. Al mismo tiempo, no hay duda de que Ucrania también quiere poner fin a la ocupación rusa de Crimea, que es ilegal según el derecho internacional. Si se trata de un objetivo realista y cómo se va a implementar militarmente es difícil de juzgar en la actualidad.

¿Enviarán Estados Unidos, Reino Unido y otros aliados aviones de combate y misiles de largo alcance como el ATACMS si Ucrania está perdiendo la guerra?

Por supuesto, la situación militar influye directamente en la voluntad de ayudar a Ucrania. Varias veces se ha dicho en Occidente, al menos por parte de Alemania, que el objetivo explícito es que Ucrania no pierda esta guerra. Si esto va en serio, Ucrania tiene que estar equipada con los medios necesarios para lograr este objetivo, incluidos carros de combate. Sin embargo, la pregunta sigue en pie: ¿Dónde están las líneas rojas? El viceministro de Asuntos Exteriores de Ucrania y ex embajador en Alemania, Andrij Melnyk, tuiteó inmediatamente después de que se anunciara la decisión alemana: «Y ahora, queridos aliados, establezcamos una poderosa coalición de cazas para Ucrania». Esta declaración ilustra precisamente la preocupación de los escépticos de que el envío de carros de combate está arrastrando a Alemania más profundamente en esta guerra y de ninguna manera será el final de la línea. El canciller Olaf Scholz lo negó ayer de forma inequívoca, pero no está claro si esta promesa bastará para apaciguar a los críticos.

¿Qué papel ha jugado el pasado de Alemania en la Segunda Guerra Mundial en los titubeos del canciller?

Uno de los rasgos del carácter de Olaf Scholz es que es muy pausado y a menudo incluso dolorosamente lento a la hora de tomar decisiones. También conoce la historia, sobre todo la de su propio partido, los socialdemócratas. Dos de sus predecesores, los cancilleres Helmut Schmidt y Gerhard Schröder, fueron derribados por la oposición dentro de su propio partido. Schmidt porque su decisión a principios de los 80 de rearmarse contra la entonces Unión Soviética no sentó bien al ala pacifista de su partido. Y Schröder, porque liberalizó el mercado laboral para hacer a Alemania más atractiva a los inversores, lo que también provocó enormes convulsiones internas en el partido. Scholz no quiere repetir estos errores y por ello busca un compromiso, o al menos no quiere ser visto como un belicista. Sin duda, la historia alemana desempeña un papel en esto. Para muchos socialdemócratas, incluso casi un año después del inicio de la guerra, sigue siendo incomprensible que la misma Rusia por la que sentían tanta simpatía se haya convertido en un belicista agresivo. Por eso, Scholz cree que tiene que tener en cuenta muchas cosas y, en caso de duda, prefiere esperar a Estados Unidos antes que abrir él mismo el camino.