
Lituania
Lituania se prepara para una guerra con Rusia en medio de las tensiones con la OTAN
Mientras la tensión con el enclave ruso de Kaliningrado no deja de crecer, miles de ciudadanos lituanos se preparan ya para lo peor entrenando en una milicia paramilitar contra la amenaza de drones y sabotajes

La amenaza en el Báltico ya no solo se palpa en tierra, en fronteras cerradas como la que separa Lituania del enclave ruso de Kaliningrado desde 2022. Ahora, el peligro tiene alas y sobrevuela los cielos de la OTAN en forma de drones, un desafío que está obligando a redefinir las estrategias de defensa en todo el flanco oriental de la Alianza. La detección de estos aparatos es uno de los primeros escollos, lo que ha llevado a que aliados como el Ejército del Aire en España aumente sus capacidades de radar para identificar incluso objetos muy pequeños.
De hecho, la respuesta de Vilna ha sido contundente. El Gobierno lituano ha aprobado recientemente una nueva ley que autoriza a sus fuerzas armadas a derribar cualquier aeronave no tripulada que viole su espacio aéreo, una medida drástica que evidencia la gravedad de la situación.
Este fenómeno, sin embargo, no es un caso aislado. Las incursiones de drones e incluso de aviones de combate rusos se han convertido en una preocupante constante para otros socios de la Alianza, tal y como han publicado en Aljazeera. Países como Alemania y Estonia también han denunciado públicamente estas violaciones, lo que convierte el problema en una cuestión que afecta a la seguridad colectiva. Esta creciente tensión ha provocado que países vecinos refuercen sus defensas, como demuestra el hecho de que el ejército de Polonia se ha convertido en uno de los más avanzados de Europa para disuadir a Moscú.
El dilema de la OTAN: misiles caros contra drones baratos
En este sentido, voces autorizadas como la del exministro de Asuntos Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis, ya reclaman una postura más firme, abogando por que la OTAN abata cualquier dron que sobrevuele su territorio sin permiso. No obstante, esta estrategia choca con una cruda realidad económica: neutralizar aparatos de bajo coste con sistemas de misiles que cuestan una fortuna es, a largo plazo, una sangría insostenible para las arcas de los países aliados.
Por otro lado, la preocupación ha calado hondo en la sociedad civil. La Unión de Fusileros de Lituania, una organización paramilitar histórica, ha visto cómo sus filas se disparaban, pasando de 5.000 miembros en 2014 a los 17.000 voluntarios actuales. Su entrenamiento se ha modernizado para hacer frente a las llamadas «amenazas híbridas», que incluyen desde la desinformación hasta el sabotaje y la defensa antidrones. Este tipo de movilización ciudadana y gubernamental se extiende por el continente, donde el Gobierno alemán ha acordado la vuelta del servicio militar para fortalecer sus fuerzas armadas.
A pesar de todo, no todo es pesimismo. La exministra de Defensa, Rasa Jukneviciene, asegura sentirse más segura que en el pasado. La clave, según ella, no solo reside en la mejor preparación de las fuerzas lituanas, sino sobre todo en el respaldo inequívoco de la OTAN y su presencia reforzada en la región, un paraguas de seguridad que actúa como principal elemento disuasorio.
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