Persecución

Muere abatido por la policía belga el islamista que mató a dos suecos en Bruselas

El atacante de origen tunecino había solicitado asilo en el país

El terror yihadista ha vuelto a Bélgica. Esta mañana la policía ha abatido al principal sospechoso de haber asesinado a dos ciudadanos suecos durante la tarde de este lunes en una céntrica plaza de la capital belga. Aunque el presunto atacante fue transportado a un centro sanitario para ser sometido a técnicas de reanimación, la Fiscalía belga ha confirmado su fallecimiento.

El presunto atacante es un ciudadano tunecino de 45 años llamado Abdesalem L. que había demandado asilo en Bélgica el 2019 y al que esta petición le fue denegada. Sin embargo, no se pudo proceder a su expulsión del país al no tener un domicilio fijo. El demandante de asilo era sospechoso por varios delitos como tráfico de seres humanos, estancia ilegal y atentado contra la seguridad del Estado. Aunque en el año 2016 se recibió una información procedente de servicios policiales extranjeros que informaban de que el sospechoso se habría radicalizado, no se pudieron concretar estas sospechas.

La denuncia de un vecino sobre sus vínculos con el terrorismo fue analizada por la policía belga este año, pero sólo se pudo demostrar que el atacante había sido condenado en su país de origen por delitos comunes. El ministerio de Interior no excluye que haya contado con ayuda de otros cómplices y prosigue una operación policial bautizada como "la jaula del oso" en el barrio en el que fue abatido, Schaarbeek.

No es la primera vez que este país es escenario de cruentos atentados terrorista de digno yihadista. En marzo de 2016, tuvo lugar un doble ataque en la estación de metro de Maelbeeck y en el aeropuerto de Zaventem que terminó con la vida de 32 personas y más de 300 heridos. Entonces salieron a la luz numerosos errores de coordinación por parte de las fuerzas de seguridad belgas ya que los responsables de los atentados pertenecían a la misma célula que había actuado en París en los ataques de la sala Bataclán.

Las dudas sobre el perfil yihadista del sospechoso vuelven a reabrir el debate sobre si en esta ocasión podría haberse evitado este atentado.

Según los videos difundidos por las redes sociales, el atacante abrió fuego con un fusil tipo Kalashnikov al grito de “allahu akbar” (Alá es grande). La nacionalidad de víctimas fue identificada rápidamente ya que llevaban camisetas con los colores del país y se encontraban en la capital comunitaria como hinchas de la selección debido que por la tarde tenía lugar el partido entre Los Diablos, sobrenombre que recibe el equipo del país, y Suecia. Al conocerse estos hechos, el partido fue cancelado tras el primer tiempo. Los hinchas permanecieron en el estadio confinados y fueron evacuados por las autoridades en un proceso que se dilató hasta las cuatro de la mañana.

Varios vídeos circulan por las redes sociales en los que el atacante se reivindica como perteneciente al Estado Islámico. “Vivimos por nuestra religión y morimos por nuestra religión. Dios, gracias”, asegura en unas imágenes mientras en otras se muestra “feliz de reencontrarse con Dios, si he hecho algo mal, él perdonará”. En estos vídeos se aprecia un hombre con una chaqueta naranja fluorescente ,una visera blanca y un arma de guerra que desciende de una moto tipo scooter y se dispone a disparar a los transeúntes. Aunque algunos intentan resguardarse en el hall de un edificio cercano, el asaltante les persigue para seguir disparando y se centra especialmente en uno que se encuentra tumbado en el suelo.

Tras conocerse los hechos, el nivel de alerta en Bruselas ha pasado al cuatro, el máximo posible, que significa riesgo "serio e inminente" de ataques, mientras el del resto del país permanece en el tres. El primer ministro del país, Alexander De Croo, ha explicado que habrá presencia reforzada en las calles de los cuerpos de seguridad, pero que los colegios permanecerán abiertos. El país intenta aprender de los errores cometidos durante el año 2016 y establecer un frágil equilibrio entre seguridad y la necesidad de no atemorizar innecesariamente a la población.