Burkina Faso

Propaganda y guerra en el Sahel: El doble juego de Traoré entre Moscú y Burkina Faso

Mientras Traoré era aclamado en Moscú, Burkina Faso vivía uno de los fines de semana más sangrientos del año, con ataques terroristas y acusaciones de crímenes contra civiles

MOSCOW (Russian Federation), 10/05/2025.- Russian President Vladimir Putin (L) and Burkina Faso's junta leader Captain Ibrahim Traore (R) arrive for their meeting in Moscow, Russia, 10 May 2025, during celebrations of the 80th anniversary of the Soviet Union's victory over Nazi Germany during the World War II. (Alemania, Rusia, Moscú) EFE/EPA/ANGELOS TZORTZINIS/AFP POOL
El presidente de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, junto a Vladimir PutinANGELOS TZORTZINIS/AFP POOLAgencia EFE

El uso de la propaganda es feroz en el Sahel. Existe un campo de batalla casi palpable en este sentido y donde se enfrentan las juntas militares, grupos terroristas, rebeldes de diferente pelaje, franceses y rusos. Cada acto, cada gesto viene cargado de un simbolismo evidente, masticable para las masas. Si los usuarios critican en redes sociales que Ibrahim Traoré siempre lleve su pistola en los eventos con otros líderes africanos, exceptuando sus reuniones con funcionarios rusos, Vladimir Putin invitará al presidente burkinés para celebrar en Moscú el Día de la Victoria y le permitirá pasearse en todos y cada uno de los eventos con la Glock ceñida de la cadera derecha. Si cualquiera de los golpistas del Sahel comete un error o da un paso en falso, por pequeño que sea, sus enemigos encenderán el altavoz para exagerar ese fallo hasta que parezca sencillamente imperdonable.

No pueden entenderse los acontecimientos en el Sahel fijando la mirilla en exclusiva en la política africana y en las dinámicas que mueven a los grupos armados. La propaganda es un elemento estructural de esta lucha a tantas bandas. Sólo hace falta estudiar las últimas cuarenta y ocho horas para entenderlo.

Este domingo por la mañana, Ibrahim Traoré, apodado por sus seguidores como “el nuevo Sankara”, dio una charla a los estudiantes africanos de la Universidad Químico-Tecnológica de Dimitri Mendeléyev. Ya desde el pasillo se escuchaban los vítores de los jovencísimos estudiantes, que debían sentirse pletóricos ante la inminente llegada del conocido líder a quien definen poco menos que como el libertador de toda África. Alrededor del joven capitán de artillería transformado en abanderado del panafricanismo de uniforme, decenas de cámaras revoloteaban como mariposas alrededor de un contenedor, sacando fotos y capturando ángulos de su imponente figura.

Poco antes de este gozoso suceso, el valiente capitán (al que las fuerzas oscuras de Occidente han intentado asesinar en media docena de ocasiones, como mínimo) había concedido una entrevista para el canal Russia Today, donde dejó claras sus preferencias al comunicar que su “mayor arrepentimiento” era haber escuchado RFI de niño, pero que RT “puede desempeñar un papel importante en despertar la conciencia de los jóvenes”. Añadió que cadenas como France 24 “condicionan nuestros cerebros para que aceptemos lo que quieren”. No cabe duda de que el viaje de Traoré a Rusia ha estado cargado de simbolismo. Se reunió con Maduro y, según afirman cuentas de redes sociales partidarias de Traoré, desde Corea del Norte le han garantizado su apoyo absoluto en caso de que Burkina Faso fuera atacada por terceras naciones. Y le dejaron pasear su pistola por la charla universitaria, en su reunión con Maduro, en la entrevista con RT, en cada ocasión… exceptuando el momento en que se encontró con Vladimir Putin.

Un último detalle no podía pasarse por alto, y ese sería que el capitán burkinés lució a lo largo de toda su visita la cinta de San Jorge prendida del pecho. Se trata de un símbolo militar ruso cuyos colores, rojo y amarillo, simbolizan el fuego y la pólvora, y es muy socorrido en eventos vinculados al pasado militar ruso (como el Día de la Victoria) pero también se ha asociado a la guerra de Ucrania por motivos similares. Traoré es un militar y amigo de Rusia, por lo que tiene lógica que mostrase la cinta de San Jorge a lo largo de los últimos días. Que la lleve puesta simboliza su amistad con Moscú y su firme partenariado en los asuntos de armas.

En definitiva, no se puede negar que la visita de Traoré estuvo cargada de simbolismo. Por eso fue él quien fue invitado (Putin incluso envió un avión ruso a recogerle) y no Assimi Goita, presidente de Mali, que es quien realmente sostiene un partenariado militar más fuerte con Rusia en el Sahel. Porque es a Traoré a quien llaman “el nuevo Sankara”. Porque es a él a quien ansían ver los jóvenes universitarios cuyos vítores se escuchaban desde el pasillo.

Ataques en Burkina Faso

¿Qué estaba ocurriendo en Burkina Faso mientras su presidente se paseaba por Moscú? En Burkina Faso hay una guerra en curso. Sangrienta. Letal. Los grupos terroristas controlan amplias zonas del país y los números de escuelas cerradas, hospitales cerrados, víctimas civiles y ataques sólo consiguen aumentar por cada día que Traoré se mantiene en el poder.

Como esta guerra está cargada de simbolismos, los enemigos de Traoré escogieron este fin de semana para ejecutar la cadena de ataques más mortífera en lo que va de año. Fue despiadado. Cientos de terroristas atacaron ocho puntos de la nación africana, llegando a tomar al menos una base militar, provocando la huida de los soldados, mientras que la cifra de militares asesinados ronda, según fuentes no oficiales, en torno a los 100. Pero el golpe mayor, el éxtasis de esta jugada que es mitad bélica y mitad propagandística, tuvo lugar en la ciudad de Djibo. Djibo ha sido en repetidas ocasiones un campo de batalla de alta carga simbólica en la guerra. Cientos de terroristas fueron detenidos aquí en una ocasión, tras un combate brutal, por las fuerzas burkinesas. Cuando las Fuerzas Armadas burkinesas recuperaron el control de todas las localidades al norte de Djibo, este hecho fue comunicado como una inmensa victoria de los militares, y con razón.

Pero el campamento militar de Djibo cayó ayer en manos de los terroristas, según informaron los medios de comunicación del JNIM (filial de Al Qaeda en la región). Mientras Traoré daba su charla en Moscú, se difundieron en redes fotografías de terroristas posando en la Rotonda de la AES (Alianza de Estados del Sahel). Y otra fotografía donde aparecían los terroristas, fieros y burlones, junto a un retrato de Ibrahim Traoré que colgaba de una oficina abandonada por las autoridades.

El mismo día que Ibrahim Traoré hablaba para Russia Today criticando los medios de comunicación franceses, RFI publicó un artículo donde informaba de que Human Rights Watch acusaba al ejército burkinés y a los VDP de “dirigir masacres étnicas” contra la población civil. El informe de HRW, publicado el mismo día, analizaba decenas de vídeos “que muestran abusos perpetrados por los VDP contra civiles peul” donde “disparaban al aire o a los civiles y robaban el ganado, obligando a los aldeanos a huir”. Este informe se suma a repetidas acusaciones vertidas contra los métodos utilizados por Ibrahim Traoré contra la población civil burkinesa.

Un fin de semana ha bastado para que Traoré sea encumbrado por la propaganda rusa, a la vez que era vapuleado de forma despiadada por la propaganda terrorista y los medios de comunicación franceses. Así es como funciona la guerra en el Sahel, donde la verdad y los hechos (que Traoré está perdiendo la batalla contra el terrorismo) se tapan tras una cortina creada con lazos y vítores de universitarios. Mientras que su prominente figura, mediática y controvertida, sirve como punto de mira para los terroristas, donde los primeros en sufrir este vaivén de imágenes son los civiles que siguen muriendo, de manos de unos u otros, para satisfacer las ideologías que quieren imponer sobre ellos.