Huelga en Argentina
Los sindicatos echan el primer gran pulso al Gobierno de Milei
Miles de argentinos expresan su rechazo a las primeras medidas del ultraliberal al grito de «la patria no se vende»
El jueves 24 de enero, en el día 45 de su gestión, el presidente Javier Milei enfrentó su primer paro general de protesta convocado por la poderosa Confederación General del Trabajo (CGT) contra sus primeras medidas económicas como la «Ley Ómnibus» y el Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU, por sus siglas) o «Decretazo». Esa mañana, la ciudad de Buenos Aires era un caos. Policía por todas partes, calles cerradas por seguridad, avenidas bloqueadas por la multitud, miles de personas con pancartas que, al grito de «la patria no se vende», desfilaban sobre la Avenida de Mayo, dirigiéndose hacia la plaza frente al Congreso donde se llevó a cabo la gran concentración en torno a las 14 hora local.
Ahí, los principales dirigentes sindicales Héctor Daer y Pablo Moyano cuestionaron duramente las primeras acciones del Gobierno de Milei reunidas en la llamada «Ley Ómnibus», como la liberación de precios, la quita de subsidios en las tarifas de gas y transporte, el recorte de los derechos de los trabajadores, la reducción de planes sociales, entre otras medidas del Ejecutivo «libertario» que ha generado más pobreza, incremento de los precios de alimentos y medicamentos, principalmente, y la devaluación de los salarios de trabajadores y jubilados. Los sindicalistas también apuntalaron contra otro proyecto en ciernes del Gobierno que busca reactivar el impuesto «a la sobreganancia» de casi 200.000 trabajadores con piso de ingresos de 1 millón y medio de pesos (1.500 euros aproximadamente), medida que había sido derogada hace un año por el Gobierno de Alberto Fernández.
«¡Que no se les ocurra poner el impuesto nuevamente a los trabajadores! Si son tan guapos, pongan el impuesto a las grandes fortunas, no a los trabajadores. Aumenten las retenciones», dijo a los gritos y desafiante Moyano del Sindicato de camioneros. Ese día, desde un escenario instalado casi frente al Congreso, Moyano se dirigió también a los legisladores, especialmente a los de oposición, para que no den luz verde en el Parlamento al megaproyecto de Milei que contiene más de 600 artículos y que incluye el famoso DNU. «Le pedimos a los diputados que tengan dignidad y principios, que no traicionen a los trabajadores, a los jubilados, a los que menos tienen». Y lanzó también un dardo a los diputados peronistas: «Estarán frente a una decisión histórica para que digan si están con los trabajadores o con las corporaciones. No puede ser esos diputados que arman bloques y siendo peronistas voten este DNU. Un peronista no puede votar este DNU».
Sobre la «Ley Ómnibus», el Gobierno tiene una partida ganada. Justamente en la madrugada de ese miércoles obtuvo un dictamen en mayoría a nivel de comisiones. Se logró gracias a que la Casa Rosada negoció algunas modificaciones con la «oposición amigable». Por ejemplo, habrá una nueva fórmula de movilidad jubilatoria, las delegaciones legislativas al Ejecutivo se redujeron a un año y medio y se excluye a YPF de las empresas a privatizar, entre otros ajustes. El debate ante el pleno se verá en los próximos días.
«Venimos a defender la patria. Venimos a reivindicar 40 años de democracia. Venimos con la Constitución en la mano. El presidente fue electo presidente, los legisladores fueron electos legisladores y a nosotros nos eligieron los trabajadores para defender sus derechos. Una cosa es andar con una motosierra y otra cosa es gobernar», dijo Daer. Y agregó: «Nos vienen con una palabra tan grande como es la libertad. Todos los pueblos luchan por la libertad y acá la libertad la utilizan para hacer pelota la fórmula de actualización para los compañeros jubilados y jubiladas».
La huelga comenzó al mediodía y se prolongaría hasta la medianoche. Solo hasta el última hora de la mañana atendieron los bancos. Los hospitales solo funcionaron con guardias mínimas, los correos no despacharon, la recolección de basura y el barrido de calles fueron suspendidos y muchos negocios permanecieron cerrados. Mientras, el transporte público iba a funcionar solo hasta las 19 horas para «facilitar la movilización y la posibilidad de concentrar y desconcentrar» a los manifestantes, según informaron los sindicatos.
El aeropuerto de Ezeuza, el principal del país, lucía desolado. Casi todas las aerolíneas habían dejado de operar. Aerolíneas Argentinas, la compañía aérea de bandera, que también está en la mira de la privatización, se sumó al paro y anunció cancelaciones y reprogramaciones de vuelos. Se unieron también la aerolínea «low cost» Jet Smart y LATAM. En total, según información que ofreció el vocero presidencial Manuel Adorni, se suspendieron 295 vuelos que afectaron a 20.000 pasajeros.
Una de las figuras más activas del paro la protagonizó el ministro de Infraestructura y servicios públicos bonaerense, Gabriel Katopodis. El funcionario se sumó a la convocatoria junto a los intendentes del partido bonaerense que decidieron movilizarse en ferrocarril para evitar requisas a los manifestantes en los colectivos por las fuerzas de seguridad que siguen el «plan antipiquetes». También se sumó el gobernador de Buenos Aires, el peronista Axel Kicillof. Desde el Ejecutivo cuestionaron su participación. «Como gobernador tiene que cumplir la ley, no violarla», señalaron voceros del Ejecutivo.
Del lado del Gobierno, las principales detractoras del Paro fueron la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y la canciller, Diana Mondino. «El paro no tiene justificación. Es convocado por la oligarquía de millonarios con autos blindados y chofer», dijo esta última. Bullrich, por su parte, señaló a la prensa cómo se encontraba el mandatario Javier Milei: «Él está tranquilo. Sabe que las cosas están funcionando y confía que la mayoría de los argentinos hoy están trabajando, según las imágenes que nos llegan de todo el país». El presidente monitorea el paro desde la Quinta de Olivos, donde recibirá a Bullrich para analizar la medida de fuerza.
Además del Sindicato de camioneros, participaron de la marcha el Polo Obrero, la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), el sindicato panaderos, de empleados públicos, el sindicato de enfermeros, trabajadores bancarios, entre otros.
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