Starmer sufre la primera rebelión en sus filas

La luna de miel ha durado poco al nuevo ‘premier’ Keir Starmer. Ni siquiera lleva tres semanas en Downing Street, pero el laborista, que a principios de mes logró una aplastante mayoría absoluta poniendo fin a una era de catorce años con los tories en el poder, ha sufrido ya la primera rebelión de sus filas.

Siete diputados del ala dura, desafiando la línea oficial del partido, respaldaron una enmienda para eliminar el límite que tienen ahora las familias para recibir ayudas sociales a partir del segundo hijo. Con todo, más que la rebelión en sí, lo que ha creado más polémica es la respuesta de Starmer quien, mostrándose de lo más tajante, ha suspendido a los parlamentarios por seis meses.

La decisión no está exenta de críticas tanto de voces dentro de la formación como de columnistas de la prensa afín, quienes consideran que socava el lema que tanto defendió el nuevo dirigente del Gobierno de poner «el país antes que el partido». Por lo tanto, en lugar de reforzar su autoridad podría haber sido un error estratégico. Los rotativos recuerdan que tras la victoria histórica de 1997, cuarenta y siete parlamentarios laboristas se rebelaron por un recorte a la prestación para padres solteros contra Tony Blair. Pero ninguno sufrió represalias.

El límite de la prestación de dos hijos fue una medida anunciada en 2015 por el Ejecutivo conservador liderado entonces por David Cameron como parte de su programa de austeridad. Esto significa que, si bien la mayoría de los padres puede reclamar un pago de su primer y segundo hijo, a partir del tercero ya no reciben más prestaciones.

Pese a que es ampliamente criticado por organizaciones benéficas y activistas contra la pobreza infantil, Starmer defiende que con el actual estado de las arcas públicas, no puede permitirse modificar la medida porque las cuentas no salen. La deuda pública supone el 99,5% del PIB, superando por primera vez los máximos alcanzados durante la pandemia de coronavirus.

En lo que quiso ser una cesión para apaciguar a los rebeldes, a principios de semana el premier anunció por primera vez que «considerará eliminar el límite». Pero eso no convenció al ala dura de sus filas y siete parlamentarios votaron en contra del Ejecutivo. Entre ellos, John McDonnel, que actuó como portavoz de Economía durante el liderazgo del radical Jeremy Corbyn, quien está ahora como independiente en los Comunes ya que fue expulsado del laborismo por comportamiento supuestamente antisemita.

Pese a que la enmienda del Partido Nacionalista Escocés fue derrotada gracias a la mayoría gubernamental, por 103 votos a favor frente a 363 en contra, supuso el primer pulso contra Starmer. La diputada de Nottingham East, Nadia Whittome, que no votó a favor de la enmienda, se mostró de lo más crítica. «El enfoque del gobierno respecto de la disciplina partidaria ha sido espantoso. Ningún parlamentario debería haber sido suspendido, especialmente en una política a la que casi todos los laboristas se oponen. Nuestro partido tiene una gran mayoría. Si ha de gobernar desde una posición de fuerza, debería ser capaz de tolerar el desacuerdo sin hacer amenazas y empleando los castigos más severos», matizó.

La rebelión tuvo lugar justo antes de la primera sesión de control al Gobierno celebrada en la Cámara de los Comunes. Y aunque fue mencionada por los nacionalistas escoceses, el aún líder conservador Rishi Sunak, quien representa ahora al mayor partido de la oposición, prefirió ignorarla centrándose en su lugar en política exterior.

Con tono conciliador, Sunak abordó la importancia de seguir prestando apoyo a Ucrania, algo en lo que están de acuerdo los dos partidos. Consciente de que su puesto es meramente de interino hasta que en noviembre anuncien a su sucesor, el ex primer ministro quiere dejar un legado basado en la moderación. En definitiva, tras el caos del Brexit y el populismo de Boris Johnson, los debates serán ahora, tal y como dijo Starmer, «un poco menos conflictivos y un poco más racionales».

Con todo, se espera que el tono cambie una vez sea elegido el nuevo líder tory, dispuesto a hacer una agresiva oposición. El exministro del Interior británico, James Cleverly, era el único que había anunciado su candidatura para una contienda que se prevé sangrienta tras la derrota histórica sufrida en las urnas.

Entre los candidatos del núcleo duro se espera a Kemi Badenoch, exministra de Negocios, Priti Patel y Suella Braverman (ambas exministras de Interior). Entre los moderados, además de Cleverly, puede estar Tom Tugendhat (exsecretario de Estado de Seguridad). Aunque siempre puede haber sorpresas de última hora. En las primarias de 2005, todo el mundo daba por hecho que David Davis sería el nuevo líder, pero fue un joven y desconocido David Cameron quien acabó siendo elegido.

Lammy en la India

El ministro de Exteriores, David Lammy, viajó a la India para reunirse con miembros del Gobierno de ese país a fin de estrechar la relación y conseguir un acuerdo comercial «que beneficie a ambas economías». En su día, Boris Johnson prometió cerrar un pacto para 2022 como parte de los supuestos beneficios de la era post Brexit. Pero nunca llegó a materializarse.

Otros aspectos ahora a tratar por el nuevo responsable de la diplomacia británica serán la colaboración en materia de seguridad, tecnología y cambio climático, de acuerdo con la nota difundida por el Foreign Office. Lammy subrayará la conexión entre India y Reino Unido, donde viven 1,7 millones de personas de origen indio que suelen mantener los lazos también con la antigua colonia.

«India es la superpotencia emergente del siglo XXI, el país más grande del mundo con 1.400 millones de habitantes y una de las economías de más rápido crecimiento del mundo», declaró el ministro. «Nuestras negociaciones para un Tratado de Libre Comercio son la base, no el techo, de nuestra ambición de desbloquear el potencial compartido y generar crecimiento», agregó. Posteriormente, Lammy se desplazará a la reunión de ministros de Exteriores de la ASEAN o Asociación de naciones del sureste asiático en Laos.