Estados Unidos

Sam Kass: el chef que obró milagros en la dieta de Obama

Durante ocho años fue el cocinero de la familia y el hombre que preparaba la comida con la que el ex presidente se enfrentaba a sus retos

Más que un chef. La Prensa americana se sorprendía por la confianza entre Obama y su cocinero, con quien jugaba al golf y salía de fiesta
Más que un chef. La Prensa americana se sorprendía por la confianza entre Obama y su cocinero, con quien jugaba al golf y salía de fiestalarazon

Durante ocho años fue el cocinero de la familia y el hombre que preparaba la comida con la que el ex presidente se enfrentaba a sus retos

Los Obama se instalaron en la Casa Blanca con su chef particular. Era la primera vez que un presidente norteamericano se instalaba en la residencia oficial con su propio cocinero, Sam Kass. Gracias a él hemos sabido que Obama podría alimentarse exclusivamente de filetes fritos, que Michelle consiguió desengancharse de las patatas fritas y que las dos hijas del matrimonio, Malia y Sasha, abandonaron la comida basura. También hemos confirmado que el Air Force One es como una mini ciudad aérea. Y es que si al presidente de Estados Unidos hubiera que desalojarlo por aire, en su avión podría cocinarse hasta una paella. Gracias a Kass, que fue su chef durante ocho años –dos cuando Barak era senador en Chicago y seis como presidente–, hemos sabido de la existencia de una habitación cocina, blanca impoluta y perfectamente equipada, en el avión presidencial, un «tiny box», como le llama el chef Kass, de la que salió «la pasta de la suerte», la comida fetiche del anterior presidente norteamericano.

Obama iba en el Air Force One camino del segundo debate con el republicano Romney en las elecciones de 2012 y le pidió a Sam que le cocinara algo que le abriese el apetito. Le preparó un plato sencillo de pasta que hizo que Obama se pasara el viaje alabando aquel manjar. Ganó el debate, aunque para el siguiente iba desganado y le dijo a Sam que le hiciera otra vez el mismo plato y volvió a ganar. En la tercera ocasión ocurrió lo mismo, así que cada vez que se enfrentaba a un reto pedía esa comida, convirtiéndose la pasta en el amuleto gastronómico de Obama. Ante ese plato iba varias veces a la cocina a felicitar a Sam.

- Filetes con patatas

Aunque el primer huerto orgánico instalado en los jardines de la Casa Blanca y que abastecía de verduras a las cocinas haya sido el «baby» de Michelle y de Sam Kass, Barack no parecía mostrar un interés apasionado por el mundo del repollo. El ex presidente no podía evitar sentirse inclinado por los filetes con patatas. Poco a poco el chef fue obrando el milagro de la dieta, aunque, por supuesto, «alguna vez a la semana se comían hamburguesas y palomitas». También intentó cambiar la costumbre de ofrecer almuerzos con platos típicos del país del comensal invitado. Posiblemente el Rey Juan Carlos cuando almorzó con Obama en la Casa Blanca en 2010 fue de los últimos en experimentar esa costumbre. Sam le pidió ayuda al chef asturiano José Andrés para que le asesorase con la paella que pensaba prepararles a los dos mandatarios. «No tiene sentido ofrecer comida de su país a un invitado, lo normal es agasajarle con lo mejor de la gastronomía americana, que es extraordinaria y, además, a José Andrés le hacía ilusión cocinar para el Rey de España».

Kass contaba a LA RAZÓN que la cocina de la Casa Blanca «es sorprendentemente pequeña». Aunque ése era más el territorio de la chef ejecutiva que se encargaba de organizar y preparar las cenas de Estado, él era el chef personal de la familia y por eso tenía tanta cercanía con ellos. En la Prensa americana sorprendía mucho que los Obama tuvieran tanta confianza con su cocinero, con el que el presidente jugaba al golf, o que asistieran a su despedida de soltero. Al chef le vino bien la influencia presidencial porque consiguió cerrar un campo de béisbol para tener su primera cita con la que hoy es su mujer y a la que pidió matrimonio ese primer día y en la misma hierba del estadio.

La gran duda es si el huerto que crearon los Obama continuará, dada la política de acabar con todo lo que puso en marcha el ex presidente y eso incluiría el programa «Let’s move» (Movámonos) de Michelle Obama. Parece ser que «el huerto sigue con Trump, pero no sé qué ocurrirá». Tan orgullosa estaba la primera dama que no dudó en enseñárselo a la Reina Letizia, que se paseó con sus tacones entre los repollos y lechugas. Pero a la española no le sorprendió porque en La Zarzuela los Borbón ya tenían huerto. Sam Kass sigue en contacto estrecho con el ex presidente, pero dejó de cocinarles hace dos años. Se trasladó a Nueva York siguiendo a su mujer, una reportera de TV, y ahora da conferencias y está escribiendo un libro sobre la relación de la cocina con la política, ya que lidera en su país la lucha contra la obesidad. «Ahora sólo cocino para mi mujer. No me volveré a meter en una cocina».

Cocina para eventos especiales, como el que le ha traído a España durante 48 horas, las justas para probar la auténtica gastronomía de nuestro país y viajar en un tren del siglo pasado junto a un grupo de 30 personas con los que vivir una exploración gastronómica, gracias a la cerveza San Miguel Selecta, que nació en Manila. Y en ese acto pudimos saber también que Obama le pidió a Kass que fabricase una cerveza artesana en la Casa Blanca. Crearon tres tipos, esa es la que se servía con el anterior presidente y también «crudites». Ahora con Donald Trump, curiosamente, han llegado los nachos y las quesadillas. Él, que tanto está haciendo por enemistarse con los ciudadanos mexicanos, parece que, al menos la gastronomía del país vecino la dirigiere bastante bien.