
Maquillaje
Marilyn Monroe guardaba un poderoso secreto: el maquillaje de sus ojos para parecer siempre triste
Marilyn Monroe, un icono cuya imagen sigue viva sesenta y tres años después de su muerte, continúa siendo un faro en el mundo de la belleza y la moda

La impronta de Marilyn Monroe, figura emblemática del siglo XX, sigue vigente. Décadas tras su fallecimiento, su imagen genera beneficios económicos y sus trucos de belleza son referente mundial en cine y moda.
La transformación de Norma Jeane Mortenson en la icónica rubia platino fue un proceso meticuloso. Más allá del revolucionario tinte capilar "rubio Marilyn" e incipientes retoques estéticos, el maquillaje desempeñó un papel importante en la construcción de su arquetipo.
La técnica de sus labios rojos, con varias capas de barra, es bien conocida. Sin embargo, el enigma de sus ojos ha sido más complejo. Los detalles de esa mirada particular, atribuida a coquetería o miopía, no se conocían bien.
El minucioso arte tras la mirada de Marilyn
La enigmática mirada de Marilyn era un truco de sus estilistas, según apuntan desde Vanitatis. Roberto Siguero explica que sus pestañas postizas, en lugar de levantarse, se colocaban en la raíz en dirección hacia abajo. Esto generaba una estudiada languidez y un efecto de ojo ligeramente triste, para alargar sus ojos rasgados y evitar un aspecto redondo.
Las pestañas de Marilyn no eran estándar, se diseñaban a diario con tijeras. Subastas recientes han verificado su forma exacta: medias pestañas, más cortas en el centro y más largas en el exterior, aplicadas desde la mitad del ojo hacia el final.
Para reforzar la ilusión de longitud, los maquilladores de la estrella dibujaban una línea marrón bajo el ojo. Esta línea emulaba la sombra natural de pestañas extralargas, añadiendo profundidad y una mirada más enigmática.
El delineado, al que Eliecer Prince se refiere como "el trazo de la seducción", era irrenunciable. Destacaba por su sutileza y adaptabilidad: un trazo difuminado para fotos en blanco y negro, o uno más limpio y definido para eventos, siempre con un discreto rabillo ascendente.
La sombra de ojos de Marilyn se adelantó a su tiempo, marcando la cuenca con tonos marrones suaves que aportaban profundidad sin ser un ahumado completo. Según Prince, bastaban tres colores: un beis satinado en el párpado móvil para iluminar, un marrón neutro en la cuenca para definir y elevar, y un toque perla en el lagrimal para abrir la mirada.
Las cejas, hoy con libertad y volumen, eran fundamentales en los cuarenta y cincuenta. El diseño de Marilyn era rompedor: a diferencia de la costumbre, las suyas eran marrones intensas, contrastando con su rubio platino.
Su grosor era natural, sin la artificialidad de la ceja fina de los veinte o la rigidez de los sesenta. Tenían un arco suave y elevado, con un inicio natural que no endurecía sus facciones, y una densidad media equilibrada, rellenada con lápiz o sombra en zonas menos pobladas, técnica actual con lápiz y gel.
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