
Bienestar
Un soplo de bienestar para tu mañana: rutinas simples para un otoño más liviano
La llegada del otoño altera nuestro reloj biológico, provocando fatiga e irritabilidad, pero pequeños gestos matutinos como evitar el móvil al despertar pueden marcar la diferencia para afrontar el día con mejor ánimo y energía

La primera batalla del día, para muchos, ya no se libra al salir de la cama, sino en la misma mesilla de noche. El gesto casi instintivo de consultar el móvil nada más despertar nos enfrenta de golpe a un torrente de estímulos —correos del trabajo, noticias, mensajes— que supone una innecesaria inyección de estrés. Este hábito, además de ser un considerable sumidero de tiempo, bombardea el cerebro con descargas de dopamina que nos empujan a buscar una recompensa inmediata tras otra, hipotecando la calma desde el primer minuto. De hecho, este no es el único de los hábitos cotidianos que, según la ciencia, nos están haciendo menos inteligentes y que sabotean nuestra capacidad de concentración.
Frente a esa vorágine digital, existe una alternativa tan sencilla como poderosa. Consiste en dedicar un instante, todavía entre las sábanas, a visualizar algo agradable que vaya a ocurrir durante la jornada. Puede ser cualquier cosa: un café con un amigo, un paseo o el próximo capítulo de una serie. Esta práctica consciente, lejos de ser una trivialidad, induce un estado de calma inicial y predispone la mente de una forma mucho más positiva para afrontar las obligaciones diarias. Esta simple visualización es un ejemplo de los microrituales que los expertos recomiendan para calmar la ansiedad y gestionar el estrés del día a día.
A este gesto mental se le pueden sumar otras rutinas físicas que ayudan al cuerpo a arrancar. Beber un vaso de agua antes incluso que el café contribuye a estabilizar los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y facilita la eliminación de líquidos. Se trata de una costumbre que, combinada con una buena ventilación de la habitación, ayuda a purificar el ambiente de descanso, una idea destaca cómo se reduce la concentración de dióxido de carbono y otros microorganismos.
La ciencia que explica la apatía otoñal
De hecho, esta necesidad de proteger los primeros momentos del día cobra especial relevancia con la llegada del otoño. La apatía, la fatiga y la irritabilidad que muchas personas experimentan en esta época del año no son una simple percepción, sino que tienen una base fisiológica. La menor exposición a la luz natural provoca la alteración de dos hormonas clave: la serotonina, directamente ligada al estado de ánimo, y la melatonina, que se encarga de regular nuestros ciclos de sueño. Esta vulnerabilidad estacional se ve a menudo agravada por la ansiedad que genera la vuelta al trabajo después de las vacaciones, un desafío que requiere sus propias estrategias.
Por consiguiente, este desajuste hormonal acaba afectando a nuestro ritmo circadiano, ese reloj biológico interno que dicta cuándo debemos estar despiertos y cuándo descansar. Los pequeños rituales matutinos actúan como un mecanismo de reajuste para el organismo, una estrategia consciente para contrarrestar los efectos del cambio de estación. En definitiva, se trata de una serie de hábitos sencillos y accesibles que resultan fundamentales para mejorar el bienestar general y afrontar la jornada con otra energía.
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