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La certeza del pavo

El viejo continente parece incapaz de posicionarse en la cabeza de la cuarta revolución industrial»

Varios empleados analizan el ahorro conseguido gracias al uso del Big Data / Foto: La Razón
Varios empleados analizan el ahorro conseguido gracias al uso del Big Data / Foto: La Razónlarazon

El viejo continente parece incapaz de posicionarse en la cabeza de la cuarta revolución industrial»

Si tomamos como referencia al Foro de Davos como el lugar donde se diseña buena parte de la hoja de ruta mundial, hay que colegir que ni siquiera tan influyentes opinadores saben a dónde nos conduce la cuarta revolución industrial en la que estamos inmersos. Aunque todas las revoluciones industriales conllevan, por su propia naturaleza, cambios disruptivos, ésta parece que los trae grandes, rápidos e inciertos. Esto es lo que más desconcierta a los grandes «influencers».

Con frecuencia nos quedamos en las anécdotas pero las grandes tendencias son más difusas. Por ejemplo, la anécdota es que la mayor parte de los expertos consultados sostienen que para 2025 utilizaremos generalizadamente implantes artificiales que sustituyan a los actuales teléfonos móviles.

Otra de las anécdotas nos informa de que gracias al desarrollo de los sensores y de la capacidad de computación, pronto asistirán como miembros de los consejos de administración de las corporaciones robots capaces de procesar en segundos las consecuencias de tomar una u otra decisión. La razón es que su acceso al «big data» de las empresas y su velocidad de computación pueden ayudar a la toma de decisiones de manera más eficaz que cualquier humano que pueda representar a un paquete accionarial.

Si lo anterior son sólo un par de anécdotas, lo más significativo es el movimiento internacional de las inversiones, lo que en otros términos podríamos plantearnos como ¿quién compra qué? Pues aquí resulta que frente a la extendida convicción de que el gigante chino está orientando masivamente sus inversiones hacia el continente africano, ocurre que están comprando intensivamente empresas tecnológicas europeas. El viejo continente parece incapaz de posicionarse en la cabeza de la cuarta revolución industrial.

Ocurre además que a partir de enero de 2019, el Banco Central Europeo retirará su programa de compra masiva de deuda pública de los estados; un programa que ha absorbido unos 2,6 billones de euros. Se espera además una subida de tipos de interés y un menor ritmo de crecimiento en economías importantes como la española, que viene creciendo al 3 por ciento desde 2015.

En definitiva, hablar del futuro económico en la cena de Nochebuena tendrá mucho de especulación, quizá también de divertido pues detrás de cada comensal probablemente se oculta un fino analista económico como hasta hace poco lo hacía un seleccionador de fútbol.

El que pueda que disfrute de la certeza del pavo y de la próxima venida de los Reyes Magos. Lo demás es mucho más incierto.

* Catedrático de Economía de la Universidad de Sevilla y profesor
de la Universidad Autónoma de Chile