Excelencia
Así es ser profesor de un instituto sin suspensos, sin “pellas” y con alumnos que tienen un 9 de media
La Razón visita el Instituto San Mateo, pionero del Bachillerato de Excelencia, al cumplirse los diez años desde su implantación en Madrid
En el instituto San Mateo acaban de recibir buenas noticias. Uno de sus alumnos ha sido seleccionado para la final del certamen ciceroniano de Latín que se celebra en la ciudad italiana de Arpino. Su ejercicio ha merecido estar entre los 50 mejores de toda Europa. Es el mismo alumno que está haciendo un trabajo de investigación sobre Píndaro y que trata de traducir al castellano una de las obras clave de la época grecolatina: la Teogonía de Hesíodo. Otro de los estudiantes ha recibido este año también la medalla de oro en la Olimpiada de Física.
Pero recibir tan buenas noticias no es algo excepcional en este instituto público de la calle Beneficencia (zona de Tribunal), que cumple ahora diez años desde que echó a andar con la máxima «summa in primis» (lo mejor ante todo) y en el que estudian Bachillerato 128 alumnos excelentes. Solo acceden los que tienen de ocho en adelante en 4º de la ESO.
Es ya habitual que los alumnos reciban premios. Los de teatro están entre los más laureados. Ya han interpretado obras en el teatro romano de Mérida en varias ocasiones y Ana Concha, la jefa de estudios y profesora de Latín, aún no puede creerse que el viernes pasado, cuando representaron «Himmelweg» en el instituto, estuviera entre el público asistente el mismísimo autor de la obra teatral: Juan Mayorga.
El teatro forma parte de las actividades vespertinas que se ofrecen, una de las particularidades del proyecto educativo. «Son voluntarias y de lo que se trata es de que los alumnos desarrollen otras habilidades más allá de lo estrictamente académico. Desde los orígenes del Bachillerato de Excelencia, se quería dar mucha importancia a la capacidad de expresarse en público y eso está muy asociado a la idea de “high school” de potenciar no solo el debate: “sports y drama”», resume Horacio Silvestre, director del instituto.
Así que, por la tarde, los alumnos del centro pueden apuntarse, si lo desean, a prepararse para participar en las Olimpiadas de Matemáticas o de Física, a talleres de lectura, de literatura hispanoamericana, a prepararse para obtener el título de «Advanced» de manera gratuita... «En la actividad de teatro, se trabaja muy duro. Analizamos los textos en profundidad y fomentamos el compromiso por el bien del conjunto. Si faltas un día a ensayar, fastidias a todo el mundo. Eso si, hacemos casting. Solemos intercalar y un año representamos tragedia griega y, al otro, contemporánea. El dinero que ganamos en los concursos lo utilizamos para seguir haciendo teatro», comenta entusiasmada Ana Concha.
Otra de las singularidades del centro es que todos los alumnos tienen que hacer un trabajo de investigación en dos cursos que les ocupa 40 horas de trabajo, la vía para empezar a aprender las técnicas propias de la investigación. Y, buscando esa excelencia académica, se trata de llegar «un poco más». Los alumnos tienen tres horas más a la semana en primero de Bachillerato, en comparación con los de otros institutos, de la asignatura troncal de la que se examinan en selectividad; en segundo, dos horas más.
¿Cómo es enseñar?
Pero ¿cómo es enseñar en un instituto donde todos los alumnos son excelentes, donde la palabra suspenso no existe, donde la media de los 128 estudiantes de Bachillerato del año pasado fue de 9,07 y en la fase general de la Evau o selectividad de 8,91? ¿Cómo es enseñar en un instituto donde los alumnos no hacen «pellas» o, si lo hacen, son «honestas», para irse a estudiar a la biblioteca, donde no hay absentismo, donde no hay bullying y donde la convivencia escolar «es muy buena», según dicen los profesores?
El Instituto San Mateo parece ser el paraíso para cualquier profesor a la vista de lo que cuentan. Mientras que los docentes en España emplean una media de una hora al cabo del día intentando poner orden en clase, según algunos estudios de la OCDE, en el Bachillerato de Excelencia se juntan dos factores clave que hacen que el objetivo de la educación sea un éxito: «profesores que queremos dar clase y alumnos que quieren aprender», subraya Ana Concha.
De ahí que los 17 profesores que imparten clase en este centro pionero en Madrid al que acuden niños de todos los puntos de Madrid (20% inmigrantes), estén entregados a su labor docente. «Es una delicia venir a trabajar», cuenta una de las profesoras que acaba de salir de un aula mientras suenan los acordes de un saltarello barroco por la megafonía, en lugar del habitual timbre que indica el fin de la clase. «Aquí te pueden doler los pies al cabo del día, pero no el alma», suele decir María Gaspar, la profesora de Matemáticas.
Eso sí, todos coinciden en que el grado de exigencia del alumno hacia el profesor es altísimo: «Aquí se trabaja mucho. La profesora de Historia de segundo de Bachillerato acaba de corregir 120 exámenes. Nadie deja una pregunta en blanco, aquí todo el mundo va a lo máximo. Te puedes encontrar que, de repente, un alumno te escribe para pedirte una ampliación de un tema o la etimología de unas palabras y tienes que responderle», cuenta la jefa de estudios. Claro que al estudiante «aquí no se le exige que “vomite”» una cosa que se ha aprendido de memoria en Literatura, se le pide que hable de la poesía a lo largo de toda la literatura española, así que tiene que elaborar tu propio ensayo».
Yolanda Mancebo, profesora de Literatura, cuenta que «no puedes venir con lo que uno sabe de toda la vida porque los alumnos no te lo aceptan. A veces nos preguntan por obras que no están dentro de las lecturas habituales de Bachillerato, obras que no se pueden encontrar más que en la Biblioteca de Autores. O incluso me han llegado a preguntar por obras que traten el tema del juicio porque practican mucho el debate y les gustan las que tienen personajes que argumentan. No te aceptan un análisis sintáctico si no se lo explicas muy bien. Lo más difícil que me han pedido es que represente una escena en vivo y en directo. Y eso ya...», dice entre risas la profesora.
No todos los alumnos, sin embargo, son capaces de responder a la exigencia del instituto y deciden abandonar al poco de llegar. «Los chicos a esta edad no tienen nada claro. Tienen unas notas, pero conseguir un 8 en 4º de la ESO es relativamente fácil. Algunos no tienen hábito de estudio y tienen niveles diferentes, pero les vamos orientando con una metodología que hace que todos salgan preparados para ir a la universidad y tener éxito», dice el director.
El modelo, no obstante tiene sus detractores y el director se defiende: «nos dicen que si este es un centro gueto, pero aquí vienen chicos de todo Madrid y toda condición social, desde hijos de catedráticos hasta de conserjes. También que si no siempre tenemos la mejor nota de la selectividad. Eso demuestra que hay muchos alumnos excelentes en otros centros educativo. La educación es, sobre todo, una cuestión artesanal y el sistema que empleamos aquí tiene mejores resultados».
✕
Accede a tu cuenta para comentar