¿Sabe dónde se instaló el primer semáforo de España?

Estamos tan acostumbrados a verlos, que parece que siempre han estado ahí. A veces son objeto de polémicas por sus distintos iconos representados o sus localizaciones y otras sacan de quicio a conductores y transeúntes, pero su utilidad es incuestionable. Son los semáforos. Pero, ¿sabría decir cuál fue el primero que se colocó en Madrid (y en España)? Se trata del que se encuentra en la bifurcación entre la calle de Gran Vía y la de Alcalá y a la sombra del icónico edificio Metrópolis que adorna muchas de las fotografías de los turistas que se pasan por la capital.

El semáforo se inauguró en marzo de 1926 con una gran celebración y, como es lógico al tratarse del primero en la ciudad, los periódicos fueron los encargados de explicar el funcionamiento del artilugio a los madrileños. También se tuvo que redactar, debido a la novedad, un nuevo Reglamento de Tráfico que se mantiene en la Biblioteca Histórica Municipal.

Y es que, hasta ese momento eran los propios guardias de tráfico quienes se encargaban de regular el tráfico de la transitada zona, hasta que la cantidad de la población volvió ineficaz este método y proliferaban los accidentes de carruajes. Fue el ingeniero Joaquín Moro quien instó al Ayuntamiento madrileño a adquirir el semáforo doble que desencadenó toda una revolución en seguridad vial. Antes de que comenzara a usarse este semáforo, que solo servía para vehículos y excluía a peatones, fueron dos los meses que se dedicaron a instalar la herramienta de regulación del tráfico.

Aquel primer semáforo, que poco tiene que ver con los actuales más allá de su función, se colocó en una de las farolas de cuatro brazos de la calle e incluía tanto un cuadro de conexiones y sistema eléctrico de entramado, aunque contemplaba la opción de funcionar de manera manual en caso de avería. Pese a todos los cambios tecnológicos, incidentes y generaciones que han pasado por la ciudad desde 1926, el semáforo puede presumir de mantener su ubicación.

A este primer semáforo doble lo siguió otro muy cerca, en la calle de Alcalá sentido Sol. Su labor principal era la de ponerse en rojo para permitir el paso de los coches procedentes de la comercial Gran Vía cuando su semáforo se ponía verde. El diseño de este segundo semáforo en la capital distaba mucho del primero y tenía una estructura horizontal.

Adiós a los guardias urbanos

El cuarto semáforo compartió esa estructura horizontal y se localizó por la calle Alcalá en dirección a Cibeles. A estos semáforos los acompañaron otras señales, también luminosas, pero su función era solo la de parar el tráfico, pues funcionaban como las actuales señales de prohibido el paso y se localizaban también en la actual Gran Vía, limitando el acceso a la zona desde Caballero de Gracia y Marqués de Valdeiglesias.

La llegada de los semáforos supuso, como suele ocurrir con los grandes avances tecnológicos, la despedida del método anterior para desarrollar su función, que en este caso pertenecía a los guardias urbanos de Madrid, que terminaron desapareciendo en 1930, tan solo cuatro años después de que llegara el primer semáforo a la capital.

De los semáforos actuales, prácticamente ninguno supera los 20 años y hay hasta aplicaciones para evitar atropellos, como es el caso de Cebrapp, que alertan de la proximidad de un cruce peligroso o de un semáforo en rojo para evitar cruzar aceras distraídos por el teléfono móvil, disminuyendo el peligro. También cabe destacar la función espía de los mismos, pues algunos de ellos están equipados con cámaras que comprueban que los vehículos respeten las indicaciones de los semáforos, algo de lo que, de momento, escapan ciclistas y peatones.