Reportaje
24 horas con Ayuso, un año después del 4-M: “Ese día reconquistamos los valores”
A las puertas del aniversario de las elecciones del 4 de mayo, la presidenta madrileña comparte un día con LA RAZÓN en el que hace balance y da las claves de su proyecto para liderar el PP regional
Varias vidas políticas caben en los últimos doce meses de Isabel Díaz Ayuso. «Ha sido un año rebelde», nos reconoce ella misma. De la crisis que partió su coalición con Ciudadanos a las elecciones anticipadas; de la casi mayoría absoluta que expulsó a Pablo Iglesias de la política a la polémica por el contrato vinculado a su hermano; de la guerra con Pablo Casado a la convocatoria del congreso que la convertirá en «baronesa». Aprovechando que estamos a las puertas de ese primer aniversario del 4-M, Ayuso ha compartido 24 horas con LA RAZÓN, de Leganés a Gijón, para hacer balance. Tantas cosas son distintas hoy en España respecto a mayo de 2021, que le preguntamos en qué le ha cambiado a ella este huracán: «No soy consciente de si soy distinta. Cada día crece en mí el compromiso, la responsabilidad. Ver que también crece el apoyo entre los ciudadanos me llena de un sentimiento de no querer defraudar y echarme a las espaldas más preocupaciones, pero también más ilusiones. No he cambiado tanto, han cambiado muchas cosas que han pasado después en distintos líos que todos conocemos».
Pasadas las 19:30 del jueves, salta por los aires la habitual tranquilidad del Paseo del Muro de San Lorenzo de Gijón. La presidenta madrileña acaba de llegar. Han sido cinco horas de viaje desde la Puerta del Sol sin parar a comer, sólo algo de sushi en el coche junto a José Luis Carreras, su jefe de Prensa, con el que va despachando asuntos, y una parada técnica en una gasolinera a 40 kilómetros de Benavente, donde una trabajadora le ha pedido la primera foto de la tarde. No será la última.
Nada más llegar al hotel, cambio de planes. El tiempo acompaña y decide disfrutar de un paseo y dejar para la noche los últimos retoques al discurso que pronunciará a la mañana siguiente ante empresarios asturianos. Es entonces cuando el «fenómeno fan», derivada sin la que es imposible explicar el ayusismo, se desata. «¿Es “la Ayuso”, la de Madrid?», se preguntan en un banco varios jubilados. En efecto, lo es. Recorremos 350 metros de paseo marítimo, los que separan el célebre «Tostaderu» de la escalera 19. Otros 350 metros para volver. Pero tardamos dos horas y media en completar el trayecto. En ese lapso de tiempo, decenas de fotos, de mensajes de «bienvenida a Gijón» y de breves conversaciones. Como la que mantuvo con una ciudadana de Ucrania a la que Ayuso expresó su apoyo. O con un matrimonio, ella de Toledo y él gijonés, que reconocieron verla «más guapa y joven que en la televisión» y le aconsejaron que no se «deje intimidar por ésos». También con el abuelo de Pelayo, que emocionado le relató cómo durante una visita a su nieto en Madrid sufrió un infarto en plena calle y fue operado en un hospital de la capital, en donde le realizaron hasta tres «by pass» para salvarle la vida. Si las decenas de gijoneses y turistas que pararon a la presidenta madrileña conformaran una suerte de consejo asesor, el diagnóstico y la hoja de ruta estarían claros: «Tienes que seguir dando caña. Estamos contigo». Ella reconoce sentirse abrumada por todo ello. «¿Qué te pasa por cabeza cuando te dicen, como ahora mismo, que eres “una fenómena” o su “heroína”?». Asegura sentirse llena de responsabilidad: «Lo que estoy pensando al escuchar eso es que me voy a seguir trabajando, a seguir trabajando en el discurso o a pensar en una idea...me lo apunto todo». Tampoco tiene miedo de que con todo ello corra el riesgo de convertirse en un fenómeno o en una moda pasajera: «Sea o no sea moda, lo que está claro es que los políticos estamos de paso y tenemos nuestro momento. Tienes que ser consciente de que lo quedan son las obras y que hay que aprovechar el tiempo». En el lado menos amable de todo esto, reconoce ser consciente de que ha perdido «parcelas de libertad» que jamás va a recuperar. «La vida de antes nunca va a volver. Porque cuando quiera parar, todo esto no va a parar».
Le pedimos un alto en el camino para hacer balance de las elecciones anticipadas de hace un año que dejaron al PP al borde de la mayoría absoluta y con más votos y diputados que los tres partidos de izquierdas juntos.
–¿Qué se reconquisto el 4-M?
–Creo que unos valores, el decir que España merece la pena, que somos ciudadanos de todos los rincones del mundo que vienen a Madrid a pelear, a trabajar y a luchar. Decir que la vida y la libertad son los dos bienes más preciados que tiene el hombre. El decir que hemos peleado todos juntos. Ése es el mensaje que quedó de trasfondo tras el 4 de mayo.
–¿Qué ha sido lo más reconfortante de estos doce meses?
–El día a día con la gente y ver que van pasando los meses después de las elecciones y que la gente sigue ilusionada en torno a los mismos mensajes. Eso me parece lo más ilusionante, lo mejor de todo.
–¿Y lo más duro?
– (Suspira) La crisis enorme que hemos tenido dentro de mi partido, que ya está muy bien, resuelta. Eso ha marcado este año.
–Sin el buen resultado del 4 de mayo, ¿hubiera existido crisis interna en el PP?
–No lo sé. Fue un error todo aquello. Fue muy duro. Los motivos finales no los sé. Nunca lo entenderé, porque lo teníamos todo y nos hemos metido en una crisis que nos podría haber llevado casi a la desaparición. Sin embargo, el apoyo popular y las ganas de los ciudadanos en torno al PP son mucho más fuertes y te das cuenta de que los ciudadanos trascienden a los partidos. Tenemos un nuevo liderazgo, vamos a por ello y creo que es lo que tenemos que hacer, mirar para adelante.
–¿Se considera una referente de la derecha a nivel nacional?
–No sé si de la derecha. Desde luego no soy de izquierdas, pero sí quiero ser un referente en torno a los valores de libertad y prosperidad que trascienden a la división ideológica pura. Creo que tienes que gobernar para todo el mundo, tomando decisiones para todos, pero que esas decisiones estén tomadas en base al criterio de quien me ha votado. Y lo que quiero es ensanchar esa base para que cada vez más ciudadanos se sientan representados por lo que estoy haciendo. Pero sin zigzaguear, sin ir cambiando los discursos y sin dejar de defender unos valores. Hablamos siempre de la gestión, pero los valores son muy importantes. La forma de entender la vida desde el punto de vista liberal es la que ha traído más prosperidad, riqueza, empresa y propiedad a los ciudadanos en todo el mundo y a lo largo de la historia. Y es el modo de vida alegre que yo defiendo.
No sólo de la calle llegan los elogios a Ayuso. «Dama de Hierro», «La nueva esperanza de la derecha», «La reina del Madrid liberado» han sido algunos titulares con los que la Prensa extranjera ha trazado su perfil fuera de nuestras fronteras. Algo que, a su juicio, es bueno, no tanto por ella –«yo paso de puntillas, no dejo de ser un nombre fuera», asegura– sino por lo que puede suponer para la región que preside: «Madrid suena más que nunca fuera, está de moda y me parece que todo es una gran oportunidad porque los ciudadanos que leen esto se preguntan qué está pasando en Madrid, qué están haciendo. Y ven que se ha abierto algo, que han llegado algunos proyectos o se acuerdan de que estuvo hace poco un familiar suyo en Madrid y volvió entusiasmado».
El viernes, jornada intensa. Arrancó a primera hora con un encuentro informativo en el que, ante el empresariado asturiano, Ayuso expuso las líneas maestras de su modelo económico y fiscal. Después, un paseo por el centro de la ciudad, en el Paseo de Begoña, a los pies del Teatro Jovelllanos, junto a la presidenta del PP asturiano, Teresa Mallada, y el líder de la formación en Gijón, Pablo González, con parada en una terraza para reponer fuerzas. Como guinda, una espicha –una celebración asturiana en la que se bebe sidra– en un Lagar. En los dos discursos que pronuncia en esa mañana, asistimos a otra de las claves del «modelo Ayuso»: un discurso con poco espacio para los grises, «desacomplejado» para sus seguidores, «faltón» a juicio de sus rivales. Carga contra la «superioridad moral» de una izquierda a la que señala como la responsable de «las mayores desigualdades sociales» y que, al mismo tiempo, acumula «más patrimonio que el portal de Idealista». «Ponen el cazo y la pancarta; no tienen nada que contar; no cuela ya, sólo hablan de miedo y de odios». En el Lagar, más fotos, más abrazos y más brindis. Con un deseo que transmite a sus compañeros asturianos: «Del socialismo se sale». Les plantea para ello seguir el modelo de Madrid y el camino que inauguró el 4-M: «Ese día, los madrileños decidieron vivir en paz y ser libres y comprobé que el PP es el partido de la gente, de los valores y de la alegría. Cuando se habla a la gente con mensajes claros, prosperidad y libertad o socialismo y comunismo, el resultado es arrollador. Estamos en el lado correcto de la historia, que no nos dirijan la vida con monsergas».
Con el horizonte aparentemente despejado, le preguntamos si tiene el pálpito de que ahora, un año después del 4-M, lograría la mayoría absoluta: «A veces pienso que sí. Pero lo importante no es saber si vas a tener mayoría absoluta o amplia, lo importante es saber qué quiero hacer». Y nos reconoce que, a su juicio, la mejor forma gestionar el éxito es trabajando: «Nunca pensé que fuera mi propio partido el que no sabría gestionarlo». Porque a pesar del momento dulce que aparentemente atraviesa la presidenta madrileña, aún están recientes las heridas por la crisis que le enfrentó a la anterior dirección nacional del PP. Por ello insistimos:
–¿Qué le ha hecho más daño en este año: las críticas de la izquierda o que en el Partido Popular se dudara de su honradez?
–Quizás lo segundo porque lo primero va en el cargo. Tengo un Gobierno que ha trabajado honradamente. Que se coquetee siquiera con el juego de la corrupción me parece imperdonable. No nos merecíamos eso.
–De todo lo que sucedió, ¿tiene ya todas las explicaciones?
–Tengo la asunción de lo sucedido: pretendían que no siguiera en política, apartarme, echarme y, sin duda, en hacer daño a mi familia. Por su propio peso ha caído y lo único que hago es mirar para adelante y saber que mientras yo sea presidenta del PP de Madrid eso no va a volver a suceder, porque no voy a permitir que se arremeta contra personas que tienen responsabilidades de Gobierno ni que se hagan acusaciones tan dañinas y en balde.
Por delante, la presidenta Ayuso tiene tres días marcados en rojo en el calendario del mayo que arranca hoy. La Fiesta regional de este lunes, el aniversario de su victoria en las urnas y el Congreso Regional que acogerá Ifema los días 20 y 21. «Muy mal se me tiene que dar para no ser presidenta», bromea. Es la única candidata y nos confiesa tener muy claro qué hará cuando llegue a la Presidencia regional de su partido. Para empezar, promete renovación: «Quiero gente ganadora, que ilusione y que pelee. No quiero un club de amigos ni personas que después de muchos años ya no están aportando nada, pero los partidos se van enquistando». Y también, con mayor conexión con la calle: «Soy una persona muy callejera, que se ha recorrido palmo a palmo la Comunidad de Madrid. Hay una distancia inmensa entre el votante y el afiliado. A ver si conectamos eso».
Desde el Lagar, el equipo de la presidenta puso rumbo al aeropuerto de Asturias. Acabaron así las 24 horas que habían comenzado en Leganés. En una visita a un laboratorio desde el que Ayuso, en menos de un minuto, cargó contra el «autoritario» Gobierno de Sánchez y contra sus guiños a los golpistas y a Bildu. «Donde esté ETA es mejor no estar». Dando caña, como le reclaman sus seguidores allá donde va.
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