Madrileñ@s
Rodrigo Taramona: «El futuro no es Black Mirror si nos ponemos a trabajar unidos»
Preocupado por la falta de conversación sobre los cambios que trae la era de la información, usa las redes sociales para abordar temas cada vez más reales
Nacido en Perú, Rodrigo Taramona llegó a Madrid cuando tenía siete años. Y aquí empezó todo. Se formó y trabajó como actor de cine y televisión, pasando por series míticas como Al Salir de Clase u Hospital Central. Los últimos años que se puso ante una cámara los compaginó también, como él dice, con sus «movidas». Escribir, pensar. «Escribía para varias revistas, pero había un tema, que era el de la tecnología y todo el impacto social sobre las personas y las empresas, que empezó a preocuparme especialmente», señala. Le inquietaba, principalmente, el hecho de que no hubiera una conversación en castellano, cuando sí la había en inglés, sobre todo lo que esto significa. «Para mí era importante que en mi cultura se hablara de esto, porque estamos bastante distraídos y es algo muy relevante», explica. Después de intentar varios formatos –entre ellos una revista–, decidió que lo que más sentido tenía era utilizar las propias plataformas para hablar de ello. Ahora, abre el debate ante a cientos de miles de seguidores en YouTube, Instagram, Twitter y Tiktok en vídeos que graba con un fondo que no puede ser más analógico: una biblioteca en la que se puede ver un cartel que cita «Hell is an infinite scroll of beautiful thinks», haciendo referencia al sinfín de imágenes a las que, diariamente, estamos sometidos por las redes sociales y de las que, sin embargo, es difícil salir. Toda una declaración de intenciones.
Para Taramona, estamos en una transición de la era industrial a la era de la información, donde ya las cosas ni se crean ni se consumen como hasta ahora. «En la era de la información, en lugar de tener todo localizado en fábricas o edificios, los individuos son capaces de crear con su pensamiento de manera más flexible, pero el consumidor puede elegir también a quién sigue para que le hable de los temas que le interesan», explica. La información, entonces, se elige de manera individualizada, «pero esto también conlleva muchos riesgos», advierte. «En un entorno centralizado, como un periódico, es cierto que se puede controlar el mensaje, pero también se pueden establecer unas normas éticas», señala. «En un entorno descentralizado nadie lo controla, cualquiera puede sentarse delante de una cámara y expresarse, esquivando la censura, y no hay que respetar más ética que la de que si te ven mucho, continúas», asevera, matizando, a su vez, que «el problema fundamental de esto es que en muchos casos se intoxica a los medios centralizados, que acaban replicando comportamientos poco éticos para traducirse en clickbait». «Esos códigos éticos son, para mí, lo más valioso de las estructuras centralizadas, y es algo que los consumidores de información no debemos perder de vista», añade.
Sin embargo, cuando Taramona habla de la era de la información no se refiere únicamente al contenido, sino a cualquier mercancía. Por ejemplo, las armas. «La industria armamentística tiene una regulación y una normativa, pero en el momento en el que un chaval, como ha sucedido en América, comparte los planos para la impresión de una pistola en 3D y se pueden distribuir sin ningún tipo de control y a coste cero, la era de la información posibilita cambios que ya no solo tienen que ver con las palabras», explica.
Parece, por ello, que estamos ante un cambio de era que no se puede detener y sobre el que es necesario reflexionar. Pero, tal como él mismo atestigua, la gente está dispuesta a hacerlo. «Hablar de lo que todo esto supone es como encender una hoguera en medio de un bosque en el que todos estamos perdidos, y nos estamos juntando alrededor de ella», asegura. «El problema de las redes sociales, que en principio servían para conectarnos, es que lo que han hecho han sido individualizarnos y fragmentarnos mucho a través del enfado», añade, y subraya, además, que «tenemos que recuperar el control de estas herramientas y utilizarlas para lo que realmente deben ser usadas, que es para unirnos, para crear comunidades que no se queden en lo digital». Además, asevera que es muy necesario hablar de esto en un tono positivo. «Se puede recuperar, el futuro no es Black Mirror si nos ponemos a trabajar en él y nos unimos», asegura.
Pero, para ello, Taramona anticipa que será necesario encontrar nuevos modelos económicos. “No es algo imposible, la humanidad lleva haciéndolo toda su historia”, afirma. “A mí, si a los 20 años me dices que un chaval se podía hacer millonario jugando a videojuegos o que otro al que le gusta mucho el fútbol se iba a convertir en el comunicador más grande de España y Latinoamérica, como es Ibai Llanos, te habría dicho que es imposible”, apunta. Sin embargo, si bien apoya el hecho de que habrá que encontrar y explotar estas nuevas formas de hacer economía, subraya que, sobre todo, “tenemos que ayudar a que nadie se quede fuera” de ellas. “Tenemos que empezar a devolver un valor económico a algo que lo ha perdido, y que sin embargo es tan puramente humano como es el cuidado y la atención a las personas. Profesores, enfermeros, médicos… Son profesiones que tienen que revalorarse”, reclama. Porque, en definitiva, “lo importante no son las máquinas, son los humanos y qué hacemos con ellas para que vivamos y estemos mejor”.
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