Educación

El talento madrileño que conquista la palabra: Comillas, campeona de debate en España

El Club de Debate de la Universidad Pontificia Comillas, se proclama campeón nacional y celebra sus 25 años formando oradores y ciudadanos críticos

Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas
Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David JarDavid JarFotógrafos

Cuando se abre el turno de palabra en un torneo de debate, el silencio pesa tanto como la expectación. En el aire, la tensión es casi tangible: los cronómetros marcan segundos, los jueces anotan y los oradores respiran hondo antes de lanzar su primer argumento. Así se vivió la final de la Liga Española de Debate Universitario (LEDU) celebrada en Vitoria en 2025, donde el equipo de la Universidad Pontificia Comillas se alzó con el título de campeón de España tras un intenso fin de semana de oratoria, análisis y nervios. La pregunta a debatir no era sencilla: «¿El fenómeno de la inmigración trae más beneficios o problemas?». Frente a otros 15 equipos procedentes de las mejores universidades del país, los de Comillas defendieron sus ideas con rigor, empatía y temple. El esfuerzo valió la pena: la universidad madrileña se llevó el oro nacional y dos de sus integrantes, Alberto García Chaparro y Carlos Samuel Fernández Iruzubieta, fueron reconocidos como el segundo y cuarto mejor orador de España, respectivamente. Pero el éxito no es fruto de la casualidad. Detrás de los trofeos hay años de práctica, sacrificio y pasión por una disciplina que, en palabras del coordinador del club, Alejandro Molina, «no solo enseña a hablar, sino sobre todo a escuchar».

El Club de Debate de Comillas no es un recién llegado al panorama académico. De hecho, es una de las escuelas de debate más veteranas de España. «Llevamos 25 años, justo ahora celebramos el aniversario del Trofeo Rector, uno de los más antiguos del país», explica Molina a LA RAZÓN. El coordinador, que lleva tres años al frente, subraya la herencia jesuita de esta práctica: «Los jesuitas ya utilizaban el debate como herramienta pedagógica en el siglo XVI. En Comillas seguimos esa tradición, porque creemos en el valor del pensamiento crítico y del respeto a las ideas». Hoy, esa herencia se traduce en cifras impresionantes: más de 400 alumnos matriculados en la Escuela Comillas Debate, con presencia en las sedes de Madrid, Valladolid, Sevilla y Mallorca. «Somos la escuela de debate con más alumnos de España. Y lo mejor es que el entusiasmo crece cada año», añade.

Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David Jar
Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David JarDavid JarFotógrafos

El recorrido del equipo campeón empezó mucho antes del torneo nacional. Para llegar a la LEDU, los estudiantes deben clasificarse ganando uno de los cerca de veinte torneos regionales que se celebran en distintas universidades españolas. Solo los dieciséis mejores equipos del país logran el pase a la fase final. «Este año hemos batido un récord histórico», señala Molina. «Comillas ha sido la única universidad que ha ganado cuatro torneos clasificatorios en un mismo año». Esa hazaña se logró gracias a un equipo compacto y experimentado: Carmen Ramos Aramburu, Carlos Samuel Fernández Iruzubieta, Alberto García Chaparro y Rodrigo Sánchez-Bleda Urbiola. Juntos forman un grupo que combina amistad, disciplina y una pasión compartida por la palabra.

Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David Jar
Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David JarDavid JarFotógrafos

Carmen Ramos, estudia el máster de acceso a la abogacía y recuerda sus inicios en el club de debate: «Entré en primero de carrera, justo después de la pandemia. Quería vencer el miedo a hablar en público, porque sabía que para ser buena abogada debía saber convencer y expresarme con seguridad». Cuatro años después, no solo ha cumplido su objetivo, sino que se ha convertido en una de las mejores oradoras del país. «Siempre digo que me he sacado dos carreras: la de Derecho y la de Debate», bromea. «Te cambia la forma de pensar, de estructurar tus ideas y de afrontar los retos. Y, sobre todo, te enseña a superarte». A su lado, Carlos Samuel Fernández recuerda que fue gracias a ella que conoció el debate. «Yo era escéptico, pensaba que esto del debate era algo muy anglosajón, más propio de Oxford que de aquí. Pero me enganchó desde el primer día. Te obliga a estudiar, a comprender los dos lados de un tema, y eso te hace crecer muchísimo». Entre risas, añade: «Lo cierto es que hemos sacrificado muchos fines de semana y horas de descanso, pero lo haría mil veces más. El debate engancha, y además te rodea de gente brillante».

Carmen y Samuel llevan cuatro años compitiendo juntos. En ese tiempo, han aprendido que la clave del éxito no está solo en los argumentos, sino en la confianza mutua. «Nos entendemos sin hablar. Sabemos lo que el otro va a decir antes de que empiece. Eso te da una ventaja enorme en un torneo donde cada segundo cuenta», asegura Samuel. Esto es posible por el ambiente de camaradería total que han creado. «El debate te da amigos para toda la vida. Conoces a gente de otras universidades con tus mismas inquietudes. Competimos contra ellos, pero también viajamos, compartimos cafés y risas, y al final lo más bonito es eso: el vínculo que creas», señala Carmen. El coordinador coincide. «Aquí se forjan amistades, pero también valores. El debate enseña humildad, trabajo en equipo, empatía. No se trata de gritar más alto, sino de entender mejor al otro».

Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David Jar
Finalistas de Madrid del concurso de oratoria en la Universidad de Comillas. David JarDavid JarFotógrafos

El proceso de preparación de un torneo puede durar semanas. Una vez recibida la pregunta del debate, los equipos tienen alrededor de un mes para investigar. «Leemos muchísimo, contrastamos fuentes y estudiamos todas las caras del tema», explica Molina. «El objetivo no es solo ganar, sino comprender en profundidad la cuestión y aprender a argumentar con respeto». Durante las sesiones, los estudiantes ensayan, cronometran sus intervenciones y se enfrentan a preguntas imprevistas. Cada detalle cuenta: el tono de voz, el tiempo exacto o la coherencia de los ejemplos. «A veces fallar una palabra puede cambiar el resultado», admite Samuel. «Por eso hay que estar concentrado y ser constante».

Su poder pedagógico

Más allá de los trofeos, la universidad considera el debate una herramienta educativa de primer orden. «Ayuda al pensamiento crítico, la comunicación interpersonal y el razonamiento lógico. Es una forma de aprender a pensar y a respetar», señala Molina. En el mercado laboral, la experiencia también se valora. «Hoy en día las empresas buscan soft skills y el debate te da todas: empatía, liderazgo, claridad al comunicar», apunta Samuel. «Ya no importa solo lo que sabes, sino cómo lo transmites».

La excelencia de Comillas no se queda en las fronteras nacionales. En los últimos años, el club ha brillado también en el escenario internacional. Rodrigo Sánchez-Bleda fue subcampeón del mundo de oratoria y el año anterior Alberto García Chaparro se proclamó campeón mundial. «Competimos en Panamá y quedamos tercera mejor universidad hispanohablante», recuerda Molina. «También participamos en torneos europeos, en inglés, con otros formatos. La internacionalización es clave para nuestros estudiantes». Cuando se pregunta por qué seguir debatiendo tras tantos años, Carmen responde sin dudar: «Por autosuperación. Al principio todo da miedo: hablar en público, enfrentarte a jueces, exponer tus ideas… Pero poco a poco te das cuenta de que puedes. El debate me ha hecho más valiente y más segura». Samuel, tiene claro que el espíritu del club es lo que mejor resume su ganas de seguir: «La gente entra para mejorar profesionalmente o para conocer a otros, pero se queda por lo que el debate te enseña de ti mismo. Aprendes a pensar con rigor, a comunicar con empatía y a escuchar con respeto. Lo profesional viene después». Y es que más allá de los trofeos, su mayor logro quizá sea haber convertido la palabra en un puente.