Pacto verde y un pollo disparado

Europa se ha propuesto convertirse en« el primer continente climáticamente neutro» y ha puesto sobre la mesa un paquete de propuestas que, entre otros, se centran en los sistemas alimentarios, a los que entre otros impactos se atribuyen casi un tercio de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Estrategias como «De la granja a la mesa» tratan de acelerar la transición hacia una alimentación sostenible con medidas regulatorias que, sin embargo, han sembrado la preocupación entre los productores. La reducción a la mitad del uso de plaguicidas o de la densidad de animales por m2, la instalación de sistemas de videovigilancia en los mataderos, la eliminación progresiva de las jaulas, las nuevas condiciones de transporte de animales o la prohibición de exportar animales vivos son algunas de las directrices que han incrementado la presión sobre esta actividad.

El avícola ha sido el último sector en advertir de las consecuencias de esta agenda que, de acuerdo con un informe de la interprofesional Avianza, triplicará el precio de la carne de pollo hasta el punto de que se podría llegar a pagar de 15 a 20 euros por kilo de pechuga en granja convencional. Encarecimiento que sería el resultado de una normativa comunitaria que, según los cálculos, llevará a la reducción de casi tres cuartas partes de la superficie útil de las granjas (70%), lo que equivaldría a cerrar 3.500 de las 5.000 actuales en España. Y es que para compensar este cierre y garantizar el abastecimiento, aseguran, se tendrían que construir un 73% más de naves, lo que aumentaría los costes de producción en unos 1.800 millones de euros. Además, para cumplir con los tiempos máximos de viaje y temperaturas se requerirá un 22% más de camiones (505 más por semana ), lo que se traducirá en menos eficiencia, más costes y más emisiones de CO2. Lo contrario de lo que se pretende.