Opinión

Renovar el parque automovilístico para mover el país

Marta Blázquez, presidenta de Faconauto: “La inclusión del Plan Nacional de Renovación del Parque Automovilístico en la Ley de Movilidad Sostenible marca un punto de inflexión”

Marta Blázquez, presidenta de Faconauto
Marta Blázquez, presidenta de FaconautoFaconauto

España encara una etapa decisiva para definir su modelo de movilidad y su competitividad industrial. Entre la ambición climática y la realidad económica, hay una política que concilia ambas: la modernización del parque automovilístico. No hablamos de una cuestión técnica, sino de una estrategia de país. La inclusión del Plan Nacional de Renovación del Parque Automovilístico en la Ley de Movilidad Sostenible marca un punto de inflexión y devuelve al debate público una idea esencial: no se puede proyectar el futuro sin actualizar el presente.

Durante años, el discurso sobre movilidad se ha centrado casi en exclusiva en el vehículo eléctrico. Pero la realidad —la de las familias, las empresas y el mercado— es más amplia. España cuenta con un parque envejecido, con una media superior a los 14 años, y millones de vehículos que consumen más, contaminan más y son menos seguros. La renovación del parque no es solo una medida ambiental: es una política social, económica e industrial que afecta a la vida cotidiana del país.

La posibilidad de un plan nacional respalda la idea de que la renovación del parque es la medida más eficaz, equilibrada y socialmente justa para reducir emisiones, mejorar la seguridad vial y dinamizar la industria nacional. Es una decisión que conjuga ambición medioambiental con realismo económico. No hay nada más sensato ni más inteligente que apostar por planes de renovación bien diseñados, capaces de responder tanto a los objetivos climáticos como a la realidad económica de los hogares y de las empresas.

Un programa de renovación no es una subvención coyuntural: es una herramienta de competitividad. Cada vehículo nuevo sustituye a otro más ineficiente, cada operación impulsa empleo y consumo, y cada coche retirado reduce la dependencia energética del país. En definitiva, renovar el parque es actuar sobre la economía real, allí donde las políticas públicas producen resultados tangibles. Existe, además, un dato que no admite interpretación: el 85 % del crecimiento del mercado español este año se explica por los incentivos a la demanda. El vínculo entre ayudas, crecimiento y electrificación es directo. Por eso, mantener los programas MOVES y los planes autonómicos de renovación del parque hasta la plena entrada en vigor del Plan Nacional será esencial. Si se garantiza esa continuidad, España podrá cerrar 2025 rozando el millón doscientas mil matriculaciones, consolidando la recuperación del mercado. Sin esos incentivos, el sector permanecería estancado y la electrificación y la descarbonización avanzarían a un ritmo insuficiente para los objetivos nacionales. Renovar el parque no compite con la electrificación: la complementa y la acelera. Europa ha vuelto a hablar de neutralidad tecnológica, y España no puede ignorar esa conversación. Apostar por una movilidad moderna, limpia y accesible no exige elegir entre tecnologías, sino diseñar un marco que combine ambición ambiental con realismo económico. Si se desarrolla con rigor, el Plan Nacional puede marcar un punto de inflexión. Nos permitiría reducir emisiones, rejuvenecer el parque, reforzar la industria y mejorar la calidad del aire sin castigar el bolsillo de los consumidores. Es, en definitiva, una política económica de sentido común, la forma más inteligente de mover el país.

*Marta Blázquez, presidenta de Faconauto