Opinión
Basta ya
«Desde Rusia con dolor» podría ser el título de la película que el fútbol rodará en «territorio Putin» durante el Mundial. Los antecedentes son inquietantes y los augurios, terroríficos. Las hordas rusas dejaron huella a su paso por Marsella y Lille en la Eurocopa de 2016. Preocupada por el terrorismo, la Gendarmería bajó la guardia y no calculó el problema que se avecinaba con la llegada de esos ultras paramilitares cuyos viajes fueron financiados, presuntamente, por el Kremlin, y que encuentran en los estadios y sus inmediaciones la excusa perfecta para organizar reyertas. En Bilbao, cerca de quinientos radicales incontrolados del Spartak de Moscú ocasionaron disturbios antes del partido contra el Athletic y la muerte de un ertzaina por parada cardiorrespiratoria. La UEFA y la FIFA tienen la palabra y en sus manos está evitar una tragedia mayor.
Inglaterra no erradicó la violencia «hooligan» hasta que la UEFA, después de los sucesos de Heysel (Bruselas, 28 de mayo de 1985), prohibió jugar a los clubes ingleses en Europa durante cinco años, y uno más al Liverpool, cuya hinchada provocó con una avalancha la muerte de 39 personas en la final de la Copa de Europa entre los «Reds» y la Juventus.
Con Rusia, el asunto es mucho más grave porque el Mundial se juega en su territorio. Pesan sobre los rusos acusaciones probadas de dopaje de Estado; a sus deportistas no les permiten desfilar en Juegos con su bandera y la violencia de sus radicales ensucia el fútbol y lo tiñe de sangre. Basta ya.
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