Opinión

Mantas

Vaya por delante que el espacio «Fiebre Maldini» es un ejemplo de trabajo bien hecho en televisión. Julio Maldonado, director y presentador, envió un equipo a Malta para conocer de primera mano cómo se sintieron los goleados, después de encajar un 12-1 histórico frente a España en Sevilla. La sorpresa saltó cuando tres de ellos empezaron a largar. Demanuele, autor del tanto maltés, 35 años después corrobora la estulticia de Scerri, el seleccionador, y denuncia sin el menor rubor que a ellos les drogó con limones «un señor bajito vestido de blanco» que entró en el descanso a su vestuario y les ofreció los cítricos ya cortados. «Me sentía borracho, como si hubiese estado toda la noche de fiesta... Y a ellos les salía un ácido líquido por la boca». La acusación: a ellos les drogaron –algunos no se han recuperado– y los españoles estaban dopados con esteroides. En aquella fase de clasificación para la Eurocopa de Francia 1984 –que España perdió en la final contra los anfitriones– los holandeses metieron media docena de goles a los malteses en su casa, donde los chicos de Miguel Muñoz ganaron 2-3, y en la devolución de visita se conformaron con hacerles una «manita». Pensaron los «tulipanes» que con eso sería suficiente... ¡Y España hizo 12! Holanda no protestó. Del único dopaje que se habló entonces fue del económico, que Demanuele y compañía jamás han reconocido. Y encajaron una docena como podían haber sido 14. Eran malos de solemnidad, unos «maltas» de tomo y lomo. Al día siguiente, 22-D, sorteo de la Lotería, se repitió el partido por La 2 por orden de Felipe González. Se ha comprobado que los petardos de entonces hoy son unos cantamañanas.