Cástor Díaz Barrado

En el Consejo de Seguridad

La sociedad internacional es consciente de que el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales debe ser su objetivo básico y la principal finalidad. Muchas veces, en el interior de los estados, tienen lugar comportamientos y acontecen sucesos que muestran la escasa consideración que este objetivo tiene para los ciudadanos. La defensa a ultranza de los intereses estatales, la fragmentación que supone el auge de los nacionalismos o la afirmación de posiciones ideológicas y religiosas intransigentes son, entre otros muchos, factores que generan riesgos importantes para la paz mundial. La comunidad internacional dispone del Consejo de Seguridad para hacer frente a estos desafíos y a pesar de las críticas que se formulan respecto a su composición y competencias sigue siendo el órgano principal de las Naciones Unidas, encargado de garantizar la paz y la seguridad internacionales. La intención de España de formar parte de este órgano, como miembro no permanente, se corresponde con los ejes de nuestra política exterior y supone, de lograrse, un relevante punto de partida para el reforzamiento de la imagen de España en el exterior que, durante los últimos años, se ha debilitado como consecuencia de los efectos de la crisis económica que viene padeciendo nuestro país y por nuestra torpeza como sociedad. Es claro que, en España, falta mucha visión de Estado y que las formaciones políticas muchas veces están enredadas más en las «peleas» internas que en los asuntos que, a la postre, repercuten en el bienestar de los ciudadanos. La presencia de España en el Consejo de Seguridad no sólo sería una buena noticia sino que tiene rentabilidades políticas y económicas en el plano internacional. No será fácil, en esta ocasión, que España ocupe el lugar que pretende pero es evidente que el Gobierno está derrochando todos los esfuerzos para que se alcance este objetivo. Pero no se trata de una labor que corresponda únicamente al Gobierno español sino que éste debería contar con la participación y la colaboración de todas las formaciones políticas y con una clara y favorable posición por parte de la sociedad. Últimamente, los españoles no están para las grandes decisiones y parecemos ocupados en deshilachar los lazos de nuestra convivencia. Ser miembro del Consejo de Seguridad no sólo es una cuestión de prestigio internacional sino que, al mismo tiempo, afianza, en la escena internacional, los valores y principios que profesan quienes pertenecen a este órgano. La visión de España de las relaciones internacionales se puede hacer efectiva con nuestra permanencia en el Consejo de Seguridad.