Cástor Díaz Barrado

Un buen Parlamento

Las elecciones europeas están cerca y, seguramente, se enfrentan a las mismas dificultades de siempre: el escaso interés de la población europea por unos comicios de este tipo, que se plasmará en un alto nivel de abstención, y el amplio desconocimiento de la labor que realiza el Parlamento europeo en todas sus dimensiones. Los ciudadanos europeos verán unas elecciones más, movidos e impulsados, principalmente, por sus preferencias en los ámbitos nacionales y preocupados u ocupados en los asuntos de sus países. Los políticos europeos extraerán conclusiones de los resultados al Parlamento Europeo en función, básicamente, de los intereses nacionales y su eventual proyección para unas elecciones generales. Se va a elegir a un Parlamento para toda Europa pensando y actuando sobre los problemas, dificultades y posibles soluciones que han de darse en cada uno de los estados miembros de la Unión Europea y pensando muy poco en el devenir der Europa. Sin embargo, el Parlamento Europeo es un buen parlamento para impulsar la integración en Europa y para reflejar, en las actuaciones comunitarias, el sentir y los intereses de los ciudadanos y, además, para crear una verdadera Europa de los ciudadanos. Es cierto que los eurodiputados deben comenzar a dar ejemplo de cierta austeridad o, por lo menos, ajustarse a los nuevos tiempos en los que la ciudadanía no entiende, y con razón, que se produzcan gastos desmedidos en las reuniones que celebran. Su labor es tan importante para el futuro de Europa que no se debe estropear el trabajo que realizan por la manifestación de determinadas imágenes. Todos deben estar en la integración, no sólo los estados ni los intereses comunitarios, sino, también, los ciudadanos, y nada mejor que la representación que éstos encuentran en el Parlamento Europeo. Es posible que, en las próximas elecciones, aumente el número de eurodiputados que mantienen posiciones antieuropeas. No es que sean escépticos ante el proceso de construcción europea sino que, simplemente, quieren volver a una Europa de naciones y estados. Quieren que primen los intereses nacionales y no los intereses del conjunto de Europa. Los nacionalismos están presentes en los países pero también en la Unión Europea y su función no es otra que afirmar identidades, muchas veces imaginarias, excluyendo una identidad común. Pero todo hace presagiar que los grandes partidos volverán a gobernar en Europa y deberán ser conscientes, entonces, de que hay que generar ilusión y compromiso con la Unión de Europa. Seguro que estos partidos, que apuestan por la Unión, van a tener otra nueva oportunidad y no deberían desaprovecharla.