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Sin Perdón

La crisis del PSOE y la euforia del PP

«Su intervención fue la oda de un fenomenal farsante que apura su juego, aunque sabe que es el final de la escapada»

La paradoja de este sábado es que pudimos ver las dos caras de una misma moneda. En un lado estaba el desastre de la reunión de un comité federal que mostraba la lenta y cruel agonía de un PSOE aferrado a un líder desprestigiado y asfixiado por los escándalos de corrupción. En el otro, un Partido Popular eufórico que solo tiene que esperar a la convocatoria de las elecciones generales para recuperar el poder. A pesar de los esfuerzos de la izquierda mediática, el propio comienzo de la reunión de los fieles del sanchismo fue esperpéntico, ya que Paco Salazar tenía que renunciar a sus cargos en el PSOE y en La Moncloa tras las acusaciones de acoso sexual. La ministra portavoz, Pilar Alegría, protagonizaba una lamentable intervención a la entrada de Ferraz elogiándolo por ser «un compañero íntegro». Su capacidad a la hora de meter la pata se ha convertido en un clásico de sus comparecencias. En la cumbre de pelotas que se reunieron y que serán los primeros en atacar a Sánchez cuando caiga, hubo la excepción de Emiliano García-Page. Es cierto que hablar bien de él es hacerle un flaco favor, porque concita un odio irracional e injustificable en el sanchismo político y mediático.

Hay que reconocer que Sánchez ha conseguido convertir la dirección del PSOE en una secta incapaz de mostrar algún atisbo de autocrítica e, incluso, de lucidez. Es algo que nunca había sucedido en el partido desde su fundación, pero ha sabido rodearse de personas mediocres que han convertido la política en su forma de vida. Esto alcanza, incluso, a aquellos que tienen alguna profesión, aunque no quieren volver a ella porque ganan más dinero y viven mejor dedicados a servir al sanchismo. La diferencia con lo que sucedía con otros líderes del partido es abismal. La única estrategia es el «y tú más», así como apelar al radicalismo populista de corte iberoamericano que tanto gusta a Sánchez y sus cuates. Es estrafalario erigirse en el baluarte frente a la derecha y la ultraderecha gobernando de la mano de los enemigos de España y de la Constitución. No queda nada del PSOE que fue uno de los grandes protagonistas de la Transición y coautor de nuestra Carta Magna. No puede dar lecciones quien ha blanqueado a ETA, aprobado la ley de amnistía, sometido la Fiscalía y atacado al Poder Judicial. La realidad es que gobierna con los comunistas, algo que sería impensable en el resto de la Unión Europea. Sánchez es una triste excepción en nuestro entorno democrático.

Uno de los aspectos más hilarantes de su intervención fue ese tono cursi que tanto le gusta utilizar. Ahora sabemos que el hombre profundamente enamorado tiene el corazón tocado por las traiciones de Ábalos, Cerdán y Koldo, a los que no se atrevió a citar por su nombre, y que seguirá liderando el PSOE porque es su deber. Es un auténtico insulto a la inteligencia y piensa que los españoles somos idiotas. Hay dos razones por las que no convoca elecciones o se somete a una cuestión de confianza. La primera es porque necesita estar en La Moncloa para protegerse de los escándalos que afectan a su familia, su partido y su Gobierno. No hay que ser un gran analista para darse cuenta de que se encuentra en mejor posición siendo el presidente del Gobierno. La otra es su ilimitada ambición y falta de escrúpulos. En el momento en que deje el poder no tendrá una posición internacional que ocupar o unos ingresos que le permitan mantener su ritmo de vida. Es una realidad objetiva y no creo que nadie se tome en serio el liderazgo de una Internacional Socialista que es una vieja antigualla del pasado. Si alguien cree que es una exageración que busque noticias de esa asociación.

Su única salida será hacer de lobista de las dictaduras que ha ayudado durante estos años, aunque con un final tan atropellado tengo mis dudas. Ni siquiera el multimillonario José Miguel Contreras o los conseguidores Javier Curtichs y Pepe Blanco estarán a su lado. Por supuesto, no podrá contar con los que le aplaudían con enorme fervor este sábado y personajes como Patxi López, Óscar López y Antonio Hernando le volverán a apuñalar de forma inmisericorde. Lo sucedido en la sede socialista de Ferraz me recuerda la broma que hacíamos hace años con los congresos a la búlgara: Bulgaria, capital Madrid. Sánchez ha tenido a su lado corruptos, puteros y acosadores sexuales, pero no se ha enterado. Es un alma cándida que creo que no sabía que existía la prostitución, pero me quedo tranquilo porque ahora es un fervoroso abolicionista. Me imagino que le debió costar reconocer que ha cometido errores y no es perfecto, ya que no es ninguna descalificación recordar que tiene un ego inmenso que explica su resentimiento. Por ello, siempre tengo presente lo que me dijo uno de sus mayores defensores y uno de sus más firmes apoyos: «La mayor fuerza de Pedro es su mayor debilidad: su falta de empatía».

Su intervención fue la oda de un fenomenal farsante que apura su juego, aunque sabe que es el final de la escapada. No importa que convoque mañana o espere a que concluya la legislatura, porque es un escenario similar a las elecciones de 1996 o 2011, aunque creo que más próximo a estas últimas. El Gobierno y el PSOE se han montado en un coche que camina cuesta abajo, sin dirección y frenos, hacia un precipicio. La primera etapa será el desastre en las elecciones municipales y autonómicas y la conclusión, unas generales en las que asistiremos al final del sanchismo. Sánchez ni puede ir con la cabeza alta ni sentirse orgulloso de lo que ha hecho y dejado hacer. No es una persona en la que se pueda confiar.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)