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Mejor gestión y coordinación

No puede decirse con objetividad que la gestión comunicativa de la crisis del ébola haya sido irreprochable, ni que la información haya fluido de forma rápida, suficiente y coordinada. Ha habido fallos durante estos primeros días, que si bien no han repercutido negativamente en el despliegue médico ni sanitario, sí ha generado cierta intranquilidad social. Para colmo, las declaraciones desafortunadas de un alto cargo añadieron crispación donde era necesaria la calma. Cuando se afrontan problemas agudos de salud pública conviene tener muy presente su impacto emocional entre los ciudadanos y responder a sus inquietudes. Como hizo Mariano Rajoy siendo vicepresidente primero del Gobierno de Aznar con motivo de la llamada «crisis de las vacas locas». En aquella ocasión, año 2001, Rajoy creó un comité de crisis formado por representantes de varios ministerios y la participación de destacados científicos y veterinarios. La fórmula dio excelentes resultados y disipó la alarma social que se había creado durante los primeros días de la crisis por la torpeza comunicativa de la ministra de Sanidad de entonces, Celia Villalobos. Nada tiene de extraño, por tanto, que el presidente del Gobierno haya querido rescatar el modelo, al frente del cual ha puesto a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. El gabinete estará formado por la ministra Ana Mato, por los ministerios de Defensa, Interior, Economía, Justicia y Presidencia, por representantes de la Consejería madrileña de Sanidad y del Hospital Carlos III, así como por el presidente del comité científico sobre el ébola, que se constituyó también ayer. Es decir, se trata de garantizar la coordinación técnica e informativa de todo lo relacionado con la crisis del ébola, de modo que los ciudadanos puedan estar al corriente de los aspectos relevantes. También tendrá como función destacada la relación con las comunidades autónomas y la adecuación de los protocolos a tenor de la experiencia de estos días. Decíamos cuando estalló la crisis por la infección de la enfermera Teresa Romero que las posibilidades de contagio son muy remotas y todavía más improbable es una epidemia. También cuando las «vacas locas» se desataron rumores castastrofistas y alarmas disparatadas sobre los peligros que acechaban la salud de la gente. Ninguno de aquellos augurios fatales tenía fundamento y ninguno de los actuales lo tiene tampoco. Pero sería irresponsable no atender a las advertencias de los organismos internacionales, como la OMS, para reforzarse ante el inevitable salto del virus a las grandes ciudades occidentales. Devolver la tranquilidad a la sociedad con una información transparente y solvente es la misión primordial del nuevo gabinete. A Sáenz de Santamaría le avala su credibilidad ante la opinión pública, su capacidad de trabajo y su eficiencia.