Opinión

«Nuestra Señora de la Cristiandad»

La Europa otrora cristiana y referencia indiscutida –con su plural identidad histórica y nacional–, del mundo intelectual, cultural, político y económico, se encuentra hoy sumida en un doloroso proceso de absoluta decadencia

La Europa otrora cristiana y referencia indiscutida –con su plural identidad histórica y nacional–, del mundo intelectual, cultural, político y económico, se encuentra hoy sumida en un doloroso proceso de absoluta decadencia. España y Francia de manera destacada, fueron las dos naciones que más contribuyeron a sembrar la semilla de las profundas raíces cristianas de Occidente. España fue la nación que evangelizó el «nuevo mundo» y el valladar ante el que el cisma luterano se estrelló en la anterior Cristiandad y que –con su Reconquista, culminada en la península en Granada el 2 de enero de 1492, y en el Mediterráneo en Lepanto, el 7 de octubre de 1571– impidió que (hasta ahora), Europa se convirtiera en un continente en poder del Islam. Francia, con su trágica Revolución a finales del siglo XVIII, pasó de ser la «fille aîné» (la hija primogénita) de la Iglesia, a convertirse en una República laicista y anticristiana, como hemos podido comprobar en la satánica ceremonia inaugural de los JJ.OO. de París. A España se la quiere someter a un proceso similar, pero mantiene un remanente que no se rinde al espíritu de este mundo. Fue Dios por boca de su profeta Isaías, quien se refirió a los guardianes del bosque –y que debían proteger de las fieras a sus moradores–, como «perros mudos, somnolientos, tumbados, amigos de dormitar…». Los promotores de esa patética ceremonia, los que la aplauden, y los que indiferentes la contemplan, tachan de «negacionistas» y pretenden excomulgar política y socialmente a quienes osan levantar la voz ante el silencio de sus mudos guardianes. Ahora, como decimos, es España el objetivo a batir y para ello niegan la identidad histórica y nacional de España, indisociable del cristianismo, comenzando por negar nada menos que el mismo hecho histórico de la Reconquista. Covadonga queda así para ellos convertido en nada más que en otro mito a añadir a la prolífica leyenda hispánica cristiana. Un singular ejemplo de ese remanente cristiano que no permanece mudo, es el creciente grupo de católicos que desde 2020 peregrinan a la cuna de la Reconquista recorriendo a pie durante tres jornadas los casi 100 km. que distan de ella desde Oviedo, la capital del Principado, en un ambiente de oración, compañerismo, júbilo y acción de gracias. El rezo del Rosario, del Vía Crucis, las meditaciones, saltearon las jornadas de la marcha. Este año ha sido la IV edición, que culminó este pasado lunes 29 de julio con el récord de más de 1.600 peregrinos de España, (y de Francia, Portugal, México, Países Bajos y Reino Unido). Ya es «Nuestra Señora de la Cristiandad».