
Tribuna
El valor del dinero y el precio de las cosas
La Escuela de Salamanca sentó las bases del pensamiento económico clásico y ha permanecido como referente en los debates sobre justicia social y economía global.
La cantidad de dinero en circulación y su valor, así como la abundancia o escasez de bienes en la oferta y demanda conforman los precios. Esta frase que la podría decir cualquier economista actual es de Diego de Covarrubias, miembro de la Escuela de Salamanca que abordó la economía desde perspectivas innovadoras en el siglo XVI. En 2026 se celebra el V centenario de la Escuela.
Lo que nos venía a decir es que si aumentamos la cantidad de dinero, sin relación con el crecimiento real de la economía, el valor de la moneda disminuye; lo que se compraba con una moneda necesitaba mas de una para adquirirlo. Como vemos hace 500 años ya se hablaba en España de la inflación que el Imperio sufría periódicamente.
En el conflicto permanente entre el consolidado Imperio español y el incipiente inglés, una de las armas que utilizó Londres fue atacar la moneda, es decir, la moneda global entonces, el real de a ocho en plata. La forma en que lo hicieron fue acuñar cantidades de reales de a ocho falsos de estaño con algo de plata, que se doblaban, y comerciar con ellos. La cantidad de moneda aumentó y con ello los precios. Guerra económica la llamarían los analistas actualmente. Tanto es así que el Galeón de Manila que unía Asia con América y desde Acapulco y Veracruz con Europa, comercio global desde China a Europa, llevaba sin saberlo reales falsos. Para distinguirlos China marcaba los verdaderos con un signo, de esa forma ese Imperio empezó a utilizar la moneda como medio de transacción.
Dejando la guerra económica volvamos al relato que describe con erudición el embajador Antonio Núñez García-Sauco en un ensayo. Así pues, para Covarrubias estando la cantidad y el valor del dinero interrelacionados, la mayor o menor abundancia de dinero en distintos lugares determinaba diferentes niveles de precios. Era, pues, equitativo que las transferencias dinerarias se pagaran en función del precio vigente en el lugar del pago, aunque la cantidad acordada fuera mayor o menor en el lugar del acuerdo. Un razonamiento similar era aplicable en relación con el tiempo. Con la formulación de esta nueva teoría de los intercambios dinerarios, la Escuela de Salamanca dio legitimidad moral también a las eventuales ganancias de los cambistas, contribuyendo a favorecer y flexibilizar, por ejemplo, a través de las letras de cambio, el sistema de pagos en el comercio.
Esto en cuanto al valor del dinero como un bien más. En cuanto al precio de las cosas, para la Escuela no bastaba solo, ni siempre, el criterio cuantitativo de abundancia o escasez del bien, ni su influencia en la oferta y la demanda. Había que considerar en las cosas, en los bienes, su condición de dispensables o indispensables. Las cosas dispensables, en cuanto no necesarias, pueden comprarse y venderse en lo que acuerden libremente, sin dolo ni engaño, las partes. El precio justo de las cosas necesarias, en circunstancias normales, sin exceso o defecto de ellas, debe entenderse como el determinado por la «común estimación», o sea, por el mercado. Sin embargo, en situaciones anormales de excepcional abundancia o escasez, el precio de las cosas necesarias o indispensables para la vida y la sociedad no podía depender únicamente de la oferta y la demanda. En estos casos, los teólogos salmantinos no dudaron en apelar al Príncipe para que dictara un precio justo y equitativo para las partes. Esta fue, a grandes trazos, las líneas de la conocida doctrina del precio justo en la Escuela de Salamanca.
Partiendo de la propiedad privada, como derecho natural derivado del trabajo, la Escuela abrió el análisis al nuevo capitalismo necesitado de justificar el enriquecimiento a través del dinero, elaborando las primeras doctrinas económicas al respecto. Junto a la propiedad privada, defendió la libertad económica, se opuso a situaciones de privilegio económico-comercial y promocionó el libre comercio, así como nuevas formas de pago dinerario. Pero, sobre todo, trató de impregnar la actividad económica de principios éticos, defendiendo la justicia y la equidad en la actividad económica global y en los contratos privados, exigiendo siempre un precio justo, apelando, si fuera necesario, al Príncipe.
En conclusión, la Escuela de Salamanca sentó las bases del pensamiento económico clásico y ha permanecido como referente en los debates sobre justicia social y economía global. No fue la Escuela Austriaca, ni Adam Smith, ni incluso los calvinistas en Suiza, como se estudia en la mayoría de las universidades, fue la Escuela de Salamanca la pionera en abordar los problemas técnicos, morales y jurídicos que presentaba la primera manifestación de una economía global, por entonces la economía del Imperio español.
Luis Feliu Bernárdezes general de brigada retirado. Academia de las Ciencias y las Artes Militares
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