Tensión en el Este

Stoltenberg: “Rusia no tiene veto sobre si Ucrania puede ser miembro de la OTAN”

El secretario general de la Alianza Atlántica resalta que hay diferencias importantes en el diálogo con Moscú

“Sólo Ucrania y los países aliados pueden decidir cuando está preparada para entrar”, ha asegurado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg después de que la Alianza militar se reuniera hoy con Rusia, dentro de los esfuerzos diplomáticos para evitar una escalada militar en el Este de Ucrania.

Washington cree que la concentración de 100.000 efectivos rusos en las fronteras con Ucrania pueden derivar en una nueva invasión como la vivida en 2014 en la península de Crimea y Moscú está aprovechando estos temores para vetar la entrada de la antigua república soviética en el organismo multilateral. Ninguna de las dos partes cede en este terreno, pero las conversaciones continúan.

Tropas rusas frontera Ucrania
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De esta forma, la OTAN y Rusia han retomado el diálogo tras más de dos años sin una reunión formal. El pasado otoño Moscú decidió salir de este foro en respuesta a la retirada de las acreditaciones a ocho funcionarios rusos, acusados por la organización militar de espionaje. Ahora las dos partes están dispuestas a tender puentes y a mantener más encuentros de este tipo. De hecho, está sobre la mesa la posibilidad de se reabran sus oficinas respectivas en Moscú y Bruselas como modo de mejorar la relación. Stoltenberg ha calificado la reunión como “difícil”, pero “necesaria” y valoró positivamente que los Aliados y Moscú, pese a las evidentes fisuras, al menos hayan sido capaces de sentarse en la misma mesa.

Ésta es la segunda reunión de esta semana, tras el encuentro que tuvo lugar el pasado lunes en Ginebra entre altos funcionarios estadounidenses y rusos y la cita que tendrá lugar mañana por parte de la OSCE en Viena. Si bien en el anterior encuentro en Ginebra, Rusia reiteró que no tiene ninguna intención de invadir Ucrania a pesar de esta inusual concentración de tropas, el enviado del Kremlin también utilizó un lenguaje menos tranquilizador al asegurar que Washington está poniendo en riesgo “la seguridad europea”.

Moscú siempre ha considerado una traición de Occidente las sucesivas ampliaciones de la Alianza a zonas de su influencia (países del Este y la repúblicas bálticas) que han tenido lugar a partir de 1997 y cree que la próxima cumbre que se celebrará en Madrid en el mes de junio puede ser una magnífica oportunidad para que la OTAN enmiende la decisión que tomó en Bucarest en el año 2008 cuando abrió la puerta a Ucrania y Georgia como posibles miembros de la organización.

Pero Rusia no sólo se conforma con este poder de veto sino que también quiere aprovechar la ocasión para otra serie de demandas como la prohibición de tropas estadounidenses en suelo europeo y el repliegue de las amas nucleares presentes en el viejo continente, cerca de las fronteras rusas. Aunque Washington se sigue negando a estas peticiones, la Administración Biden sí está dispuesta a negociar otros aspectos como restricciones a las maniobras militares en ciertos países vecinos de Rusia y al despliegue los de misiles corto y medio alcance. Se espera, de hecho, que las reuniones sucesivas con Rusia sirvan para aumentar la transparencia sobre estos dos últimos puntos, con el objetivo de conseguir compromisos por las dos partes.

Rusia está particularmente intranquila con el sistema conocido como Aegis Ashore situado en Deveselu (Rumanía) – pensado para hacer frente a ataques provenientes de Irán- y el que estará completamente operativo a finales de año en Redzikowo (al norte de Polonia), muy cerca de Kaliningrado. Washington asegura que Moscú no tiene nada que temer ya que la OTAN es una organización puramente defensiva, pero en este flanco sí existe margen de negociación.

La reunión de hoy ha estado precedida por el malestar europeo, ya que el club comunitario ha sido arrinconado de estas negociaciones bilaterales entre Moscú y Washington, en un clima que recuerda a la Guerra Fría y que deja a los Veintisiete como mejor espectadores de una serie de decisiones que pueden afectar gravemente a su seguridad.

Aunque ha sido el Kremlin el principal responsable de haber relegado a un segundo plano a los socios europeos, Washington ha querido evitar malentendidos. Por eso, la subsecretaria de Estado, Wendy Sherman – la enviada de EE UU en el diálogo de Ginebra- se reunió ayer con los representantes de los Veintisiete en la capital comunitaria y también se entrevistó con secretario general del Servicio de Acción Exterior de la UE, Stefano Sannino, como modo de coordinar una posición común.

A la luz de los recientes acontecimientos que afectan a la seguridad europea, el Jefe del Gabinete de la presidenta de la Comisión Europea, Bjoern Seibert, se reunió el miércoles en Bruselas con Sherman.

Discutieron la situación actual en las fronteras de Ucrania con Rusia, los intentos de Moscú de redefinir la arquitectura de la seguridad en Europa, así como los esfuerzos diplomáticos relacionados y la intensa coordinación entre los socios transatlánticos en esta cuestión.

Seibert y Sherman subrayaron que cualquier nueva agresión militar contra Ucrania tendrá consecuencias masivas y un grave coste.

A pesar de que la UE demanda una silla en la mesa de los mayores, lo cierto es que los países europeos no tienen una voz única a la hora de plantear una estrategia sobre cómo lidiar con un líder tan correoso e implacable como Vladimir Putin. De hecho, en la cumbre de junio, los países del Este vetaron la iniciativa franco- alemana para mantener una cumbre UE-Rusia.

En su blog personal, el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, reflexiona sobre estas diferencias palpables en un artículo publicado hoy mismo. “Los europeos debemos estar unidos y formular nuestra respuesta en caso de que Rusia materialice sus amenazas contra Ucrania o contra el orden de seguridad europeo”, reclama el político español a la vez que pide “acciones concretas” y no meras palabras.