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Cómo evitar las caídas en personas mayores
Son un problema infradiagnosticado de primer orden en salud pública en el mundo por su elevada mortalidad
Tenemos a nuestro alcance estudios que nos advierten, no solo de las graves consecuencias que se derivan de las caídas en las personas mayores, sino que además señalan que no se les da la importancia que se merecen. Esto es, son un problema infradiagnosticado de primer orden en salud pública en el mundo y de una elevada morbimortalidad. Entre los mayores era en 2019 la quinta causa de muerte. Según datos de la OMS, se estima que el 30% de los mayores de 65 años y el 50% de los de 80 se cae al menos una vez al año. Además, quienes se caen tienen un 50% de probabilidades de volver a sufrir otra. Un dato muy importante es que el 55,3% de las personas lo ha hecho en su domicilio que, al contrario de lo que nos imaginamos, no es el ámbito en el que nos encontramos más seguros.
¿Por qué nos caemos?
La OMS define la caída como una consecuencia de cualquier acontecimiento que precipita al individuo al suelo en contra de su voluntad. Pero esto puede suceder por un solo factor o por la suma de varios, y estos pueden ser extrínsecos o intrínsecos.
¿Qué son los factores de riesgo extrínsecos?
Factores que no se relacionan con las características de las personas y que suponen un mayor riesgo para personas con mayor grado de movilidad en la comunidad. Pueden ser suelos deslizantes y/o con desniveles, iluminación insuficiente, escaleras, cables, camas altas, alfombras, macetas, mesitas de café y estantes y cualquier objeto tirado en el suelo o en la mitad del paso, baños no adaptados, mobiliario inestable, elementos que todos nos encontramos en nuestros domicilios. También debemos tener en cuenta que llevar calzado y/o ropas inadecuadas o poco cómodas pueden ser factores de riesgo.
¿Y los factores intrínsecos?
Los relacionados con la propia persona. Con la edad vamos perdiendo masa muscular, capacidad neurológica, disminución de reflejos, reacciones más lentas, menor agudeza visual, alteraciones en la marcha, temblores y dolores musculoesqueléticos, etc. También los asociados con la medicación que tomamos y sus efectos secundarios.
¿Se pueden prevenir?
Sí y, lo que es más importante, evitar sus graves consecuencias. Será fundamental entender bien los riesgos que acabamos de comentar y tenerlos muy presentes. A los más jóvenes también les pasa, pero si entramos en la franja de edad de mayores de 65 años, el cuidado entra a ser parte de su calidad de vida. Priorice todos los riesgos y piense qué tiene que cambiar. Es el momento de realizar una revisión médica donde se evalúen tus capacidades físicas, psíquicas y sociales. Si no hay contra indicaciones, realizar ejercicio regularmente para mantener la fuerza muscular, de flexibilidad y de equilibrio. Descanse lo suficiente y cuide su alimentación. Si toma medicación sea consciente de sus efectos secundarios. Revise su domicilio, que nada obstaculice su camino y adecúe el baño, que suele ser el punto negro de las casas: suelos antideslizantes, barras, que no haya escalones, buena iluminación y amplitud. Tenga a mano todos tus contactos y teléfonos de emergencia. No hay que esperar a caerse, se llama prevención.
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