
Salud
El 90% de los niños de tres años con obesidad tendrá sobrepeso en la adolescencia
La obesidad es la enfermedad crónica más común entre los adolescentes

“La genética influye significativamente en la predisposición a la obesidad, ya que se han identificado más de 130 genes relacionados con esta condición, de los cuales una gran cantidad están implicados en la regulación del apetito, la saciedad, la respuesta al ejercicio, el metabolismo energético, la distribución de la grasa corporal y el crecimiento de los adipocitos”. Así lo ha puesto de manifiesto Gema Medina-Gómez, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Rey Juan Carlos y vicepresidenta de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), en la ponencia ‘Genética vs Obesidad’, en el marco del Congreso de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), que se celebra en Granada del 15 al 17 de octubre. Además, la experta ha explicado que estos genes pueden modificar la forma en que el cuerpo responde a la dieta y al ejercicio provocando que algunas personas sean más propensas a ganar peso incluso con hábitos similares a las de otras personas.
En concreto, se estima que entre el 40% y el 70% de las variaciones en el índice de masa corporal (IMC) pueden atribuirse a factores genéticos. No obstante, este porcentaje puede variar si se contemplan factores que se utilizan en la actualidad para el diagnóstico de la obesidad como la cantidad de grasa corporal y su distribución. Además, solo alrededor del 5% de los casos de obesidad se deben a mutaciones genéticas específicas (obesidad monogénica), que suelen estar asociadas a síndromes raros.
La experta ha indicado también que la obesidad es una enfermedad compleja y multifactorial, resultado de la interacción entre genes y ambiente. En este sentido, el Dr. Josep Vidal, Director del Instituto de Enfermedades Digestivas y Metabólicas del Hospital Clínico, ha subrayado la importancia del entorno en que vivimos como determinante de la actual pandemia de obesidad. Aún reconociendo el papel del riesgo genéticamente definido, el Dr. Vidal ha puesto de manifiesto que los factores ambientales son clave en la creciente prevalencia de obesidad. “Múltiples evidencias demuestran que la asociación entre entorno y obesidad no es únicamente epidemiológica sino basada en modificaciones del control del balance energético. Establecida la obesidad, esta provocaría cambios epigenéticos que podrían facilitar el mantenimiento de la enfermedad”, ha señalado el facultativo.
¿Cómo prevenirla?
En cuanto a las medidas preventivas, la Dra. Medina-Gómez ha destacado las siguientes: dieta equilibrada desde edades tempranas, especialmente en personas con antecedentes familiares de obesidad, y actividad física regular, ya que puede contrarrestar la expresión de genes obesogénicos. Asimismo, destaca la importancia de la educación nutricional y la promoción de entornos saludables (escuelas, hogares, comunidades) e intervenciones personalizadas basadas en el perfil genético, tales como dietas adaptadas o nutrigenómica. Además, Medina-Gómez ha insistido en que “es posible revertir la tendencia creciente de la obesidad en España con políticas públicas adecuadas y atención personalizada”.
Por su parte, el Dr. Vidal ha invitado a no olvidar nunca el abordaje del entorno obesogénico sea cual se sea la intervención terapéutica que se ofrezca a un individuo. El ponente ha conminado a ir más allá de la obesidad para subrayar la importancia de modificar nuestro entorno en la prevención y tratamiento de muchas enfermedades de nuestro tiempo independientemente de la predisposición genética a la obesidad.
Obesidad en la adolescencia
El Dr. Gilberto Pérez López, endocrinólogo y pediatra y miembro del Área de Obesidad de la SEEN, ha señalado que la obesidad es la enfermedad crónica más común en los adolescentes y se asocia con un alto riesgo de persistencia en la edad adulta “Desde el diagnóstico debe tratarse de forma intensiva y es una de las situaciones más complejas y difíciles a las que se puede enfrentar un pediatra”. Además, es una enfermedad progresiva y recurrente que no tiene cura: el 90% de los niños de tres años con obesidad se convertirán en adolescentes con sobrepeso u obesidad y la mayoría de los adolescentes que viven con obesidad (un 80%) tendrán esta patología de adultos.
En España, el estudio PASOS ha evidenciado que en adolescentes (>12 años) la prevalencia de obesidad se sitúa en el 8,2% (de los que el 0,9% tenían obesidad grave). Los factores de riesgo de obesidad en la adolescencia incluyen influencias genéticas, ambientales, de estilo de vida y sociales. “Los adolescentes que pasan dos horas o más en su tiempo libre frente a una pantalla tienen un mayor riesgo de sobrepeso u obesidad,” ha apuntado el endocrinólogo y pediatra.
Asimismo, la duración corta del sueño también se asocia con un IMC más alto. “En una revisión sistemática y un metaanálisis de dosis-respuesta de estudios de cohortes prospectivos en niños y adolescentes, por cada hora diaria de incremento adicional en la duración del sueño, el riesgo de sobrepeso u obesidad disminuyó en un 21%”, ha explicado el facultativo.
En este sentido, los pacientes pediátricos con obesidad tienen un mayor riesgo de sufrir varias afecciones médicas, incluido el síndrome metabólico, la resistencia a la insulina, la hipertensión y la hiperlipidemia. “La evaluación es fundamental para las afecciones médicas que empeoran la obesidad, incluidas la prediabetes, la diabetes tipo 1 y 2, la enfermedad del hígado graso no alcohólico, la apnea obstructiva del sueño, la enfermedad por reflujo gastroesofágico, la colelitiasis, el síndrome de ovario poliquístico (SOP) y las afecciones ortopédicas (como la enfermedad de Blount)”, ha aseverado. Los expertos recomiendan aumentar la ingesta de verduras y frutas y reducir el consumo de alimentos ricos en energía y pobres en nutrientes y las bebidas azucaradas.
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