Impacto sanitario

Alertan de un tsunami de enfermedades crónicas más graves tras la DANA

Después de traumatismos, cortes e infecciones los expertos ponen el foco en las patologías preexistentes que pueden reagudizarse por la falta de electricidad y de servicios

Se han tenido que habilitar espacios de atención médica y suministro de medicamentos allí donde farmacias y centros de salud han sido arrasados
Se han tenido que habilitar espacios de atención médica y suministro de medicamentos allí donde farmacias y centros de salud han sido arrasadosEUROPA PRESSLA RAZÓN

El agua y el lodo han demostrado su destructivo poder, llevándose por delante la vida de más de 200 personas y dejando arrasada la comarca de la Huerta Sur de Valencia. A las desgarradoras pérdidas personales se suman las materiales y traen consigo problemas sanitarios que ponen en jaque el bienestar de los afectados. Los primeros días del desastre natural han multiplicado las consultas hospitalarias de la capital valenciana. «Se han acumulado personas con traumatismos graves, hipotermias, fracturas por caídas, desgarros, heridas con mal aspecto, crisis de ansiedad... Ahora empezamos a encontrar más casos de gastroenteritis, de problemas respiratorios, neumonía, infecciones por tétanos... Hay muchas zonas que siguen siendo insalubres», asegura Leticia Serrano, urgencióloga del Hospital La Fe, de Valencia, y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes).

A pesar de la magnitud de la catástrofe, Serrano confirma que no se ha llegado a sufrir una saturación de los servicios, pero el horizonte no es halagüeño. «Nos preocupa mucho lo que está por venir respecto a los enfermos crónicos, ya que todos estos días de falta de luz y de agua potable, de escasez de comida variada o de problemas de adherencia a los tratamientos farmacéuticos ya se está traduciendo en complicaciones graves en personas con patologías de base. Nos asusta que los hospitales puedan verse desbordados por la llegada de pacientes con reagudizaciones», advierte la urgencióloga.

Tal es el caso de los enfermos renales sometidos a diálisis, ya que si no se dializan cada dos o tres días pueden fallecer, como señala Emilio Sánchez, presidente de la Sociedad Española de Nefrología (SEN). «Afortunadamente, solo ha habido retrasos en transportes sanitarios de aquellos que hacen hemodiálisis en el hospital, pero está controlado y han conseguido salir adelante», explica. También lo ha logrado una de las grandes casas comerciales de líquidos de hemodiálisis y diálisis peritoneal cuyo centro logístico está situado en Riba-Roja, y aunque se ha visto muy afectado han trabajado a destajo para poder distribuir el material a todos los pacientes. En cuanto a aquellos que hacen diálisis peritoneal en sus casas, explica, «los líquidos vienen cerrados con doble bolsa» por lo que, aunque estén manchados de barro, se pueden usar. Eso sí, «hay que asegurar que la conexión que une la bolsa con el peritoneo esté perfectamente limpia», limpiar bien la piel con agua y jabón o usar geles desinfectantes como los de la pandemia. «Va a haber más riesgos de infecciones, porque incluso haciéndolo perfecto puede ocurrir alguna en la piel, pero se solucionan de forma sencilla», continúa. Y en caso de que tengan problemas con la máquina porque esté dañada o no haya electricidad «puede hacerse de forma manual aunque es más pesado, porque funciona por gravedad». Por último, recomienda a estos pacientes reducir la toxicidad de lo que ingieran, beber lo mínimo «menos de medio litro de líquidos al día» y evitar o reducir alimentos ricos en potasio.

Quienes también se pueden ver muy afectados al depender de algún tipo de soporte respiratorio son los pacientes con EPOC o apnea, bien porque la máquina no funcione, bien por problemas de suministro eléctrico o higiene. En estos casos Perla Valenzuela, neumóloga del Área de Enfermedades Respiratorias y Medioambientales de Separ, explica que «si bien puede ser necesario que interrumpan su terapia por algunos días hasta recibir un nuevo equipo o una solución de energía, en la mayoría de los casos esto no debería representar un problema serio en el corto plazo, especialmente para quienes sufren de apnea del sueño o necesitan ventilación nocturna». En cuanto a «los pacientes ventilados durante la noche con una BPAP que tienen alguna patología en la que retienen dióxido de carbono, sería prioritario hacer una cita de forma preferente a través del médico de cabecera con el neumólogo y, al mismo tiempo, llamar a la terapia respiratoria domiciliaria que lleve su máquina para que en cuanto puedan, se la puedan reponer con una nueva», continúa.

Por otra parte, advierte, la elevada humedad y las bajas temperaturas pueden agravar las condiciones de los pacientes con enfermedades respiratorias: «Si estas personas estuvieron expuestas a agua contaminada o a temperaturas más frías de lo habitual, podrían volverse más susceptibles a exacerbaciones de sus patologías de base. Además, en la población general, este tipo de fenómenos también suele incrementar la incidencia de enfermedades respiratorias, como gripes e infecciones en las vías respiratorias altas y bajas», prosigue.

En el caso de los pacientes oncológicos, «en la inmensa mayoría de los tratamientos de quimioterapia e inmunoterapia y otros que se administran en los centros hospitalarios, pueden retrasarse durante unos días, incluso algunas semanas, sin que exista, en líneas generales, un perjuicio para el resultado de dicho tratamiento», asegura César Rodríguez, presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Por ello, insiste en transmitir calma a los enfermos y que si, por motivos de daños en las infraestructuras o pérdida de sus medios de transporte, no pueden acercarse a los hospitalarios, que tengan calma. En segundo lugar, prosigue, han de contactar con los profesionales de los servicios de Oncología médica «que les informarán del nivel de prioridad que para cada tratamiento puede existir». En cuanto a los tratamientos orales, que habitualmente dispensan los hospitales, Rodríguez apunta como posibilidad la distribución desde el hospital haciéndoselo llegar al domicilio de los pacientes «de forma similar a como se llevó a cabo durante la pandemia». Y, asegura, «tanto el abastecimiento como el acceso a los centros hospitalarios se ha confirmado que está siendo relativamente normalizado». Un último apunte para los pacientes oncológicos que se encuentran en tratamiento inmunosupresor es «extremar las recomendaciones que desde Salud Pública se han hecho estos días».

Los problemas en los suministros de medicamentos pueden afectar también a los diabéticos. Cintia González Blanco, vocal de la Sociedad Española de Diabetes, cuenta que desde el Hospital General de Valencia donde trabaja, que da cobertura a muchas de las zonas devastadas, están intentando «contactar con aquellos pacientes que no pueden acceder para confirmar si disponen o no de lo necesario para la gestión de su diabetes».

Y es que la compleja situación que viven los enfermos crónicos en las zonas más devastadas se agrava por los daños producidos en parte del sistema sanitario, lo que dificulta el acceso a las consultas. Según datos de la Consejería de Sanidad Valenciana, la mayoría de los centros de salud han reabierto, «aunque quedan cuatro muy dañados», confirmó el miércoles el consejero valenciano, Marciano Gómez. Mientras tanto, se han creado puntos sanitarios para cubrir las necesidades de asistencia más urgente, aseguran desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG). Y, aunque muchas farmacias sigan cerradas, «todos los municipios cuentan ya con al menos una farmacia en funcionamiento y el servicio de dispensación está asegurado», confirma Jaime Giner, presidente del Muy Ilustre Colegio Oficial de Farmacéuticos de Valencia (Micof). En ellas, lo más demandado, asegura, son fármacos «para combatir el dolor, después de tantos días de desgaste físico». Además, Cofares ha desplegado un plan de contingencia en coordinación con las autoridades y ha reforzado el stock de productos esenciales, como alimentación infantil, mascarillas, guantes y productos de primera necesidad.

Por último, pero no menos importantes, están los problemas de salud mental –desde los duelos por las pérdidas a la ansiedad, pasando por el estrés postraumático o la depresión– que, con toda seguridad, también harán su aparición.