
Gimnasio
Adicción al deporte: investigadores descubren el mecanismo biológico que nos empuja a seguir entrenando
Una nueva investigación ha descubierto cómo la producción de dos proteínas en nuestro organismo nos empuja a seguir entrenando cada vez más

Cada vez queda menos para la vuelta a la rutina tras las vacaciones. Solo pensar sobre ello hace que nos sintamos cansados. Sin embargo, es el momento perfecto para establecer nuevos objetivos y planificar nuestro tiempo para reincorporar el ejercicio físico en nuestra vida diaria. Afortunadamente, investigaciones recientes nos dan las pistas para hacer que este periodo de transición sea lo menos traumático posible y podamos convertir el ejercicio físico en una parte integral de nuestro día a día.
¿Cómo nos podemos hacer adictos al deporte?
Un estudio realizado en la Universidad de Turku, en Finlandia, involucró a 64 personas que participaron en tres intensas sesiones de spinning. Los científicos analizaron cómo cambiaba la actividad cerebral de estas personas durante el ejercicio y luego les pidieron que completaran encuestas sobre sus sensaciones respecto al ejercicio. Descubrieron que las personas en mejor condición física experimentaron una mejora en su estado de ánimo después del ejercicio, en comparación con aquellas que no estaban en tan buena forma.
Cuando un atleta repite una y otra vez la misma actividad, su cerebro comienza a funcionar de manera diferente. A veces, puede alcanzar un estado llamado "fluidez". En este estado, el atleta está tan inmerso en el ejercicio que no siente el agotamiento físico. Este estado mental mejora el rendimiento y los resultados del ejercicio. Además, como el cerebro lo percibe como algo positivo, hace que el ejercicio sea más atractivo para la próxima vez.
Ahora, una investigación del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), publicada en la revista 'Science Advances', ha descubierto cuál es el mecanismo biológico que regula nuestras ganas de hacer ejercicio y que está detrás de esta “adicción” al deporte, que nos empuja a seguir entrenando cada vez más.

El “interruptor” que nos empuja a seguir
Guadalupe Sabio, jefa del Grupo de Interacción entre Órganos en las Enfermedades Metabólicas del CNIO, explicó que es el propio músculo el que regula el interés por el ejercicio “a través de una vía de señalización entre el músculo y el cerebro”. Este mecanismo es responsable de que, cuando estamos haciendo ejercicio, sintamos el impulso de continuar y hacer más.
Los hallazgos de esta investigación se basan en datos obtenidos de experimentos con animales y con humanos, incluyendo voluntarios que realizaron ejercicios controlados y pacientes con obesidad. Los investigadores observaron que, durante el ejercicio, cuando los músculos se contraen y se estiran repetidamente de forma intensa, se activan y desactivan en ellos dos proteínas de la misma familia: la proteína p38α y la proteína p38γ.
Además, hay una tercera proteína implicada, conocida como interleuquina 15 (IL-15). Durante el ejercicio, la activación de p38γ induce la producción de IL-15, la cual tiene un efecto directo sobre el córtex motor, la zona de la corteza cerebral responsable del control del movimiento. El aumento de IL-15 en la sangre actúa como una señal para el cerebro, incentivando a los animales a mantenerse más activos de manera voluntaria.
Al manipular artificialmente la presencia de estas proteínas en los ratones, los científicos notaron un gran cambio en su comportamiento relacionado con el ejercicio. Cuando se eliminaba la proteína p38α, que frena las ganas de hacer ejercicio, los ratones querían correr todo el tiempo. En cambio, al quitar la proteína p38γ, que fomenta el deseo de ejercicio, los ratones dejaban de correr.
Las fluctuaciones en la producción de ambas proteínas, que se liberan en la sangre y llegan al cerebro, actúa como un interruptor que controla nuestras ganas de hacer ejercicio. De esta manera, el sistema nos impulsa a seguir fortaleciendo nuestros músculos y, cuando alcanzamos un límite, reduce el deseo de continuar para evitar que el ejercicio dañe nuestro organismo o los propios músculos.
El estudio reveló también que cuando nos ejercitamos de manera regular y constante, la proteína p38γ se activa más que la p38α, lo que sugiere que el entrenamiento continuo aumenta el deseo de hacer ejercicio. Además, se encontró un aumento de la proteína interleuquina 15 (IL-15), y que las personas obesas tienen niveles más bajos de esta proteína en sangre.

Este descubrimiento es crucial para entender la motivación en el deporte y podría abrir la puerta a posibles tratamientos para enfermedades metabólicas y trastornos relacionados con la falta de actividad física. Incluso, sugiere la posibilidad de manipular estas proteínas para maximizar sus beneficios terapéuticos en personas con dificultades para realizar ejercicio físico.
Cómo optimizar nuestra rutina de ejercicios
Además, nos da una pista sobre cómo podemos hacer que el ejercicio sea cada vez más apetecible en nuestro día a día:
- Ejercicio Regular y Constante: La práctica regular y constante del ejercicio físico activa más la proteína p38γ en comparación con la p38α. En otras palabras, un entrenamiento continuo puede incrementar nuestro deseo de hacer ejercicio con el tiempo.
- Aumentar la Intensidad de los Ejercicios: Incrementar gradualmente la intensidad del ejercicio puede activar ambas proteínas p38 en los músculos. Esta activación también puede aumentar la producción de interleuquina 15 (IL-15), la cual funciona como una señal para el cerebro, incentivando una mayor actividad física.
- Monitoreo y Ajuste de la Dieta: Mantener una dieta equilibrada y moderada es crucial para evitar la acumulación innecesaria de grasas, un factor relacionado con la obesidad y los niveles más bajos de IL-15. Al controlar nuestra alimentación, podemos apoyar la activación de las proteínas beneficiosas y fomentar una mayor motivación para el ejercicio.
- Incorporar Variedad en los Ejercicios: Alternar entre diferentes tipos de ejercicios y actividades físicas no solo ayuda a mantener el interés, sino que también activa diversos grupos musculares. Esta diversidad puede contribuir a una mayor activación de las proteínas p38γ y p38α, optimizando así los beneficios del ejercicio.
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